Preocupación, desconfianza, miedo y enfado. Era lo que transmitían ayer muchos de los eibartarras que, como cualquier otro día, salieron a la calle. "¿Qué vamos a hacer? ¿Quedarnos encerrados en casa?". En terrazas, parques, bancos y paradas de autobús el tema de conversación era, casi siempre, el mismo.

El viernes por la tarde el Gobierno Vasco comunicó que se habían detectado niveles altos de dioxinas y furanos en el aire (hasta 40 o 50 veces superiores a lo normal) como consecuencia del incendio del vertedero de Zaldibar y recomendó a los vecinos de Eibar, Ermua y Zaldibar (casi 50.000 en total) que adoptaran medidas preventivas. Pidieron que no se ventilen las viviendas y se mantengan cerradas las ventanas el máximo tiempo posible (especialmente por la noche) y que se reduzcan las actividades deportivas intensivas al aire libre hasta nuevo aviso. Los responsables de Salud del Gobierno Vasco insistieron en el carácter preventivo de las medidas y en que no había "motivo para la alarma", ya que los efectos de estas sustancias pueden ser peligrosos solo si se está expuesto a ellos de manera prolongada en el tiempo.

Alarma a lo mejor no, pero la preocupación y la tensión sí se han instalado en Eibar, una de las poblaciones afectadas, a pocos metros del vertedero. Y también el enfado y el malestar. "Ya no sabemos qué creer", contaba ayer por la mañana Hiart Vega, mientras jugaba en el parque con su hija en la zona de Amaña, la más cercana a la escombrera. "Todo esto asusta", confesaba, y relataba que desde su casa ven el humo del vertedero de vez en cuando. También lamentaba la "poca información" que tienen sobre la situación. "Hasta ahora nos decían que todo estaba bien y ahora que no abramos las ventanas".

En Eibar viven más de 27.000 personas y la mayoría hicieron ayer vida normal, aunque se podían observar algunos cambios. Las ventanas estaban cerradas en la gran mayoría de las casas y algunos miraban de reojo a varias personas que paseaban con una mascarilla por la calle. Lo cierto es, sin embargo, que en una céntrica farmacia han vendido más mascarillas de lo habitual en la última semana y han tenido que hacer un nuevo pedido. Aunque, en realidad, los profesionales apuntaban que ya explican a los clientes que las mascarillas habituales son ineficaces en este caso. El tiempo era agradable, aunque el viento traía de vez en cuando olor a plástico quemado constatable. Muchos alzaban la vista para observar un helicóptero de la Ertzaintza y otros miraban con cierta desconfianza a un técnico de Ura que ayer tomaba muestras en el Ego.

"El otro día el río estaba blanco", contaban Clara y Merche Lejardi junto a un parque infantil con varios madres y padres de la zona. Ambas confesaban que un par de días antes suspendieron su paseo hacia Ermua por "la nube de humo" procedente del vertedero. "Llevamos oliendo a quemado más de cinco días, tenían que saber lo que había ahí dentro", añadía, a su lado, Ander Mauriz, que estaba con su hijo. "A ellos es a quienes más puede repercutir, pero no nos podemos quedar en casa", afirmaba, enfadado con los responsables institucionales. "Que nos digan qué riesgo hay, ¿estamos o no estamos en riesgo? No lo sabemos", coincidía Asier Pozuelo, también con un niño pequeño, y lamentaba que la situación "parece que va para largo".

Olor a quemado

"Hay contradicciones en lo que nos están diciendo y eso crea incertidumbre y malestar", coincidía Diego Arenas, sentado con otro vecino, Iñaki Luengo, en la plaza Untzaga. "Ellos tenían que saber lo que había dentro del vertedero, que podía ser contaminante", apuntaba, mientras Luengo confesaba que la situación provoca preocupación y que él el viernes se fue a Deba "a la playa, a tomar el aire un rato" y que está pensando incluso ir a pasar unos días a Donostia si la situación no se resuelve pronto.

Celestino Gestal y Juan Antonio Magro también comentaban la situación en una esquina de Untzaga plaza. "En Amaña hace unos días nos colocaron carteles en el portal diciendo que no nos preocupáramos, que estaba todo bien", apuntaba Gestal, que confesaba que, como otros eibartarras, decidió comprar agua embotellada. También por si acaso, y haciendo caso a las recomendaciones, suspendió su habitual paseo hacia Ermua. "Huele a quemado desde hace días", añadía Magro.

Las explicaciones del Departamento de Salud del Gobierno Vasco achacan ese mal olor a los hidrocarburos aromáticos policíclicos, unos compuestos ligados a las partículas que se generan en los incendios. Según fuentes del Departamento de Salud, las muestras dieron valores algo elevados los primeros días pero después se han mantenido en los "estándares legales" y "no son preocupantes para la salud".

"El problema es que ahora ya no me lo creo", apuntaba Mari Carmen Valle sentada en una terraza junto a Tina Oteruelo, y ambas reconocían sentir miedo. "Parece que lo primero era abrir la autopista", añadía Valle, visiblemente molesta. "Tenían que haberlo advertido desde el principio, llevamos más de una semana así y ahora dicen que cerremos las ventanas; pero en la calle respiramos ese aire", apuntaba Oteruelo. Aunque tras las recomendaciones del Gobierno Vasco el fin de semana se han suspendido las actividades de deporte escolar, ambas apuntaban que los niños llevan toda la semana jugando y entrenando en la calle o en el patio escolar, corriendo y haciendo ejercicio.

Tanto ellas como el resto de los consultados recordaban, además, que los dos trabajadores siguen enterrados bajo el derrumbe. "Siguen ahí, es muy fuerte", añadía Valle.

Protesta multitudinaria

Por la tarde, miles de personas procedentes de Eibar, Ermua y Elgeta se encontraron en una multitudinaria manifestación que llegó hasta la zona del vertedero para reclamar que se encuentre a los dos trabajadores sepultados por el desprendimiento y se esclarezcan los hechos. Encabezada por una pancarta con el lema Zaldibar argitu. Trabajadores, salud, responsabilidades, muchos de los manifestantes acudieron con el rostro protegido con máscaras.