- El primer día de Pere Aragonès al frente del Govern lo protagonizó la CUP

—Desde la investidura transmitimos un claro mensaje de que no dábamos un cheque en blanco, que estaríamos vigilando. En Catalunya hay muchísimos desahucios cada día y suerte que la sociedad civil se organiza para luchar por el derecho a la vivienda. El hecho de que se mandara a la Brimo de los Mossos con tantos efectivos es algo que debe cesar, es una de las peticiones de nuestro acuerdo.

Venían ustedes de salvar ‘in extremis’ el pacto independentista y evitar nuevas elecciones.

—Nosotros queremos evitar que se nos califique de mediadores porque no es nuestro papel ni nuestra pretensión, pero era indefendible desperdiciar todas esas semanas sin llegar a un acuerdo con la urgencia que tiene el país tanto a nivel democrático, el mercadeo con los presos que se ve con los indultos y la represión, como en el aspecto socioeconómico. Teníamos que actuar con responsabilidad y así lo hicimos.

Se adivina en la CUP un papel más institucional. No se quedan en mandar a presidentes de la Generalitat “a la papelera de la historia”, como se felicitaron en su día de hacer con Artur Mas.

—Hay dos lecturas importantes: después de todo lo que ha pasado con el independentismo hemos hecho una reflexión del momento para conseguir un embate rupturista; y además, en la lectura electoral ganaron dos ejes, el independentista y la izquierda. Y teníamos que hacer efectivo ese resultado de las urnas. Para nosotros la responsabilidad no reside solo en entrar o no en el gobierno, sino en posicionar asuntos como la renta básica universal, la banca pública, energéticas... El avance es importante viendo las políticas precedentes. En Catalunya es verdad que hemos aprobado leyes muy avanzadas de derecho a la vivienda, medioambiente, regulación de alquileres... pero chocan siempre con el Tribunal Constitucional. Y eso es lo que también deja claro que es necesaria una legislatura de confrontación y no solo en lo identitario, y que es prioritaria la República catalana.

Al día siguiente de rubricarse el pacto ERC-Junts, Jordi Sànchez dijo que no debían preocuparse ustedes, que su acuerdo con Esquerra saldría adelante. ¿Son reacios con JxCat en el Govern?

—Algunos de los nombres que Junts puso sobre la mesa como consellers nos han generado un recelo mayúsculo. Pero nosotros partimos del compromiso que tenemos con el president Aragonès y de que nuestro papel en este caso es de fiscalización, de ensanchar incluso más si es posible el acuerdo. En principio la alianza de ERC con Junts no tiene nada que impida respetar nuestro consenso pero ni nos vamos a confiar ni tampoco a relajar.

¿Se marcan algún plazo para hacer un primer balance? ¿Pueden ver el escenario y decir “hasta aquí”?

—Evidentemente. Está previsto que en dos años exista esa moción de confianza al president Aragonès pero incluso antes, para bien o para mal, nos moveríamos si pasa el tiempo y vemos que no hay gestos claros de avanzar en lo acordado.

¿Otorgan algún margen de confianza a la mesa de diálogo entre el Ejecutivo español y el Govern?

—No confiamos en absoluto en esa mesa de diálogo porque el PSOE es un puntal del régimen del 78 y su posición ante la lucha popular catalana es la que es cuando ni ha aceptado que se cuestione a la monarquía. Y entre tanto ERC y Junts nos prometen una magia que no existe: JxCat en su día prometió hacer efectiva la declaración unilateral, y ERC lo fía ahora todo a la mesa de diálogo. Actualmente no hay ningún elemento nuevo para que una DUI pudiera ser bien defendida porque en tres años no hemos sabido construir una estructura para ello y los dos gran partidos independentistas se han dedicado a pelearse. Y por otro lado, de la mesa de diálogo no ha habido nada, ha sido una broma, y no creemos que eso cambie. Importa a nivel internacional, si la mesa fracasa, nadie nos podrá acusar de no haberlo intentado. Por eso toca volver a consolidar el proyecto independentista, pero necesitamos tiempo.

¿Entonces qué propone la CUP?

—La vía escocesa. Hacer un nuevo referéndum, que ojalá sea acordado, pero si no lo es, habrá que hacerlo igual. ¿Sería otro 1 de octubre? Sería un 1-O pero en otras condiciones distintas, con dos años de trabajo, porque al anterior se llegó sin nada preparado. Si en dos años no es posible el referéndum acordado, pues se hará sin acuerdo, pero ya habremos ganado mucho terreno de asentamiento.

Sin embargo, la ANC piensa que no es necesario otro, que lo que toca hacer es implementar el 1-O.

—Eso lo piensa mucha gente, el discurso de instaurar una DUI porque ya hay una mayoría. Lo puedo compartir como ciudadana porque la gente se dejó la piel ese 1-O y después vino toda la frustración. Aferrarse al 1-O hay que hacerlo porque es la gesta a nivel popular y de desobediencia más potente que se haya vivido, y eso no hay que perderlo. Pero cuanto más tiempo pasa sin haber hecho efectivo el resultado, a nivel internacional pierde su validez.

También Pedro Sánchez puede usar la mesa como excusa para decir, si fracasa, que el Estado lo ha intentado y la culpa es del soberanismo. De hecho, ya ha comenzado a tejer un relato con los polémicos indultos.

—De entrada ya es incompatible que la mesa de diálogo no sirva para hablar de amnistía y derecho de autodeterminación. Ya partimos de un problema. Por eso hay que poner en valor el trabajo internacional que se ha venido haciendo. El propio Estado ya está sumando reveses judiciales.

Sin ir más lejos, a Puigdemont se le ha devuelto su inmunidad.

—Y también se ha achacado a España su nula independencia judicial, la excesiva represión... Por tanto, algún gesto tendrá que hacer el Estado para no quedar mal con Europa. Es evidente que Pedro Sánchez se encuentra ante un reto difícil pero ahí también es justo donde puede demostrar qué hay de distinto en el PSOE respecto a los partidos de la derecha en cuanto a la idea de unidad nacional. Pero no le veo la verdad muy dispuesto. Que la izquierda haya comprado el discurso de criminalización del independentismo, del derecho a decidir, es lo que ha alimentado el gran monstruo de la extrema derecha. Aún recuerdo a Miquel Iceta y Salvador Illa fotografiándose con Abascal, Albiol y asumiendo las tesis del a por ellos en una manifestación unionista. Es más, aquí se ha condecorado a policías que no cumplieron el principio de proporcionalidad, oportunidad y congruencia durante el 1-O.

Se habla de los indultos y se le añade el calificativo de reversible.

—Algo que no existe. El fallo de este gobierno de PSOE y Podemos es que no han revertido el escenario. Los indultos no solucionan nada desde una perspectiva de resolución del conflicto. Ni el derecho a la autodeterminación ni la represión a la que se ha sometido a más de tres mil personas. El indulto sí que es una medida humana que resuelve la situación personal y brutalmente injusta que continúan padeciendo los líderes encarcelados.

Habla de la importancia de visibilizar el problema internacionalmente. Para ello se gestó el Consell per la República, tan discutido por el liderazgo de Puigdemont.

—Tiene que haber una resignificación de lo que es el president en el exilio. Es un organismo que constituye el propio Parlament y tiene un valor intrínseco a jugar pero que se ve empobrecido cuando hay organizaciones independentistas que no forman parte de él y cuando el propio president juega un papel político activo de partido. Es algo que debemos resolver porque el consenso estratégico del independentismo es fundamental. Esa falta de consenso tras aquel octubre de 2017 es lo que nos ha llevado a no tener previsto cómo responder a todo lo que ha pasado y a lo que nos ha traído hasta aquí. Ya han pasado tres años y sabemos lo que hay, las respuestas a nuestros actos y cómo responde cada actor a cada decisión.

En resumen, abogan ustedes por avanzar sin que haya que estar esperando algo del Estado español.

—La diferencia respecto a hace tres años es que nosotros aceptamos que ERC y Junts se sienten en la mesa de diálogo pero no aceptamos de ninguna manera que el siguiente paso que tenga que dar el independentismo dependa del fruto de esa mesa. Al mismo tiempo que arranque ese foro, habrá que estar construyendo nuestra respuesta para cuando fracase. ¿O vamos a estar otros dos años sin hacer nada y esperando a que nos digan otra vez que no? Lo novedoso de nuestro proyecto es que la mesa y la reactivación del procés van por caminos paralelos pero por separado. Y si hacemos un referéndum y lo ganamos, tener todo preparado al día siguiente.

No será por falta de suelo electoral. El independentismo sigue reforzado hasta en el primer CIS catalán (CEO) tras las elecciones.

—Y con la gente avalando la propuesta de la CUP, que crecería de nuevo en diputados en el Parlament. Llevamos 14 procesos electorales en los que el independentismo no deja de crecer. La CUP seguirá siendo el partido de los radicales, sí, los antisistema, pero los antisistema sí que hemos hecho los deberes.