- Laura, de 35 años y con discapacidad intelectual, es una de esas personas que está en primera línea en la lucha contra el coronavirus, en su caso como limpiadora en la residencia Santa Cruz de Legazpi. Una labor que supone “un orgullo” para su madre, Inma. “Estamos orgullosos de que haga ese trabajo, y sobre todo ahora en esta época de crisis sanitaria; ahí está su contribución como ciudadana para hacer frente al virus porque la labor de limpieza es muy importante. Ella también está muy orgullosa”.

Laura se ha adaptado perfectamente a las medidas de protección que debe llevar y al concienzudo trabajo de limpieza que tiene que hacer ahora: “Toman muchas precauciones. Con el apoyo de sus compañeras, ha aprendido todo el procedimiento para protegerse y proteger a los demás y lo aplica para evitar contagios, lo lleva bien. Está trabajando más que antes incluso y para ella es muy positivo porque le permite mantener parte de su rutina”.

El otro aspecto de su día a día, la vida social, es lo que ahora no puede llevar a cabo. “Su máxima preocupación es cuándo va a poder salir con sus amigos, se ven por videollamada, lo mismo que a la familia, pero ella tiene ganas de salir. Sigue todos los días las noticias a ver cuándo se puede reunirse con su cuadrilla”, comenta su madre, que reconoce que lo que peor lleva su hija es la “incertidumbre”: “Todos echamos en falta el contacto con nuestra gente, pero lo peor es la incertidumbre. Ellos necesitan tener los criterios muy claros, tal día hago esto, ahora estoy de vacaciones, los horarios... y ahora ha tenido que cambiar todo. Encima no se sabe cuándo va a poder hacer ciertas cosas y eso le crea intranquilidad. No sé si mayor o menor que los demás, pero en su caso le cuesta un poco más adaptarse”.

Cuando no trabaja, las ocupaciones de Laura son “hacer algo de actividad física en casa, jugar al parchís, la oca o el bingo, pintar mandalas y cocinar. Pero echa en falta salir, recuperar su vida social, ir a aerobic, a gimnasia y a nadar. Es una chica muy activa”.