- La noche del sábado al domingo fue “intensa” y “con miedo” para la mayoría de las familias de los casi 40 caseríos desalojados por el avance de las llamas. Temor y mucha preocupación no por encontrarse en peligro, sino por tener que dejar “solos y sin ningún tipo de vigilancia” a sus animales.

“La Ertzaintza nos obligó a irnos pero los animales se quedaron solos. Nos dijeron que iban a estar vigilándolos, pero tal y como estaba todo, era imposible que lo hicieran”, contó a este periódico Alejandro Iriondo, del caserío Intxarreta Berri, uno de los 38 que fueron evacuados el sábado.

Alejandro, junto a sus hermanos, tuvo que abandonar su hogar la tarde del sábado y fue reubicado en un hotel de Irun, donde pasó la noche. Sus vacas y ovejas, en cambio, se quedaron en las cuadras, a un río, por un lado, y una carretera, por el otro, de distancia de las llamas. “Lo que más miedo nos daba era que una chispa, de vete a saber qué distancia, llegase aquí y prendiese fuego a todo. Esto es un polvorín”, comentó Luis, uno de los hermanos, señalando un almacén de leña.

Estos hermanos afirmaron no haber tenido oportunidad de quedarse en el caserío -“nos dijeron que cogiéramos las cosas y nos fuéramos rápidamente”-. No obstante, otros, como el propietario de una explotación ganadera cercana que no quiso dar su nombre, sí que pasaron la noche en su casa.

“El miedo lo seguimos teniendo porque ha sido una chapuza cómo se ha organizado. Entiendo que tenían que trabajar en varios focos a la vez y no era fácil, pero se han limitado a decir que nos vayamos y listo”, indicó visiblemente enfadado. Parte de las instalaciones de su complejo sí que fueron alcanzadas por las llamas y, ayer, ellos mismos trataban de arreglarlas. Algunos de estos caseríos incluso se quedaron sin luz como consecuencia de la quema de varios postes de electricidad.

No obstante, ninguno de los 38 caseríos, ni el restaurante Patrixi ni la empresa de hormigones Yanci, todos ellos desalojados el sábado, fueron alcanzados por el incendio.

De hecho, a partir de la media mañana de ayer los dueños pudieron regresar a sus casas. Antes, prácticamente desde primera hora, la N-121 fue abierta en sus dos sentidos de circulación, del mismo modo que la vía verde ciclista que recorre la zona hasta Lesaka estaba disponible para los numerosos ciclistas y caminantes que se acercaron para ver el resultado del paso del incendio más importante de los últimos años en Gipuzkoa.

“Lo que más miedo nos daba era que una chispa llegase volando aquí y prendiese fuego a todo”

Desalojados por el incendio