- El batacazo electoral del PP de la CAV en las elecciones del domingo ha sido de tal calibre que ya es difícil que las dos almas del partido se guarden los reproches para sus adentros. El fracaso del 12-J ha sido el pistoletazo de salida de la carrera hacia las elecciones internas para elegir una nueva dirección y un o una nueva líder que ponga fin a la provisionalidad actual tras la abrupta marcha del anterior líder Alfonso Alonso. Las dos sensibilidades airean ya sin disimulos sus diferencias sobre lo que tiene que ser el partido en Euskadi y el talante y el tono de quien vaya a dirigir y reconstruir un partido que tras su paso por las urnas está en los huesos. La presidenta interina de los populares vascos, Amaya Fernández, ha salido de la cueva en la que estaba desde que Pablo Casado fulminó en febrero a Alonso y ha arrumbado sin citar a nadie en concreto contra todo lo que encarnan el jefe del partido en el Estado y su discípulo en Euskadi, Carlos Iturgaiz, que fiel a su trayectoria no elude el cuerpo a cuerpo y aprovecha cualquier micrófono para intentar laminar al sector moderado del partido.

Iturgaiz y Fernández coincidieron ayer en Madrid en el Comité Ejecutivo del PP, máximo órgano de dirección, reunido por primera vez desde las elecciones vascas y gallegas del pasado domingo. También reunió a Casado y al líder de los populares gallegos y presidente electo de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, un encuentro muy esperado por el enfrentamiento soterrado entre ambos dirigentes, después de que el gallego volviera a lograr un éxito sin paliativos en las urnas con su “discurso templado”, apelando a la centralidad y a una manera de gestión muy personal.

Mirándose en el espejo gallego pero también en el de Alfonso Alonso, Amaya Fernández aboga abiertamente por una política de “moderación y centralidad”, en contraste con el discurso duro y de enfrentamiento con el nacionalismo vasco que propugna Iturgaiz y del que ha hecho bandera durante la pasada campaña electoral. La presidenta interina del partido rechaza que el objetivo del PP en el Parlamento Vasco sea erigirse en el “dique de contención al nacionalismo”, sino convertirse en un partido “de utilidad y defensa de los intereses de los vascos”.

Fernández es la cabeza visible del ala moderada del partido que tiene como último mentor a Alfonso Alonso, fulminado el pasado febrero por Casado por sus diferencias en el tono del discurso y la estrategia política a desarrollar en Euskadi. No es el primero que sufre las cornadas de Génova desde que José María Aznar y Jaime Mayor Oreja, -padres políticos de Casado e Iturgaiz- sentarán cátedra en el partido y lo fiaron todo en Euskadi a luchar contra el nacionalismo, olvidando todo lo programático y político. Antonio Basagoiti y Arantza Quiroga ya probaron de esa medicina y sus intentos por cambiar el modelo del partido terminaron en purga.

Iturgaiz admitió ayer que su partido ha “tocado suelo” electoral tras el 12-J. Con él como cabeza de cartel, los populares han pasado de 107.771 votos en las autonómicas de hace cuatro años a los 60.299 votos del pasado domingo, a distancia sideral de los 326.933 sufragios que consiguieron en 2001, año en el que comenzó su declive imparable.

Se han dejado cuatro de los nueve parlamentarios que tenían hasta ahora en la Cámara vasca, aunque este viernes podrían conseguir uno más en el recuento de los votos de los vascos en el exterior. En Bizkaia, le separan tan solo 108 votos de EH Bildu y quedan por contar alrededor de 1.400 papeletas. El partido está hecho trizas por la crisis interna que acabó con Alonso y por el derrumbe electoral del 12-J, en contraste con la pujanza del PP de Feijóo que imprime su sello personal y a veces alejado de las siglas del PP, mientras que Iturgaiz aplica la plantilla recibida de Génova.

Iturgaiz y Casado rehuyen la autocrítica por los resultados electorales y consideran que no tienen que variar ni el discurso ni el mensaje. El presidente de los populares dijo que “nadie tiene que llevar a su partido a la moderación porque siempre ha estado en ella”. Lo dijo ante el Comité Ejecutivo del partido después de que la victoria rotunda de Feijó con un tono moderado y un discurso focalizado en la gestión haya resucitado de nuevo el debate interno sobre la moderación y la centralidad, premisas que han defendido estos días varios barones territoriales y cargos del partido como pauta para llegar a La Moncloa.

Al igual que Iturgaiz durante la campaña, Casado se escudó en ETA para justificar los malos resultados de su partido en Euskadi. A su juicio, los “150.000 vascos que han tenido que exiliarse por el zarpazo del terrorismo” explican lo ocurrido el domingo y así las cosas reafirmó su apoyo a Iturgaiz: “Prefiero perder votos que perder el alma”. Ese alma que disputará en otoño la dirección del partido en Euskadi con el que encarnan los herederos del legado de Alonso.

“Desde la centralidad, pegado a la singularidad es como mejor se aglutina a una mayoría”

Presidenta interina del PP vasco

“Convendría saber a quién votarían los 150.000 vascos que se han exiliado por el terrorismo de ETA”

Presidente del PP