- Los conservadores, que hace menos de dos años consiguieron una de las mayores victorias electorales de la historia del Reino Unido, celebran desde hoy su primer congreso presencial desde la pandemia más agobiados de lo que preveían, debido a la convulsión en ciertas áreas de la economía.

Todo estaba listo para que la cita en Mánchester (norte de Inglaterra), que se prolongará hasta el miércoles, coronase la popularidad de Boris Johnson como primer ministro y sirviese para calentar motores de cara a unas elecciones anticipadas que muchos dan por hechas. Sin embargo, en las últimas semanas una serie de imprevistos sobre la economía han obligado al Gobierno a ponerse a la defensiva.

El congreso tory, pues, deberá salir al paso de las crisis superpuestas a la vez que promueve su plan de “reequilibrio territorial” con el que planea consolidar sus avances en el deprimido norte de Inglaterra. Y eso le obligará a convivir con imágenes poco deseadas: a la vez que el ministro de Economía, Rishi Sunak, desvela su programa para reducir la deuda mañana, 200 militares se sentarán al volante de camiones cisterna para distribuir combustible a las vacías gasolineras del país.