- "¿Qué?, ¿tomamos el último café?". Eran las tres y media de la tarde de ayer; para entonces, el lehendakari ya había anunciado el cierre de restaurantes y bares a partir de hoy en Euskadi, pero había extendido la recomendación a los propios hosteleros de bajar la persiana desde ese mismo momento. La respuesta fue casi inmediata. En Benta Berri, al poco tiempo, apenas unos pocos bares quedaban abiertos. En el interior de uno de ellos, muy pocas personas, separadas; y en la barra, Gari, un camarero que se acababa de incorporar al trabajo tras un largo periodo de baja, preguntaba por el coronavirus a "los periodistas". ¿Qué, vosotros a trabajar igual, no?". Gari y sus compañeros estaban preparándolo todo para el inminente cierre.

El sábado, 14 de marzo de 2020, fue otro día para el recuerdo, histórico para la sociedad guipuzcoana, vasca y del conjunto del Estado. El día en que se concretaron medidas inéditas, desconocidas para la inmensa mayoría de los ciudadanos.

Gipuzkoa amaneció el sábado tal y como se acostó la noche anterior, impactada, concienciada en parte; o en proceso de concienciación. Día de compras para muchos, con imágenes lamentables nuevamente, de decenas de personas apelotonadas en algunas grandes superficies del territorio, sin respetar distancias de seguridad en algunos casos y contribuyendo al alarmismo social.

Un día brillante, por lo demás, en pleno mes de marzo. Cerca de 20 grados centígrados y mucha luz. Día de ciclistas en carreteras del interior y de paseo en Donostia, sin niños en los parques infantiles, eso sí. Los últimos paseos, las últimas grupetas, las últimas salidas a la montaña.

"Hay gente paseando, pero nada que ver con un sábado normal y menos con el día que hace; el que ha salido lo ha hecho para airearse un poco, pero la gente está siendo súper responsable y todos con los que me he parado a hablar hoy, hemos guardado una distancia de un metro no, de dos;", aseguraba una joven donostiarra a este periódico.

Las mayores concentraciones de gente se produjeron recién pasadas las doce del mediodía, en la zona del Boulevard donostiarra y el puente del Kursaal, pero nada que ver con la estampa habitual de Donostia y sábado soleado. "Todo el mundo con el que te cruzas, intenta mantener la distancia de separación", reconocía una pareja de viandantes.

En la Parte Vieja donostiarra ya había varios establecimientos hosteleros que habían bajado la persiana de forma voluntaria e informaban de su decisión a sus clientes, mientras que otros seguían abiertos para atender a quienes apuraban las últimas horas antes del confinamiento.

El mapa cambió radicalmente por la tarde, después de conocerse ya un avance de las medidas adoptadas ayer. Donostia y Gipuzkoa entera se vació, ofreciendo un escenario de calles vacías. Imágenes inéditas.