- La cuenta atrás para la caída del Gobierno está cada vez más cerca en Israel: a pocas horas del plazo de medianoche para evitar otros comicios, Benjamín Netanyahu y su principal socio, Beny Gantz, seguían sin pacto por los presupuestos, y el país irá de nuevo a las urnas si no hay sorpresas finales.

Al borde del límite para validar o posponer la aprobación de un plan presupuestario -el principal elemento que les enfrenta-, la posibilidad de que lleguen a un compromiso es remota, la crisis parece irresoluble y tanto clase política como medios locales asumen que el Parlamento (Knéset) se disolverá automáticamente esta noche.

De confirmarse, Israel se verá abocado a otras elecciones -las cuartas en menos de dos años-. Lo más probable es que tengan lugar el próximo 23 de marzo, con el país aún sumido en plena crisis del coronavirus y con dificultades económicas generadas por la pandemia.

El agotamiento precipitado de la legislatura significará el fin de un Ejecutivo de coalición que duró apenas siete meses -se formó en mayo-, y que a partir de mañana pasará a gobernar en funciones.

Hasta que haya comicios y se forme otro Gobierno, Netanyahu podrá mantener el cargo de primer ministro en un período de transición que podría durar meses o incluso superar el año. Esto, según analistas, fue el principal elemento que le llevó a no acordar la aprobación presupuestaria con Gantz.

Gantz pedía aprobar un presupuesto bianual para 2020 y 2021, como estipula su pacto de coalición, pero Netanyahu se negó y quería aprobar solo uno para 2020.

Detrás de esta intención, los analistas apuntan a un cálculo político del primer ministro: no tener un presupuesto aprobado le permite liquidar el gobierno sin tener que transferir a Gantz su Jefatura en otoño de 2021, como marcaba su pacto de alternancia, y quedarse al frente del Ejecutivo mientras esté en funciones.

A su vez, según medios, el Likud de Netanyahu quiso reducir los poderes del ministro de Justicia, Avi Nissenkorn -miembro de la formación Azul y Blanco de Gantz-, para así ganar influencia a nivel jurídico y en el nombramiento de altos cargos judiciales, un asunto que agravó aún más las fricciones y desconfianzas mutuas.

El último intento para salvar la situación fue la madrugada pasada, cuando se presentó una propuesta de ley al pleno de la Knéset para ampliar el plazo de aprobación de presupuestos y dar a Netanyahu y Gantz unos días más de margen para negociar.

Pero la prórroga se rechazó por la mínima, e incluso diputados de Likud y Azul y Blanco rompieron filas y se opusieron a ella, un factor clave que propulsó el camino de Israel hacia las urnas.

Durante la tarde de ayer, ambas formaciones no hicieron más que intercambiar reproches y se acusaron mutuamente de arrastrar el país a comicios. “Estamos en contra de las elecciones”, pero si Azul y Blanco “nos fuerza”, el Likud “las ganará”, dijo Netanyahu en una rueda de prensa con un tono más propio de campaña electoral.

Gantz, por su parte, le acusó de ser “tremendamente irresponsable” al negar “al país un presupuesto durante seis meses”, lo que hizo “por consideraciones personales y egoístas”.

En este contexto, el Gobierno de Israel alcanzó ayer un acuerdo para prorrogar la red de seguridad financiera en 2021 ante la ausencia de un pacto sobre los Presupuestos.

La decisión permitirá que se mantengan activos los servicios del sistema sanitario, en medio de la pandemia, y velará “el funcionamiento continuado del Estado de Israel desde enero hasta que se celebren las esperadas elecciones y se aprueben los Presupuestos”, destacó el ministro de Finanzas, Israel Katz.

El líder del partido Resiliencia, Benny Gantz, pidió aprobar solo un presupuesto para 2020, en vez de hacerlo también para 2021.