- Si el confinamiento está resultando duro para todos, quizás lo es más para personas con autismo como es el caso de Asier, un niño de diez años que, de un día para otro, se quedó sin ir al cole, al parque, a la piscina o a casa de su abuela. Demasiados cambios para un chaval acostumbrado a rutinas, le que obliga a un sobreesfuerzo a su familia.

“Está siendo difícil”, reconoce su madre, Gemma: “Si para cualquiera lo es, imagínate cuando no lo entiendes. Está todo el día diciendo que quiere ir al cole. Le digo que está cerrado y me dice: Pues a casa de la abuela. Porque mi madre tiene una casa en La Rioja y solemos ir cuando tiene vacaciones. Pero tampoco podemos ir. Entonces, es complicado”.

Asier va a “a un aula estable de Gautena, en el colegio Ondarreta de Andoain. Es un aula especial dentro de un colegio ordinario a la que iba de 9.00 a 16.15 de lunes a viernes”, explica su madre, para quien lo peor ha sido la noticia de que el colegio no volverá a abrir hasta septiembre: “Ha sido un mazazo. Tenía la esperanza de que quizás en junio podía ir un par de horas o así... Hasta septiembre falta mucho tiempo”. Esas tareas que hacía en el colegio las tiene que hacer ahora en casa: “Las andereños son un encanto y me han mandado trabajos, juegos... los primeros días me costó un poco, porque lo de hacer en casa tareas del cole no lo entiende, pero desde hace un mes o así mejor. Por las mañanas hacemos los trabajos, pinta, está con números, letras... Intentamos que tenga esa rutina. Por la tarde damos un paseo. Él lo necesita, porque todo el día en casa es una locura”.

Esta nueva rutina exige una dedicación total a Gemma: “No estoy trabajando ahora porque estoy en un ERTE, así que tengo tiempo. Nos levantamos, desayunamos, nos arreglamos y lo primero es hacer los trabajos por la mañana, porque por la tarde está más pasado de vueltas. Él, de primeras, dice que no, que papo lanas, pero le digo que la andereño Maitane y yo nos pondremos contentas. Estoy contenta, porque todos los días hace deberes. He conseguido que esté en su habitación y haga. Tengo que estar encima de él, pero lo lleva mejor de lo que pensaba”.

Aparte del colegio, Asier no puede realizar otras actividades que le gustaban: “Solía ir a la piscina y es algo que me pide mucho. Es un niño que a nivel de motor no es muy hábil y no hace deporte, pero la piscina le gusta. También montar a caballo. El pasado verano era una de las actividades en las colonias de Gautena. Me dijeron que le gustaba, le apuntamos y súper bien. Iba los sábados a la mañana y ahora también pide caballo. Al final me pide cole, parque, piscina, caballo... y a todo le digo que no podemos. Y me dice: A casa de la abuela. Y le respondo que tampoco podemos. Así que se enfada conmigo”.

Gemma es consciente de que estos meses sin colegio para Asier “es mucho tiempo perdido”: “Hasta septiembre ya no puede volver, y veremos entonces. Queda mucho. Entiendo que hay que poner normas, pero todas las situaciones no son iguales. Por ejemplo, le vendría muy bien ir a la casa que tenemos en La Rioja para cambiar de aires; es una casa con un jardín pequeño. Pero no podemos. Y tanto tiempo sin ir al cole es demasiado para un chaval como él pese a que intentamos hacer las tareas y tenemos alguna videollamada con las andereños”.