“Supone un gran alivio que por unanimidad acuerden hacer un homenaje a José Ignacio y se coloque una placa para que sea una cosa permanente”. El expresidente del PP de Zarautz Gervasio Juaristi, de 88 años, asistirá esta tarde al acto que el Ayuntamiento tributará al que fuera edil del PP José Ignacio Iruretagoyena, al que ETA asesinó tal día como hoy hace 20 años. A las 19.00 horas, el alcalde, Xabier Txurruka, recibirá a la familia y leerá el texto que esta misma mañana se espera que firmen todos los portavoces. “Esa es la sorpresa”, añade Juaristi, para matizar rápido: “Satisfactoria, ¿eh?, que también HB y todos acepten. Que consensúen para aprobar esto es muy importante. Nos da una tranquilidad muy grande”.

Se cerrarán así 20 años en los que un homenaje de estas características ha sido imposible. Dos décadas desde que el 9 de enero de 1998, Iruretagoyena salió de su casa por última vez como hacía todas las mañanas. Tras circular casi un kilómetro con su coche y parar a desayunar en un bar, la bomba -de kilo y medio de amonal y amosal- estalló poco antes de las 8.00 horas. Poco antes de llegar a su trabajo de gerente, “el alma”, en la empresa familiar. Los médicos intentaron reanimarlo mientras su padre, el exedil popular Cándido Iruretagoyena, recién llegado al lugar, miraba lo que sucedía.

“Yo era presidente del PP en Zarautz y teníamos como concejal a su padre, a Cándido, que era un buen hombre”, recuerda Juaristi los meses previos a las municipales de 1995. El PP veía opciones de lograr un segundo concejal. “Le dije a Cándido que José Ignacio era un chico muy preparado y que podía ocupar el puesto. El padre, que estaba muy a gusto en el cargo, se me enfadó, pero le convencí y pusimos al hijo como candidato”.

Tras asesinar al aspirante popular en Donostia Gregorio Ordóñez, ETA acabó con la vida de otros dos concejales del PP vasco: Miguel Ángel Blanco y José Luis Caso. “Estábamos un poco tensos”, reconoce Juaristi, que no se le pasó por la cabeza que Iruretagoyena pudiera estar en el punto de mira: “Era hijo de caseros, con conocidos dentro del grupo de HB... yo al menos no me lo imaginaba. Fue una sorpresa enorme”.

“Se le propuso ponerle escolta, pero no quiso, no quería... Yo le insistí, porque tenía mucho trato con él y con su padre, pero no, él decía que no. ¿A mí?, imposible, decía”, confiesa el expresidente del PP zarauztarra, que guarda cierto sentimiento de culpa por aquella muerte: “Fui quien le animó a ocupar el cargo, y me consideré un poco culpable de la situación que ocurrió”.

Fue a primera hora de tal día como hoy. Poco antes de las 8.00 horas, rememora Juaristi: “A los 10 minutos, me avisaron del desastre. Me llamó el alcalde, Imanol Murua, y me encontré con él junto al automóvil, junto al cadáver. Después fui a casa de él. El padre, Cándido, no estaba, pero sí la madre. Le conté el hecho tan grave y se puso histérica, me despachó de casa, me insultó... Estaba desesperada”.

El asesinato provocó una gran reacción política y social. El presidente del Gobierno español y ocho ministros acudieron a la capilla ardiente y el Pleno en el que el exdiputado general y entonces alcalde zarauztarra, Imanol Murua, calificó el ataque de “salvaje” fue tenso por las palabras de los dos ediles de Herri Batasuna, en las que mostraron su pésame a la familia siendo conscientes del “dolor que sufren los familiares de Iruretagoyena” tras un atentado que enmarcaron en la “situación de conflicto político”. Fuera, una gran manifestación reunió dos días después a miles de personas. Cuentan las crónicas que más de los 19.700 habitantes que tenía entonces la villa.

Dos décadas después, ETA va camino de su desaparición. Juaristi, que antes de ser juntero del PP entre 1995 y 1999 fue concejal, alcalde y diputado en la época franquista, cuando renunció por discrepancias con el entonces ministro de Gobernación, Rodolfo Martín Villa, recuerda que desde 2011, cuando la organización armada decretó el cese definitivo de su actividad violenta, el cambio en la calle ha sido “no notable, sino muy, muy notable”.

“Siguen existiendo radicales, como existen en todas partes, pero mucha gente que en su día lo era, hoy en día me saluda, se para a conversar conmigo... Hay una convivencia positiva, muy positiva”, señala Juaristi sobre el avance con respecto a un atentado por el que fueron condenados Gregorio Escudero, Javier García Gaztelu e Irantzu Gallastegi a penas de más de 40 años de prisión.

Durante la vista oral contra estos dos últimos, la mujer de Iruretagoyena, María José Imaz, prestó una declaración que trascendió por su emotividad. En ella contó cómo quedó viuda al cargo de dos hijos, uno de cuatro años y el otro, de apenas unos meses. Imaz expresó casi 12 años después en la Audiencia Nacional que no les dijo qué le habían hecho a su padre: “Se lo he ido tapando un poquito para que no sufrieran. Al mayor, no se lo he podido decir hasta este año porque yo no estaba bien. El pequeño, de 12, todavía no lo sabe”.

Era 2009. Hoy a los tres les espera una cita que la familia ha pedido al Consistorio que sea humilde. Un recuerdo al que, además de los allegados de Iruretagoyena y las autoridades, están invitados los integrantes de la Corporación de 1998. Un homenaje en el que se leerá la declaración que debería quedar firmada esta mañana. Un acto que, además de las palabras que los grupos acuerden, puede tener las de uno de los hijos para un padre asesinado tal día como hoy hace 20 años.