n todas las situaciones de crisis hay pícaros que se benefician aprovechando el desconocimiento, nerviosismo y miedo de la mayoría. Existen multitud de ejemplos de crecepelos y panaceas universales.

Dos conceptos diferentes: limpieza y desinfección. Se barre con la escoba/fregona y se limpia con agua y jabón/detergente, rascando, frotando, para eliminar restos, visibles o no, de materia orgánica. Luego, se desinfecta con alcohol o lejía, lo más barato, u otros productos existentes en el mercado. Si está sucio, si hay materia orgánica, el desinfectante se inactiva. Primero limpiar y luego desinfectar. Así de sencillo. O de complicado. Dicen los hosteleros que van a desinfectar seis veces al día; no dicen cuántas van a limpiar. Los desinfectantes autorizados se denominan "biocidas". Ninguno se puede utilizar como nebulizador sobre las personas, es decir, creando una cortina de vapor alrededor del sujeto. Otro día hablaremos de la transmisión de la legionela.

El ozono, una molécula con tres átomos de oxígeno, se encuentra en este momento en proceso de evaluación en la UE, es decir, todavía no se puede garantizar su efectividad frente a los virus, con independencia de lo que afirmen los vendedores de los aparatos aprovechando las incertidumbres de la crisis. En determinadas condiciones, se utiliza para desinfecciones en locales cerrados, cámaras, en de la industria alimentaria, donde sí ha demostrado sus propiedades bactericidas, insisto, no frente a los virus, aunque sea en coches patrulla. Se utiliza también para purificar algunos ambientes cerrados. Su aplicación precisa de un equipo de protección individual, nunca en presencia de personas y puede causar lesiones oculares y respiratorias graves. Además, puede reaccionar con sustancias inflamables o desencadenar reacciones químicas peligrosas al contactar con otros productos.

No nos olvidemos de Joaquín y Alberto, ni de comprar producto local.

Doctor en Veterinaria