- Con la negativa a aceptar la derrota electoral, Donald Trump abre un escenario caótico en EEUU con el Departamento de Justicia respaldando las denuncias infundadas de fraude electoral, mientras sigue bloqueada la cooperación con el equipo de transición de Joe Biden.

Cuatro días después de que se proyectase a Biden, candidato demócrata, como próximo presidente de EEUU, Trump sigue parapetado bajo un muro de acusaciones sin evidencia.

Aunque en un principio los republicanos habían optado por el silencio, poco a poco los líderes del partido han ido ofreciendo un apoyo matizado a las denuncias del mandatario. “El presidente está 100% en su derecho de investigar las acusaciones de irregularidades y sopesar sus acciones legales”, aseguró Mitch McConnell, líder de la mayoría republicana en el Senado.

Ante la inusual situación, la agitación interna en las agencias federales es más que evidente. Pocos minutos después de que el fiscal general de EEUU, William Barr, ordenase investigar el supuesto fraude en los comicios presidenciales, el director de delitos electorales del Departamento de Justicia, Richard Pilger, anunciaba su dimisión inmediata.

“Habiéndome familiarizado con la nueva norma y sus ramificaciones, lamentablemente debo renunciar a mi cargo como director de la División de Crímenes Electorales”, anunció Pilger, en una comunicación interna.

Pilger, además, lamentó que la orden de Barr “deroga una norma de 40 años de no interferencia federal en investigaciones de fraude electoral durante el periodo anterior al de certificación de las elecciones”.

Barr había criticado, precisamente, el rol de la división de Pilger y había obligado a todos los fiscales del Departamento de Justicia a investigar supuestas irregularidades en las pasadas elecciones presidenciales antes de que los resultados sean definitivos.

La agencia gubernamental encargada de iniciar el proceso de transición es la Administración de Servicios Generales, una vez que determina que hay un ganador “aparentemente exitoso” en las elecciones. Algo que, por el momento, su directora, Emily Murphy, nombrada por Trump, no ha hecho.

Si bien Biden consideró oportuno dar unos días a la Administración Trump para que asimilase la derrota, poco a poco la campaña del presidente electo ve crecer su inquietud ante la postura beligerante del mandatario. “Creemos que ya ha llegado el momento de que la directora de la GSA certifique a Joe Biden y Kamala Harris como presidente y vicepresidenta electa”, indicó un asesor de Biden. Esta certificación es necesaria para que la mecánica de la transición comience a operar, al otorgar acceso a miembros del equipo del presidente electo a información gubernamental y que puedan establecer contacto con los funcionarios de las agencias federales.

El Partido Republicano ha interpuesto más de una decena de demandas -algunas ya retiradas- en varios estados denunciando supuestas irregularidades, pero aunque esos casos fuesen ciertos no parecen suficientes para revertir el resultado.

Para ganar las elecciones en los tribunales, Trump debería darle la vuelta al escrutinio en Pensilvania, Georgia y Nevada o Arizona, todos ellos estados en los que Biden ya ha sido declarado ganador o lidera el escrutinio de forma clara.

Según los últimos conteos, Biden suma ya 290 votos en el colegio electoral, por encima de la cifra mágica de 270 que otorga la victoria de la presidencia.

La acusación de fraude detiene una rueda de prensa. La cadena Fox News interrumpió la emisión de una rueda de prensa de la portavoz de la Casa Blanca, Kayleigh McEnany, después de que esta acusase al Partido Demócrata de “celebrar” el supuesto fraude denunciado por el presidente, Donald Trump, tras las elecciones del 3 de noviembre. “Está acusando a la otra parte de celebrar el fraude y la votación ilegal. Si no tiene más detalles que lo apoyen, no puedo seguir emitiendo esto”, dijo el presentador Neil Cavuto al interrumpir unas acusaciones que consideraba “explosivas” por parte de McEnany.