a calle Etxezarreta de Ordizia era ayer la zona 0. Colas interminables de gente esperando para hacerse el test, sanitarios equipados con la máxima protección, carpas improvisadas con vallas que delimitaban el acceso... Todos los elementos de una película de catástrofes se hicieron realidad allí. El epicentro de la gestión de la crisis, con el ambulatorio justo enfrente de los bares clausurados, era también el mismo punto del origen de la pandemia. Entre los ordiziarras que esperaban pacientemente su turno para someterse a la prueba había "inquietud y miedo", pero más por volver a las medidas de confinamiento que por temor a estar contagiados: "Volver para atrás puede ser una catástrofe económica".

Desde las 7.00 horas los servicios municipales, en coordinación con los responsables del hospital comarcal de Zumarraga y el Gobierno Vasco, colocaron las diez carpas -buena parte de ellas son las mismas que se utilizan para los puestos del mercado- para las pruebas PCR frente a la plaza Barrene, a escasos metros del ambulatorio y del bar Sarri, foco número 1 del brote.

Poco después de las 8.00 horas, la zona estaba a rebosar de gente y el teléfono del ambulatorio no podía gestionar las decenas y decenas de llamadas. "Estoy muy enfadada. He tenido que hacer dos horas de cola para que me diesen cita para mañana y ahora resulta que no puedo abrir la tienda porque tengo que estar aislada", comentaba Anabel, una vecina de la localidad que finalmente fue una de las 900 personas que pudo hacerse la prueba ayer.

"¡Ey, Mikel! ¿Qué tal? ¿A qué hora tienes tú?". "A las 12.15 horas, luego nos vemos". La indignación de aquellas personas que debían dejar sus trabajos por prevención hasta tener los resultados del análisis contrarrestaba con los muchos jóvenes que comentaban con total naturalidad su día a día en la fila de acceso a la prueba. "Es una zona donde vamos mucho. Yo mismo estuve el viernes en el bar Sarri y estaba la calle llena", confesaba Sergio, un joven de 21 años de la localidad, al tiempo que afirmaba estar tranquilo por el resultado, aunque con el miedo "de poder haber contagiado a otras personas" y sobre todo de quedar confinado en pleno verano: "Sería un gran palo".

Al ser la calle Etxezarreta uno de los núcleos de mayor paso en el municipio, muchos ordiziarras que no pisaron el bar Sarri este fin de semana también decidieron hacerse la prueba por prevención -desde las instituciones hicieron una llamada a que la gente que pudiera haber estado en la zona desde el pasado 27 de junio se aislara hasta tener el resultado-. Fue el caso de Keisabir, amigo de uno de los propietarios del kebab Elysées, situado a escasos metros del establecimiento en el que se identificó el brote y que también cerró como prevención. "Tendría que ir a Donostia a trabajar, pero por si acaso no voy", comentaba minutos después de hacerse una prueba "desagradable" de detección. "El dueño del kebab está con miedo, pero esperemos que ellos no estén afectados", apuntaba sobre su colega.

"A mí me han obligado mis aitas a venir. Me han pedido cita a primera hora", contaba un menos concienciado joven, Hodei, antes de hacerse el test. Otros, en cambio, acudían con su propio padre. "Hemos venido los dos a hacernos la prueba. No me fiaba y mejor prevenir que curar", señalaban José Ángel y su hijo Eder.

Otras poblaciones afectadas

"Hay muchas ganas de salir desde el encierro"

Entre la mayoría de los vecinos que se acercaron ayer a realizar la prueba crecía la preocupación de que el brote se hubiese expandido más allá del municipio. La calle Etxezarreta es un lugar habitual de encuentro no solo para los jóvenes de Ordizia, sino también para los de otros municipios cercanos como Beasain, Lazkao, Legorreta, Zaldibia... De hecho, en algunos puntos como Beasain y Tolosa también se tomaron muestras entre posibles afectados.

"El bar Sarri tiene una clientela muy específica. Por eso, cuando hablamos con Osakidetza les avisamos que dar el salto y ampliar el espectro más allá nos llevaría a mucha gente que tendría que hacerse la prueba", comentaba antes de conocer los resultados de los análisis el alcalde de la localidad, Adur Ezenarro.

No obstante, ante los resultados positivos de los empleados del bar Sarri el domingo, el propio Gobierno Vasco ya mandó el cierre el domingo de otros establecimientos de la misma calle, el mencionado kebab, el pub Haka -otro lugar frecuentado por cuadrillas de jóvenes-, y el bar Miami -que dio comidas este fin de semana-. A estos bares hay que sumar dos más, Urdin y Kirkil, que decidieron sumarse al cierre ayer como medida de prevención.

"El sábado estaba la calle llena. Hay muchas ganas de salir desde el pos-confinamiento. Muy poca gente respeta la distancia de seguridad", señalaba Txemi Arteaga, dueño de la tienda de chucherías Nahikari, situada en la misma calle Etxezarreta, para quien un posible regreso al encierro sería "una catástrofe económica": "No creo que se atrevan a hacerlo. En pleno verano puede ser horrible. Esperemos que identifiquen a la gente y la gente sea más consciente".

Precisamente, la semana pasada la consejera de Salud, Nekane Murga, hizo un llamamiento a la población a colaborar con la hostelería a la hora de respetar las medidas de seguridad. "Si no aprendemos, volverá a pasar", se quejaba una mujer mayor que "alucinaba" con la cola de personas que esperaban hora para hacerse el test. "Esto es algo que nunca se había visto, da hasta miedo", sentenciaba.

Presencia de jóvenes. En la calle Etxezarreta se encuentran dos bares que reúnen a una gran cantidad de jóvenes cada fin de semana, el bar Sarri, origen del foco, y el pub Haka.

Otros establecimientos. En la zona hay varios bares más como Miami (otro de los clausurados y que da comidas), el kebab Elysées (también cerrado) y Urdin y Kirkil, que decidieron bajar la persiana ayer como medida de prevención.

Ambulatorio. Se trata, además, de una calle con mucho tránsito, porque precisamente al final de la misma está situado el ambulatorio.