- Siria celebró ayer unos polémicos comicios presidenciales, rechazados por la ONU y buena parte de la comunidad internacional, solo en las áreas controladas por el presidente Bachar al Asad, que tras años de conflicto armado busca afianzarse de nuevo al frente del país.

Más de 12.100 colegios electorales fueron habilitados y más de 18 millones de personas llamadas a las urnas entre las 6.00 y las 18.00 horas, en medio de un fuerte despliegue de seguridad en la capital.

Sin embargo, poco antes del cierre establecido, el Comité Judicial Supremo para las Elecciones anunció que las votaciones se prolongarán cinco horas más debido a la “fuerte afluencia de votantes”.

Al Asad depositó su voto en la simbólica localidad de Duma, exfeudo rebelde en las afueras de la capital retomado por las fuerzas gubernamentales en 2018; mientras que sus contrincantes Abdulá Salloum Abdulá, exviceministro de Asuntos Parlamentarios, y Mahmud Marai, un líder de la oposición interna, lo hicieron en Damasco.

Al Asad defendió la legitimidad de los comicios desde Duma, donde sus habitantes votan por primera vez en unas presidenciales desde el comienzo del conflicto en 2011, ya que la localidad no había sido aún “liberada” por Damasco cuando se celebraron las elecciones de 2014.

“Esta es la respuesta popular, es una afirmación de que el ciudadano sirio es libre. La decisión del ciudadano está en manos del pueblo, no en manos de ninguna otra entidad”, defendió el dirigente en declaraciones difundidas por la Presidencia siria.

Pocas horas antes, Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania, Francia e Italia tacharon la cita electoral de “fraudulenta” e “ilegítima” en un comunicado conjunto, al considerar que estas elecciones no son “ni libres ni justas” ni creíbles. Buena parte de la comunidad internacional rechazó los comicios porque no forman parte del proceso de paz.