uizás, pasado un tiempo, todo se irá olvidando y volvamos a lo de antes. Nada impedirá que las críticas a la gestión política de la crisis, 155 sanitario incluido, se vayan atemperando y la realpolitik diluya en el olvido las reflexiones realizadas durante el confinamiento, cuando sólo tocaba arrimar el hombro y seguir las consignas. Es humano. Además, habrá que salir de la crisis económica y prepararse para la siguiente pandemia. Hemos comprobado que la contaminación es evitable, pero a costa de un elevado impacto en el empleo. Lo del teletrabajo es posible, aunque no fácil, en muchos sectores y compatible con la conciliación y a la larga, quizás, perjudicial para el trabajador. Las clasesonlinese han implementado notablemente. La globalización no era un chollo. Se acabaron los besos de saludo y los abrazos. Hasta el pan y la prensa se abonan con tarjeta. Quizás hayan calado los conceptos veterinarios de "patología de las colectividades" e "inmunidad del rebaño". La salud pública no es una "maría". Incluiremos en el sector industrial estratégico, junto con la industria armamentística, los transportes y las energías, otros sectores, para evitar dependencias del mercado exterior, definiendo de paso lo de "exterior". Cambiarán los hábitos de consumo. Los bares de copas dejarán de dar esos frutos secos manoseados. Nos obligarán a ir con mascarilla y guardando distancias. Poco margen para la intimidad. Se complica el ligar de esa guisa. Además, nos preguntaremos cuándo desinfectaron el mostrador o el servicio por última vez o si el cliente de al lado se limpió las manos. Complicado.

En la Edad Media, el final de la peste se celebró con orgías. En esta ocasión, las coordina nuestro amado líder Sánchez en virtud del 155 sanitario, y será en cuatro fases, por provincias e islas, asimétricas y disyuntivas.

No nos olvidemos de Joaquín y Alberto, del vertedero de Zaldibar, ni de comprar producto local.

Doctor en Veterinaria