- ¿Cómo vive sus primeras semanas al frente del PSE? Se le ve con una agenda frenética.

—Con muchísima intensidad. Uno de los objetivos que me planteé era no perder ni un solo segundo y ponerme a trabajar de lleno en la tarea que me han encomendado mis compañeros y compañeras.

A pesar de haber sido un relevo planificado y sin ruptura interna, seguro que habrá cambios a nivel discursivo y estratégico en el PSE.

—Evidentemente. Cada secretario general tiene su propio libro de estilo y su manera de hacer. Siempre decimos que el PSE se va adaptando a las circunstancias y va de alguna manera poniéndose por delante de lo que puede ocurrir. Nosotros seguiremos con esa dinámica de estar en la vanguardia y procurar ser ese partido que, antes de que lleguen los problemas, intenta poner la solución.

¿Qué cambios podremos vislumbrar a corto plazo?

—El cambio de estilo se puede ver en la medida en que cada líder tiene su propia impronta y discurso. Los anteriores secretarios generales han tenido una manera de proceder y comunicar, y yo tengo la mía. Quizás más adaptada al momento exacto que estamos viviendo ahora mismo. Sí me gustaría ser un secretario general que a nivel interno tuviera mucho contacto con la militancia, y de cara al exterior sí quiero ser un secretario general del PSE que sea muy dinámico y que esté en aquellos lugares en los que se mueve algo.

La semana pasada las cosas se han movido en el Parlamento con el acuerdo para las cuentas con Bildu.

—Sí. Lo valoramos positivamente y más en la coyuntura en la que estamos, en la que los socialistas siempre hemos reclamado responsabilidad a todas las fuerzas políticas. Y qué decir tiene que el Gobierno de coalición PSE-PNV goza de una estabilidad gracias a la mayoría absoluta, que pudiera hacer pensar que no es necesaria la concurrencia de otros partidos. Pero a nosotros nos gusta aglutinar en torno a este Gobierno a otras sensibilidades que también aporten y mejoren el presupuesto.

¿La entrada de EH Bildu en este pacto lleva los presupuestos de la CAV más a la izquierda?

—Las cuentas a la izquierda las lleva el propio Gobierno en cuanto que los socialistas estamos en él. A ese Gobierno le damos una mirada social que probablemente sin nosotros no existiría. Yo creo que las aportaciones de EH Bildu van muy en la línea de lo que los socialistas estamos trabajando en el seno del Gobierno Vasco y también en otros gobiernos como el español. Por lo tanto, bienvenidas son esas aportaciones que van en consonancia a las posiciones del PSE.

¿Esta izquierda abertzale que vira hacia el pragmatismo puede alterar el tablero de la política vasca?

—Yo creo que, como todos los acuerdos a los que se están llegando, este hay que verlo de una manera coyuntural. A todo el mundo ahora le está entrando cierto afán por hacer otro tipo de cálculos pero cada cuestión hay que encuadrarla en lo que verdaderamente es. Y esto es un acuerdo presupuestario como lo fue el de la legislatura pasada con Elkarrekin Podemos. Esto demuestra que este Gobierno es capaz de alcanzar acuerdos con otros partidos de diferentes sensibilidades, pero yo esto lo circunscribiría a lo que es: un acuerdo presupuestario como el de Madrid o Navarra. No iría más allá de eso.

Sin embargo ha vuelto a aflorar con fuerza la opción de un tripartito de izquierda a futuro en la CAV.

—En primer lugar, no es momento de hablar de pactos, porque el pacto que está vigente es el que tenemos con el PNV, que creo que goza de buena salud y está dando buenos resultados. Lo segundo es que hacer cuentas de cara al futuro cuando no sabemos cuál va a ser el resultado de las próximas elecciones es una falta de respeto a la ciudadanía y además no conocemos los programas que van a presentar el resto de los partidos.

¿Es consciente el PSE de que en una entente con EH Bildu también sería el socio minoritario?

—A mí nunca me gusta hablar de socios mayoritarios o minoritarios. Hay un Gobierno que está dotando de estabilidad a este país y eso le da mucha más relevancia a la presencia del PSE. Sin la presencia socialista este país no habría tenido la estabilidad que está teniendo para afrontar una situación tan complicada como la de hoy en día. Por tanto, jamás voy a tolerar que nadie de ninguna manera nos califique de socios minoritarios, porque somos el puntal de este Gobierno, al igual que somos el epicentro de los acuerdos políticos y de la centralidad a todos los niveles -desde Europa hasta el último municipio-.

Pero una geometría variable que va más allá del pacto con el PNV sí ha sido posible a nivel local en municipios como Irun o Eibar.

—Geometrías hay múltiples. También puede existir una geometría entre el PNV y EH Bildu, porque al final son partidos nacionalistas y soberanistas. Confluyen en algo muy importante para ellos: su propia identidad. ¿Por qué no se les pregunta a ellos si es factible que en un futuro no tan lejano alcancen un acuerdo en este país?

Se ha marcado como principal reto que el PSE vuelva a liderar un Gobierno Vasco, pero solo tiene diez escaños de 75 actualmente.

—Mi ambición es liderar este país, que seamos los socialistas quienes lideremos. Somos conscientes de que es un reto ambicioso y que tampoco es un reto que podamos conseguir en un plazo breve de tiempo. Es un objetivo a medio/largo plazo y para eso hay que trabajar de manera muy intensa y estar a pie de calle.

El viernes también se anunció el acuerdo del PNV con Moncloa para la llegada soterrada del TAV a Bilbao y Gasteiz.

—El compromiso del Gobierno de Pedro Sánchez con el TAV ha sido un hecho desde el primer minuto y la ministra de Transportes ya explicó que las entradas a Gasteiz y Bilbao serían soterradas. También aclaró que se firmaría una encomienda de gestión y que sería el departamento que dirige el socialista Iñaki Arriola el encargado de la ejecución de las obras. A mí me parece estupendo que todos estemos en la misma sintonía y que, como ya sucedió en el pasado con el ramal guipuzcoano, podamos dar un impulso a las obras.

¿Le sienta bien al PSE el Gobierno de Sánchez? ¿Su estela puede ayudarles a crecer aquí?

—Es positivo, porque está dando la oportunidad a la ciudadanía de valorar lo que supone tener un Gobierno del PSOE en España, sobre todo en contraposición a lo que fueron los gobiernos del PP. Y teniendo en cuenta que la alternativa a este Gobierno es la del PP con Vox, que sería tremendamente negativa para Euskadi.

A nivel orgánico, parece que ahora es el momento del PSE guipuzcoano tras años de vizcainos liderando.

—Yo creo que no es así. Y a la vista está con una nueva Ejecutiva que cuenta con compañeros y compañeras de los tres territorios. Yo siempre digo que el PSOE es un partido federal y el PSE es un partido confederal, en el que todas las decisiones se toman de manera mancomunada entre los tres territorios. El hecho de que un guipuzcoano sea el secretario general del PSE no implica absolutamente nada, porque este partido lo hacemos entre todos y la Ejecutiva es plural para evitar cualquier tipo de especulación. Aquí trabajamos en equipo y da igual que seas vizcaino, guipuzcoano o alavés.

Es llamativo el peso de los socialistas de Eibar. Usted, Miguel Ángel Morales, el consejero Arriola...

—Sí, pero eso es coyuntural. Hubo un tiempo en el que el secretario general del PSE era de Portugalete, el de Bizkaia era de Portugalete y el de Juventudes Socialistas era de Portugalete. Y nadie ponía ninguna objeción. Ahora estamos dos eibarreses al frente del PSE como secretario general y secretario de Organización y parece que eso marca determinada diferencia. Bueno, yo creo que esas son casualidades coyunturales a las que no hay que darles importancia.

Yendo a la actualidad vasca, la semana también estuvo marcada por la promesa del EPPK de poner fin a los 'ongietorris' públicos. ¿Es un gesto sincero?

—Espero y deseo que sí; la sinceridad se demuestra con los hechos. A mí el pronunciamiento me parece positivo, como tal lo valoro, pero tiene que venir ratificado por los hechos. El futuro dirá si ese pronunciamiento es sincero. Yo así lo espero y lo deseo.

Diez años después del fin de ETA, ¿qué pasos faltan por dar en el ámbito de la convivencia?

—Falta la condena del terrorismo y un pronunciamiento claro de que eso no tuvo ningún sentido. El reconocimiento de todo el dolor causado yo creo que es un paso que se debe dar. Esa condena del terrorismo debiera ser una enmienda a la totalidad de todo lo que ha venido auspiciando la izquierda abertzale durante tantos años. Y esos pasos se tendrán que dar; en su mano está que se sigan dando. A nosotros nos parecen positivos si vienen ratificados por hechos.

En lo que concierne al PSE, ¿falta autocrítica por los GAL o el terrorismo de Estado?

—No creo que a mí se me pueda reprochar absolutamente nada al respecto. He sido muy contundente siempre; es más, yo creo que todos los avances que ha habido respecto al reconocimiento de otras víctimas han venido de la mano de los socialistas. Y un claro ejemplo es el decreto que reconocía a las víctimas de abusos policiales, que vino de la mano del lehendakari Patxi López. Siempre hemos condenado todos los terrorismos y todas las expresiones de violencia, y en este sentido tengo que decir que el PSE siempre estará del lado de las víctimas para situarlas en el centro y darles el protagonismo que se merecen.

Mirando ya al futuro, se prevé retomar el debate de un nuevo Estatuto. Me decía el verano pasado que todos los partidos vascos son compatibles. ¿Sigue pensando igual?

—Sí, siempre y cuando no se pongan encima de la mesa cuestiones que giren en torno a la soberanía. Claro que se puede alcanzar un acuerdo y hay un margen amplísimo. La incorporación de los derechos consolidados y conquistados durante estos últimos 42 años es un claro ejemplo; y el hecho de poder sentar las bases de lo que va a ser la Euskadi del futuro es algo que nos sitúa en la esperanza de conseguir un amplio consenso.

Pero antes queda pendiente completar el actual Estatuto. ¿Qué está fallando para que los traspasos lleguen a cuentagotas?

—Yo creo que hay transferencias que pueden ser más sencillas de materializar y otras con una evidente dificultad técnica que impiden que se hagan con agilidad. Pero sigue vigente la misma voluntad política por parte del Gobierno de España que cuando se firmó el calendario de transferencias con el Gobierno Vasco. Lo que esperamos es que las dificultades técnicas se vayan solventando para materializarlas en tiempo y forma.

En el plano estatal, ha sido crítico con Odón Elorza por romper la disciplina de voto en la renovación del TC. ¿Le parece bien la multa de 600 euros que le ha impuesto el PSOE?

—Será lo que establezcan los estatutos del grupo parlamentario socialista. Yo lo que digo es que a Eneko Andueza sería muy difícil que le abrieran un expediente disciplinario porque yo soy una persona muy leal a las decisiones que toman los órganos de dirección de mi partido y no creo que me viera en una situación de discrepancia de este calibre.

¿No es tolerable disentir en el seno de un partido?

—No solo es tolerable, sino que es absolutamente lícito y democráticamente sano, pero hay sitios para discrepar: los órganos internos. Una vez que haya existido un debate y un posicionamiento, hay que ser leal, nos guste o no. Si no, el Parlamento sería una representación individual.

"El compromiso del Gobierno de Pedro Sánchez con el TAV ha sido un hecho desde el primer minuto"

"Que un guipuzcoano sea el secretario general no implica nada, porque el partido lo hacemos entre todos"

"Todos somos compatibles para un nuevo Estatuto, siempre que no se aborden cuestiones de soberanía"

"Las aportaciones de Bildu a las cuentas van en la línea de lo que el PSE trabaja en el seno del Gobierno Vasco"

"El pacto presupuestario es coyuntural, hay que encuadrarlo en lo que verdaderamente es"

"¿Por qué no se pregunta a PNV y Bildu si es factible que en un futuro no tan lejano alcancen un pacto de país?"