- Hoy domingo, 19 de junio, los colombianos ponen punto y final a una de las campañas presidenciales más apasionantes y polarizadas que se recuerdan. Unos 38 millones de votantes acuden a las urnas para elegir entre las apuestas antagonistas que representa la izquierda de Gustavo Petro y la muy conservadora candidatura de Rodolfo Hernández.

A diferencia de la primera vuelta, donde la candidatura más votada estaba claro que sería la de Petro, la incertidumbre ha estado sobrevolando durante toda la campaña de esta segunda cita, después de que Hernández haya incluso sido capaz de sacar al del Pacto Histórico de la primera posición de las encuestas.

El candidato ultraderechista se hizo con más de 5,9 millones de votos en aquella primera cita del 29 de mayo -el 28,17%- superando contra todo pronóstico a Federico Fico Gutiérrez, quien parecía ser la opción predilecta de la derecha para vencer a Petro, en quien confiaron más de 8,5 millones de electores.

Los sondeos reflejan en la mayoría de los casos un empate técnico, aunque otras dan por vencedor a uno y otro por un estrecho margen, no obstante, ambos ya se han encargado de aclarar que aceptarán el resultado sea cual fuere. En lo que también coinciden los sondeos es en el porcentaje del voto en blanco, alrededor del 5%.

Los últimos días de la campaña han estado marcados por la decisión del Tribunal de Bogotá de obligar a ambos candidatos a llevar a cabo un debate electoral en vísperas de este domingo, después de que una tutela que se presentó en contra de Hernández en la que se le acusaba de infringir los derechos de los colombianos al negarse a participar en este tipo de encuentros. Sin embargo, la falta de consenso dejó a los colombianos sin debate a pesar del fallo judicial que obligaba a celebrarlo antes del jueves.

Colombia es uno de los países más desiguales del continente, con 21 millones de pobres, mientras que más de la mitad de las tierras están en manos de una minoría privilegiada que no alcanza el 2% de la población. Una trampa mortal para los campesinos, que ahogados por las políticas neoliberales y de libre comercio recurren a los cultivos ilícitos de coca, en manos de los grupos armados.

La desigualdad en el reparto de las tierras es la razón principal por la que nació un conflicto armado que ya va para seis décadas. Uno de los temas cuando se inició la negociación entre el Gobierno del entonces presidente, Juan Manuel Santos, y la guerrilla de las FARC, abordaba esta cuestión.

Sin embargo, seis años después, la situación sigue sin avances significativos y los líderes campesinos que piden, por ejemplo, pasar de los cultivos ilícitos a la agricultura formal, no solo son asesinados por los grupos armados, sino también por los propios militares. Entre 2021 y lo que va de 2022, con uno de los trimestres más mortíferos, han matado a 188 dirigentes del campo.