- Izaskun Bilbao (Bermeo, 1961) participó el viernes en un debate organizado por el PNV de Navarra sobre el devenir de Europa, un proyecto que por encima de todo defiende y ama después de los doce años que lleva de momento como eurodiputada.

Ha estado por Pamplona para hablar de la Conferencia sobre el futuro de Europa. La gran cuestión que gravita sobre nuestra propia convicción europea.

-El proyecto europeo, hay que recordarlo una y otra vez, es de paz, después de dos guerras y casi 100 millones de personas muertas, matándonos entre los propios europeos. Acabo de venir del Pleno de un homenaje en el que ha hablado una superviviente del holocausto con cien años, que nos ha relatado que lo más importante es no deshumanizar, que ve riesgos y que tenemos que seguir afianzados en los valores europeos. Si no tuviéramos este proyecto de paz tendríamos que inventarlo.

Europa se está sometiendo a exámenes muy difíciles en un tiempo de acontecimientos excepcionales.

-Sí, pero Europa es cada vez más fuerte a base de crisis. Hemos visto la evolución del proyecto europeo. Lo más reciente ha sido el covid. Hasta ahora las instituciones europeas no tenían competencia sobre temas de salud, y con esta crisis nos hemos dado cuenta de que solos no podemos abordar este problema, y hemos conseguido una vacuna en menos de un año, una vacunación a la población, recursos económicos, y que hablemos de la Europa de la salud y de reforzar la Agencia Europea para que establezca criterios armonizados y podamos colaborar entre todos los institutos de investigación y los responsables de Sanidad, con una mayor fortaleza que hasta ahora. Por lo tanto, Europa tiene sus crisis, como todas las instituciones, pero siempre está avanzando, y hoy es más fuerte que lo que era hace cinco años.

¿Percibe una distorsión cuando se habla de los fondos europeos, como si fueran un maná sobre el que han empezado las polémicas?

-Hay que recordar que son 750.000 millones de euros, de los que casi la mitad son a fondo perdido y la otra mitad en unas condiciones muy ventajosas. Por primera vez en la historia del proyecto europeo, nos vamos a endeudar juntos para pagar esta deuda juntos, para poder superar la crisis sanitaria y sobre todo la económica que ha dejado detrás. Recursos que van a servir para reforzar los sistemas sanitarios, las empresas, el empleo de calidad y el bienestar de las personas. Las polémicas que estamos viendo ahora son irresponsables y estériles, porque además, hay un reglamento que aprobamos en el Parlamento, que establece exactamente cómo deben ser utilizados los recursos. La Comisión Europea, cada vez que un Estado presenta un plan, analiza si responde a los criterios para los cuales fue aprobado. Por lo tanto, su visto bueno y el control que estamos llevando desde el Parlamento Europeo, significa que hay elementos suficientes para que se utilicen correctamente esos recursos. No se entendería un endeudamiento conjunto de otra manera.

¿Las críticas del PP hacen mella a la imagen del Estado?

-Yo lo que estoy viendo es que cada semana el Partido Popular está haciendo el ridículo en Europa. Hace unos días una diputada del Grupo Popular, del PP español, hizo una pregunta en relación con esta cuestión, y los comisarios le respondieron con muchísima claridad, que son recursos que han superado todos los trámites, que se cumple el reglamento establecido, y que por lo tanto están bien asignados. ¿Están teniendo repercusión? Sí, pero muy negativa para la imagen que algunos podían tener del Grupo Popular respecto de la seriedad de su discurso. Le está afectando negativamente al Partido Popular español.

Otra cuestión de pura actualidad: la crisis de Ucrania con Rusia.

-Hay una preocupación. Creo que lo que nos hace falta es reforzar nuestro liderazgo, tener una posición clara, y desde luego, una apuesta para defender a Ucrania, pero también para construir otros puentes de diálogo, aunque sean difíciles, con Rusia. Al final, la violencia trae más violencia, y tendremos que ser imaginativos y crear mecanismos para que no caigamos en esa confrontación y ese miedo que estoy percibiendo en muchos sectores. No podemos permitir que Rusia haga lo que quiera, pero sobre todo tampoco caer en la senda de una guerra. Creo que hay que hacer muchos más esfuerzos diplomáticos.

Entre el atlantismo que se percibe en algunos, y las posiciones complacientes con Rusia, es difícil encontrar ese espacio europeo.

-Sí, porque normalmente los puntos extremos parece que tienen más repercusión, incluso mediática, pero la inmensa mayoría, al menos lo que yo percibo en el ámbito parlamentario e institucional, no es favorable a que podamos crear ningún nuevo conflicto. Hay que ver de qué manera podemos incidir en el ámbito de Putin para que podamos construir esa calma que necesitamos.

Cuestión no menor: la derivada en los precios de la energía ya en una situación de inflación.

-Sí, porque Europa es una gran consumidora de energía y después del parón de la pandemia, la reactivación económica ha generado una demanda tremenda. Somos deficitarios en recursos, y creo que las medidas que estamos adoptando para que Europa en un futuro pueda tener recursos y no sea tan dependiente de terceros países, dará soluciones a medio y largo plazo.

Lleva en el Parlamento desde 2009. ¿Tener ese conocimiento y bagaje en qué repercute?

-Creo que lo más interesante que da el Parlamento Europeo es primero una dimensión global. Adoptamos medidas marco para todos los países de la Unión Europea, el Parlamento no tiene iniciativa legislativa, pero debatimos las propuestas de la Comisión, y para que esto se convierta en ley , después de nuestro voto tenemos que negociar con los Estados. Es decir, la dimensión global, y por otra parte conocer lo local. Lo que está claro es que tanto el País Vasco como Navarra tienen cosas que aprender, pero desde luego muchísimas cosas que aportar también al modelo europeo. Y esto es lo que con gran satisfacción he aprendido y lo que a veces desde nuestro espacio más local no se ve.

Se percibe su voluntad de conectarnos al marco europeo en temas estructurales, y haber llevado a Bruselas asuntos concretos, como el 'caso Alsasua' o el de Patxi Zamora.

-Sí, yo pertenezco a un partido donde lo he visto siempre, entender la política como un servicio público, y siempre además tratando de defender los valores democráticos. Siempre he entendido la escucha activa, que los agentes afectados con determinadas iniciativas participen y que sus aportaciones formen parte de la legislación. Aquí, evidentemente, hay también personas particulares que se están viendo afectadas por una mala interpretación de un Estado miembro, que les está dejando en una situación muy comprometida, y de debilidad por decisiones arbitrarias.

Hace dos semanas Aitor Esteban dijo que el PNV defendía los intereses de Navarra en el Congreso. Entiendo que esa vocación es extrapolable a Bruselas.

-Totalmente. Hemos traído iniciativas también de Navarra a las instituciones europeas, de personas o de organizaciones navarras. Por ejemplo, en los temas de memoria histórica, a Sanfermines 78, por la necesidad de tener información, justicia y reparación y consecuencias para los responsables. Tenemos un programa electoral, que es nuestra carta de compromiso ante la ciudadanía, y tratar de ayudar a las personas que se ven de alguna manera vulneradas en sus derechos.

Estrasburgo ha dado carpetazo al 'caso Alsasua'. No entró en al cuestión de fondo, pero rechazó las alegaciones presentadas.

-Nosotros hemos sido activos en este caso con las familias, hemos denunciado y puesto iniciativas en marcha, y es de lamentar que no tuviera un resultado positivo.

Ha trabajado en la defensa del euskera. ¿Qué puede aportar Europa para la vitalidad de este idioma?

-Europa es la diversidad, y el euskera, como otras lenguas minorizadas es parte del proyecto europeo. El Parlamento Europeo se ha manifestado en dos ocasiones de manera muy clara. ¿Qué ocurre? No tenemos una voluntad política muy clara por parte de la Comisión Europea, pero seguimos insistiendo, para que se pueda reflejar la realidad de esta diversidad.

Hay un cierto temor sobre los ritmos de la transición energética.

-Esta transición es necesaria, tenemos que conseguir los objetivos, pero hacerlo con la industria. Hay que hacer una transición ordenada, posible, y que permita la evolución, la innovación y la transformación no solamente de las empresas, también del personal que forma parte de estas, porque va a haber empleos nuevos, nuevas formaciones y perfiles, y esto va a tener que estar dotado de recursos económicos para no dejar a nadie atrás, porque los objetivos afectan a todos los sectores, incluida la pesca y la agricultura. Ese es el esquema en el que nos tenemos que mover. Seguir manteniendo los empleos, y avanzar hacia la sostenibilidad. No sirve de nada ser los campeones de fijar objetivos si no son realistas ni posibles. Al menos en los informes en los que estoy trabajando, estamos en contacto directo con los sectores afectados, y las ONG, y creo que tenemos que ir a propuestas ambiciosas, pero realistas.

"Por primera vez en la historia de Europa nos vamos a endeudar juntos para poder superar la crisis"

"Estoy viendo que cada semana el Partido Popular con sus críticas hace el ridículo en Europa"

"No podemos permitir que Rusia haga lo que quiera, pero tampoco caer en la senda de una guerra"