rnest Lluch fue una de las últimas víctimas de ETA del trágico año 2000. Su asesinato en Barcelona se rememora ahora en un documental que no se detiene únicamente en el final de su vida, sino que repasa la trayectoria de un político e intelectual del que se destaca sobre todo su afán por "construir puentes".

Ernest Lluch, libre y atrevido, dirigida por Josep Morell y Jordi Vilar, es una producción que cuenta con la participación de RTVE, EITB y TV3 y que se estrenó ayer en Donostia, como parte de un pequeño ciclo en el que se proyectarán películas programadas para el 18º Festival de Cine y Derechos Humanos de esta ciudad, cancelado a causa del COVID-19.

"Era un tipo que no dejaba indiferente a nadie, que por donde pasaba sembraba y dejaba ideas y líneas de trabajo, que es algo de lo que estamos muy faltos en este momento", aseguró ayer Morell en una conversación con Efe.

Mediante imágenes de archivo y testimonios de amigos, compañeros y gente que le conoció en alguna de sus etapas profesionales, se traza el retrato de un personaje al que entre unos y otros definen como "librepensador", "poliédrico", "seductor", "generoso", "inquieto", "ilustrado", "erudito" y "trabajador incansable", entre otros muchos adjetivos.

Los realizadores no conocían demasiado de su protagonista, pero tras la publicación del libro Ernest Lluch: biografía de un intelectual agitador, del historiador Joan Esculies, vieron que había mucho que contar sobre el político socialista, en cuyo mapa vital sobresalieron cinco ciudades: Barcelona, Valencia, Madrid, Santander y San Sebastián.

Su expulsión en 1966 de la Universidad de Barcelona y su paso por la de Valencia, donde ayudó a "poner los cimientos" de la Facultad de Económicas y a "hacer crecer" a una generación de economistas, son parte de la biografía de quien acabó siendo ministro de Sanidad del gobierno de Felipe González y puso "en orden" el "caótico" sistema sanitario heredado del franquismo.

La vinculación con Santander le llegó con su nombramiento como rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, mientras que con Donostia él mismo decidió que terminaría estableciendo un lazo cuando la visitó por primera vez a los 17 años.

Quienes lo conocieron hablan de su capacidad modernizadora y sus dotes para el diálogo, que tuvieron su reflejo en la Ley General de Sanidad, de la que llegó a hacer quince borradores para sacarla adelante en un proceso que le supuso, no obstante, un enorme desgaste.

"Fue un tipo que ayudó a transformar España", destaca Josep Morell, que explica que el País Vasco tiene peso en el documental porque "lleva al final" de su vida y porque en Euskadi es donde se produjo "el ejemplo máximo de construcción de puentes".

"Hay quien me ha dicho que ha echado en falta una entrevista con Otegi y he respondido que queríamos hacer otra cosa, porque la vinculación de Lluch con Euskadi fue emocional, de implicación política pero también social. Era socio del Orfeón Donostiarra y, como le gustaba el fútbol, también de la Real Sociedad, además del Barça y del Betis", añade Morell.

El gran retrovisor que colocó junto a una de las ventanas de su apartamento de Donostia para poder ver el mar es una de las imágenes de esta película junto a aquellas grabadas en la Plaza de la Constitución en la campaña de las elecciones municipales de 1999, en plena tregua de ETA, cuando increpó a un grupo de radicales que intentaba sabotear el mitin. "Gritad más, que gritáis poco. Gritad, porque mientras gritáis no mataréis", fueron aquellas palabras con las que el político socialista respondió airado a aquellos que vociferaban para boicotear el acto electoral de la campaña del entonces alcalde, el socialista Odón Elorza.

El exregidor donostiarra es una de las voces de este documental de una hora, al igual que la hija de Lluch, Eulàlia, los exministros Narcís Serra y Joaquín Almunia, numerosos compañeros de actividad docente y política, periodistas como Gemma Nierga, Alberto Surio y Josep Cuní, y Maixabel Lasa, viuda del exgobernador civil de Gipuzkoa Juan Mari Jáuregui, al que ETA mató cuatro meses antes que a Lluch y cinco meses después que al socialista vasco Fernando Buesa.

Tras los asesinatos de Buesa y Jáuregui, Lluch se sabía en la diana de ETA, y además la organización terrorista así se lo confirmó en una carta de la que solo habló a su asistenta.

"Eran un estorbo para ETA y por eso los mataron", dice Maixabel Lasa en este documental, que según su director, TVE, ETB y TV3 emitirán en las fechas cercanas al vigésimo aniversario del asesinato del político catalán, el próximo 21 de noviembre.