Columnista del diario 'The Washington Post' e implacable opositor a la tiranía saudí, Jamal Khashoggi, acababa de prometerse con la ciudadana turca Hatice Cengiz. Turquía es un hervidero de opositores a los regímenes árabes de todos los colores, principalmente de Oriente Medio. Allí, hace dos años, Khashoggi quería contraer matrimonio con Hatice, pero el saudí ya había estado casado y necesitaba que el consulado de su país certificara su divorcio. Y a por ese certificado acudió al consulado saudí, las cámaras grabaron su entrada en lo que fueron sus últimas imágenes. Se puede a ver al periodista, junto a su prometida, en el control policial exterior de la embajada y cómo accede al interior del consulado.

El periodista acudió días antes con Cengiz, que tuvo que quedarse fuera, a informarse de los trámites para conseguir el certificado de divorcio y fue atendido con mucha amabilidad. El mismo contó a su prometida que los funcionarios hablaron distendidamente con él de su país natal, tomaron té y le dijeron que no se preocupara por nada. Quedó con ellos para la recogida del documento. Y ese fue el tiempo que tomaron las autoridades saudíes para planificar el asesinato.

Habían quedado para el 2 de octubre y en la tarde del día 1 aterrizaba en Estambul un avión saudí en el que pudieron ser identificados tres miembros de la Inteligencia del país árabe, dos de ellos estrechos colaboradores del príncipe heredero Bin Salman. Horas más tarde, en la mañana del día 2, un avión privado saudí tomaba tierra en Estambul. De el bajaron nueve ciudadanos saudíes con el patólogo forense militar Salah al Tubaigy a la cabeza. A este médico se le escucha en las grabaciones que hacía el espionaje turco en la embajada saudí: "Normalmente me pongo los cascos y escucho música cuando corto cadáveres. Mientras, bebo café y fumo". Y es que esta historia parece un guión de película de cine negro, del malo.

ESPIANDO EN UN NIDO DE ESPÍAS

El consulado, convertido en un nido de espías, era a su vez controlado por la Inteligencia turca que había colocado micrófonos en su interior. Esas grabaciones, facilitadas por Turquía a varios países, son las que permitieron al gobierno turco asegurar que Khashoggi había sido asesinado y descuartizado.

Según las traducciones las versiones varían, pero en lo sustancial coinciden en que se escuchan amenazas por parte del escuadrón que le ejecutaría. El periodista les advertía de que padecía asma y podían ahogarlo. Después se escucha algo como una bolsa de plástico y una respiración agitada que se detiene súbitamente.Instantes después puede oirse una sierra que se pone en funcionamiento durante 30 minutos.

En todo este tiempo son constantes las llamadas a Riad y las palabras del forense militar saudí asegurando que era la primera vez que descuartizaba un cadáver en caliente a la vez que pedía que, a medida que le iba desmembrando, metieran los miembros en bolsas y se deshicieran de ellos.

Los micrófonos del piso de arriba captaban cómo otro saudí se vestía con la ropa de Khashoggi y se quejaba de lo que se ponía y de que los zapatos le estaban pequeños (sale de la embajada con playeras). Era Mustafa al-Madani, quien se hizo pasar por el periodista para que le registraran las cámaras de seguridad, aunque su escaso parecido con Khashoggi convirtió su intento de engaño en un ridículo esperpento.

La estrategia de Riad fue asegurar que el periodista había salido del consulado, pero no las cámaras ni su prometida que esperaba en la puerta le volvieron a ver. Una vez convencidos de que era imposible que nadie creyera esta versión, las autoridades saudíes cambiaron de relato. Reconocieron que un equipo de 15 hombres fue enviado por Riad para llevar a Khashoggi a Arabia Saudí, que él se negó y en el intento de "convencerle" se les murió.

El principe heredero, sobre el que todo el mundo sospecha de ser la mano asesina de Khashoggi fue señalado tanto por la ONU como por Donald Trump. Bin Salman inició un proceso de lavado de imagen condenando a muerte a cinco personas por estos hechos, aunque absolviendo a su asesor Saud al Qahtani por falta de pruebas. Posteriormente las penas de muerte tambíen serían conmutadas.

¿A QUIÉN JUZGA HOY TURQUÍA?

La Justicia turca juzga a una veintena de ciudadanos saudíes, incluidos los dos asesores del príncipe Bin Salman: El absuelto por Arabia Saudí Saud al Qahtani y el entonces número dos de los servicios secretos, general Ahmad Asiri.

A estos hay que agregar una lista de 18 acusados que, por supuesto, no acudirán al juicio pese a tener vigente una orden de búsqueda y captura de Interpol.