- María Jesús y su hija, Amaia Otegi, se convirtieron en heroínas por 21 horas, sin salir de casa. No heroínas de capa y antifaz, sino de carne y hueso, de a pie de calle, de los que no lo parecen, pero se destapan como salvadores en un momento crítico. Un ejemplo de humanidad. Su casa fue el refugio de los familiares y allegados de las tres personas que fallecieron cuando cayeron con su coche al río Urumea en la noche del 7 de marzo de 2020. Y Loidi Etxea, una casa del barrio Osinaga de Hernani, en el que viven María Jesús y Amaia, se convirtió en el cuartel general de los equipos de rescate, de un operativo de más de 100 personas que se vieron salpicadas por la tragedia. "Volvería a hacer lo mismo. Es algo que no piensas, te sale de dentro", asegura María Jesús.

Como ella, Marcelino e Imanol Domínguez también son dos héroes, pero no tanto por accidente, que también. Ellos lo son de profesión, como quien dice. Bombero y enfermero, padre e hijo, ambos familiarizados con las emergencias, el 27 de junio de 2020 se encontraron con un tráiler recién volcado en la autovía a la altura de Burgos, cuando volvían de viaje a Gipuzkoa. No dudaron un segundo y atendieron a los dos camioneros heridos y dirigieron el tráfico hasta que quince minutos después llegaron los equipos de emergencias.

María Jesús, Marcelino e Imanol han recibido junto a otras dos personas, héroes anónimos, las medallas que el Gobierno Vasco concede al mérito en Emergencias y Protección Civil, con distintivo verde, a quienes en 2020 destacaron por su labor y actuaron meritoriamente en este ámbito.

No les gusta la palabra héroes, pero lo son, como puede serlo cualquiera en circunstancias de extrema necesidad, de urgencia, en un imprevisto. NOTICIAS DE GIPUZKOA ha podido hablar con ellos, compartir sus vivencias, aunque para María Jesús, vecina de Hernani de 72 años, "todo esto supone volver a revivir aquello; se te remueve todo otra vez".

"Fue muy duro", asegura. Tres personas murieron ahogadas a las puertas de su casa y su familia y ella lo vivieron en primera persona, lloraron con los familiares de las víctimas, suspiraron con ellos por un desenlace feliz, mientras les atendían, para finalmente derrumbarse cuando la realidad les sacudió.

Esta semana ha sido atípica. El lunes, cuando se dieron a conocer los nombres de los galardonados, María Jesús y su hija, Amaia Otegi, comenzaron una ronda informativa que se alargó varios días, atendiendo a medios de comunicación, abriendo de nuevo su casa, y recordando la tragedia. Su familia entera vivió una experiencia que marca un antes y un después.

Amaia, la hija de María Jesús, estaba cenando con su hermana, cuando su ama les llamó, nerviosa, acelerada: un coche con tres ocupantes se había caído al río justo enfrente de su casa y habían desaparecido.

Una cuadrilla de jóvenes que volvían de una sidrería los vio caer al río y alertaron a María Jesús en su casa, Loidi Etxea. "Vinieron gritando que se había caído un coche al agua", recuerda la madre. En unas horas, todo se revolucionó. Cuando Amaia y su hermana llegaron a casa, "encontramos un panorama tremendo, el equipo de rescate, bomberos, ertzainas, los familiares dentro de casa". Su madre les estaba atendiendo.

"Les dimos ropa, café, caldo caliente, tortillas... tenemos un sitio grande en casa con muchos sofás...". Allí pasaron la noche, una noche fría, heladora, en un sinvivir. Era ya la madrugada del 8 de marzo. La pandemia aún no había explotado. "Todo el rescate tuvo 21 horas de duración. Al día siguiente, los del Ayuntamiento trajeron comida y se montaron mesas delante de casa, estuvimos todo el rato allí con ellos", recuerda Amaia.

No conocían de nada a los familiares de las víctimas, pero esa noche lloraron juntos, se abrazaron, "lo que te sale en el momento. Estuvimos sin dormir toda la noche. Como conocíamos la zona, los equipos de rescate nos hacían preguntas y hubo un momento en que ya no podían seguir más, porque las motos de agua se paraban, porque estaban las turbinas sucias, por lo que decidieron seguir a la mañana con toda la maquinaria", señala Amaia.

"Estuvimos toda la noche en vela, un grupo grande; se montaron carpas, y había un montón de gente entre equipos de rescate, familiares, amigos", señala. Una vorágine. "En ese momento, no pensabas nada, pero cuando terminó todo, reventamos, nos quedamos vacíos, sin fuerza, y la semana siguiente la pasamos muy mal por todo lo vivido", afirma.

Pese a todo, "si sucediese otra vez, actuaría igual. Yo creo que le saldría a cualquiera", coinciden madre e hija. Lo vivido allí les ha unido a las familias de las víctimas. "Vinieron en navidades a tener un detalle, un cuadro de madera, con una foto del caserío y una hermosa cesta. En el lugar donde sacaron el coche han puesto un recordatorio de piedra", explica.

"Cuando llueve mucho, se me viene el recuerdo del accidente, de todo", afirma María Jesús. Amaia, su hija, recuerda la casa llena de gente... "Hacía un frío tremendo. Un momento crítico fue cuando dijeron que habían encontrado el coche; todos decíamos: que los cuerpos estuviesen dentro", señala.

Imanol Domínguez es enfermero en una residencia de personas mayores y además trabaja en el ambulatorio de Amara Berri. Tiene 29 años, mucho temple y un corazón enorme, a prueba de bombas. Ya conocía este premio que concede el Gobierno Vasco a ciudadanos por su participación en emergencias, "pero nunca pensé que me lo darían".

Venía de comprar un coche de segunda mano y regresaba con su padre, Marcelino, a casa, a Gipuzkoa. Acababan de pasar Burgos. Era sábado, 27 de junio. "Íbamos en dos coches diferentes, uno detrás del otro, y justo vimos el polvo de la caída y paramos los dos. Lo hicieron como pocos saben hacerlo en esas circunstancias de estrés y tensión. "Con seguridad, poniéndonos antes el chaleco y haciendo las cosas bien. Al final, mi padre es bombero y yo he estado varios años en una ambulancia; tenemos muy interiorizados los protocolos. Le dije al aita que asegurase el escenario; los dos camioneros estaban heridos, uno en el suelo, el otro dando vueltas, medio mareado, con sangre en la cabeza. Saqué el botiquín y me puse a curarles", cuenta.

El botiquín lo traía el coche recién comprado. "Sabía que tenía un botiquín, pero no sabía qué tenía dentro. Por suerte, estaba bastante completo", asegura. Los dos, padre e hijo, formaron un equipo perfecto. Un cabo de bomberos con 30 años de experiencia y un enfermero con bagaje en atención urgente. Imanol se recuerda "tapando heridas, cortando hemorragias y hablando con Emergencias" para ver qué recursos eran necesarios... "A los quince minutos, aparecieron los bomberos y dos ambulancias, yo me hice cargo de un herido en una ambulancia, le puse una vía y la otra ambulancia atendió al otro", añade.

No era la primera vez que trabajaban juntos. No había sitio para la improvisación, dos profesionales hablando el mismo idioma. "Ya nos ha tocado trabajar juntos alguna vez, cuando yo estaba en las ambulancias y hemos coincidido en accidentes". Formaron un equipo de lujo, coordinados, serenos, diligentes. Hacerlo de forma correcta es fundamental, insisten.

"Los dos sabemos que en carretera, y más en autopistas, siempre hay que salir del coche mirando para atrás; la primera cosa es ponerse el chaleco y protegerte tú; sobre todo pensar primero en ti, luego en ti, y después en ti, porque si no lo haces, es fácil que haya más heridos". No pudo Imanol, sin embargo, mantener las distancias con los heridos, en plena pandemia, aunque con la primera ola bajo control, por suerte.

Si alguno de los heridos hubiera dado positivo en covid-19, Imanol admite que "yo habría sido contacto estrecho. Nosotros llevábamos mascarilla y estuvimos con ella, pero ellos no la llevaban, ni podían ponérsela, estaban bastante mal. En esas situaciones, las distancias desaparecen, porque tienes que tocar, palpar...", asegura este sanitario.

Cree que su padre y él no hicieron nada extraordinario, nada que otra persona no habría hecho en su lugar, solo que ellos están habituados a hacerlo en sus trabajos. "En general, de lo que hemos visto, en nuestra experiencia, es que la gente está ayudando en este tipo de situaciones. Es cierto que la ayuda, si no se hace bien, puede empeorar la situación, pero generalmente la gente no hace lo que no sabe, sino lo que puede, y lo hace con buena voluntad".

Marcial Moluga Alonso. El 6 de febrero del 2020, el conductor de un vehículo que viajaba en sentido Gasteiz sufrió un accidente en la autovía N-622. Marcial, ertzaina fuera de servicio, socorrió y puso a salvo al accidentado cuando su coche ya comenzaba a arder.

María Jesús Ancizar.

Durante los días 7 y 8 de marzo del 2020, atendió en su caserío, (caserío Loidi), de forma solidaria y desinteresada, a los familiares y allegados de las tres personas fallecidas tras precipitarse al río Urumea el vehículo en el que circulaban a la altura de Hernani.

Roberto Aretxabala. El 28 de julio del 2020, este operario de la empresa Metalúrgica Marina salvó la vida a una mujer de 71 años que había caído a las aguas de la Ría a la altura del municipio vizcaino de Erandio.

Marcelino e Imanol Domínguez. El 27 de junio del 2020, un camión tráiler se accidentó en la autovía Valladolid-Burgos, incidente que produjo lesiones. Marcelino Domínguez González, con más de 30 años como cabo-bombero de la Diputación de Gipuzkoa, y su hijo Imanol Domínguez De Miguel, enfermero de una residencia de mayores y con más de diez años de experiencia como voluntario de la DYA, regresaban a Gipuzkoa cuando se toparon con el vehículo accidentado. Ambos prestaron atención sanitaria y se hicieron cargo del tráfico por tratarse de una zona con poca visibilidad.

En reconocimiento a la labor desinteresada y solidaria de los colegios vascos de psicología (Gipuzkoa, Bizkaia y Araba) para reducir los efectos del primer estado de alarma sanitaria y del confinamiento obligatorio.

Con 25 años

Arturo Hermoso de Mendoza Errea

Izaskun Yeregui Prieto

Francisco José Cela García

María Auxiliadora López Cuevas

Emilio San Juan Sierra

Con 10 años

Urtzi Arteagoitia Ruiz

Ander Oleaga Benguria

Andoni Lázaro Laka

Roberto Fandiño Cotos

Amaia Castrillo Olabarria

Bingen Etxebarria Goikoetxea

Pedro Meléndez García

Rubén de la Rúa Maíllo

David Celada Bartolomé

Imanol Rodríguez Ariño

Elisabet Granado Gómez

Juantxo Ramada Jiménez

María Jesús abrió su casa y atendió durante dos días a los equipos de rescate y familiares de los tres fallecidos tras caer con su coche al río en marzo

Marcelino e Imanol, padre e hijo, bombero y enfermero, atendieron a dos heridos en la autovía y dirigieron el tráfico hasta llegar las asistencias