- Ya se puede encontrar en las librerías este ensayo, editado en castellano por Roca Editorial, que en dos días ha agotado su primera edición. Explica muchas claves del reinado de Juan Carlos I, que sigue siendo fundamental en el de su hijo Felipe VI.

"Muchos ciudadanos se preguntan cómo Juan Carlos de Borbón pudo actuar de tal manera sin que nada se supiera", escriben en la introducción.

—Esta armadura es un asunto labrado desde hace muchos años, desde el mundo jurídico, político, empresarial y también mediático. Lo curioso es que, algunos de los que en su tiempo le reían las gracias a Juan Carlos I, ahora no sé si están haciendo una especie de ejercicio de catarsis, o de liberar ciertas responsabilidades ocultas personales, pero hablan. No todos quieren hacerlo públicamente, muchos lo hacen desde la confidencialidad para que su nombre no salga, pero reconocen que durante muchos años se miró hacia otro lado.

Esto formaba parte de un "operativo de intereses". Ahora estos consisten en blindar a Felipe VI. Una mudanza de la armadura.

—Creo que parte de la construcción de la armadura de Felipe VI consiste en desacreditar lo que ha hecho Juan Carlos I y poner de relieve lo que ha hecho su hijo para marcar distancias con el padre. La clave de esta futura armadura es la Ley de la Corona que anunció Pedro Sánchez a finales del año pasado. El Gobierno español lanzó una especie de globo sonda que no se sabe muy bien dónde va a acabar.

También hablan de la relación que tiene Juan Carlos I con el dinero, en una aproximación biográfica.

—Es verdad que él en los inicios es un rey pobre. No viene de una familia acaudalada. Él cuenta a sus allegados y a su entorno que no tiene dinero, y se compara con otras monarquías. Pero rápidamente empieza a tejer esta red de amigos y empresarios que empiezan a facilitarle dinero. Y la pregunta es a cambio de qué. Contamos cómo se convierte en un comisionista importante, porque estos favores que hace a empresarios no son altruistas. Y explicamos una carta que envía en los setenta al sha de Persia pidiéndole 10 millones de dólares, con el argumento de que se tiene que ayudar al Gobierno de UCD, porque el Partido Socialista está entrando con fuerza. Luego Adolfo Suárez reconoció que, de estos 10 millones que recibió del rey Juan Carlos, la UCD nunca supo más. Narramos también la experiencia de un consejero delegado de Campsa que fue a países de Oriente a hacer negocios petrolíferos; a la vuelta le dicen que no se meta, que esto lo tiene gestionar directamente el rey Juan Carlos y pasar por Zarzuela.

"González y el Borbón hicieron un tándem perfecto", escriben. "Felipe lo salvaguardaba del conocimiento público de sus amantes y negocios" al tiempo que "asuntos que implicaban el uso delictivo de herramientas del Estado contaron con el conocimiento y la supervisión del rey".

—Del GAL tocamos una conversación en la que Rafael Vera habla con el rey y le viene a decir que esto se les está yendo de las manos, y el rey le pone la mano en el hombro a Vera y le dice que deje las cosas como están. Es evidente que, si un secretario de Estado te está comentando que terrorismo de Estado y cloacas policiales están detrás de esto, y el rey mira hacia otro lado, esto apunta a la gravedad. Felipe González y el rey se necesitaban mutuamente. González, para ocupar una centralidad política y también para apuntalar el régimen del 78. Y el rey vio que el secretario general de un partido socialista le podía ayudar a entrar en unas capas sociales en las que por origen a lo mejor era más complicado.

En el libro repasan también la relación con Aznar.

—Felipe le dejó moverse libremente, y la primera persona que le empieza a limitar un poco la presencia pública fue José María Aznar, porque recordemos que todos los actos del rey tienen que ser refrendados por el Gobierno. Ya pasó con Felipe VI en la famosa visita que quiso hacer a Barcelona, y Pedro Sánchez le dijo que no. Y con Aznar creo que era sobre todo una incompatibilidad de caracteres. Aznar no soportaba que en los consejos de ministros se tuteasen o se llamasen por su nombre de pila. Esto chocaba frontalmente con un rey que se saltaba todos los protocolos, y que incluso llegó a menospreciar físicamente a Aznar y se reía de él y hacía bromas. Esto llegó a oídos de Aznar.

El PSOE es el gran candado de la monarquía, por más que Felipe VI, según transmiten en su ensayo, no esté satisfecho con Sánchez.

—También a veces es una cuestión de egos. Felipe VI, en el actual contexto donde quiere marcar distancias con su padre, querría tener una presencia pública más visible. Y aquí explicamos que ha chocado en algún caso con Pedro Sánchez. Pero al final los dos están condenados a entenderse. Sánchez no va a abrir ningún debate sobre la monarquía. Nunca va a ser el momento. Aunque sí que hay un pulso entre ellos dos sobre el papel que tienen que jugar, pero los dos saben, y en Moncloa lo tienen clarísimo, que Sánchez va a salir siempre al rescate de la institución, le gusten o no algunas cuestiones, como por ejemplo el choque que tuvieron el pasado agosto, cuando Pedro Sánchez se enfadó muchísimo con Felipe VI porque Zarzuela tardó un tiempo en decir dónde estaba Juan Carlos I. Y quien sufrió el desgaste no fue tanto Zarzuela, sino Sánchez, con un gobierno con Unidas Podemos que le apretaba.

Corinna es clave para que el comportamiento de Juan Carlos se convirtiera en asunto de Estado.

—Juan Carlos quedó prendadamente enamorado de Corinna, e incluso se llegó a plantear el divorcio y casarse con ella, pero se encendieron todas las alarmas, porque Corinna no era una reina más. Era la amante del rey, pero también una empresaria que negociaba con el rey, poniendo en jaque sectores estratégicos de la economía española.

"Juan Carlos I se convirtió en un comisionista importante, porque los favores que hacía a empresarios no eran altruistas"