La comparsa Eureka, tanto por su tamaño como por la habitual espectacularidad que exhibe en sus disfraces y en su carroza, es una de las más aclamadas en el Carnaval de Donostia. Y al frente de la misma está Oliber Nestar, un rostro muy popular de esta fiesta, que vive con especial pasión. Es el alma de los carnavales, en los que participa desde hace 23 años. Es bailarín, coreógrafo y showman, todo a la vez, a lo que añade su particular carisma, que atrae los focos. Pero Oliber dice que “una cosa es el personaje que se expone en el desfile y otra la persona”. Por si alguien quiere conocerle mejor, publicó a finales de este pasado año su autobiografía, 'Lágrimas de brillantina', en la que habla de su trayectoria vital, desde que era un niño hasta ahora, con el Carnaval como hilo conductor. Ahora, a sus 35 años, se siente “fuerte”, pero no siempre fue así.

Oliber, el menor de cuatro hermanos, de padre palentino, madre segoviana y nacido en Errenteria, era un niño “inquieto, nervioso y creativo”, cuenta: “Nunca he jugado a consolas. Prefería pintar y también todo lo que fuera bailar, hacer imitaciones y disfrazarme. Pero siempre a puerta cerrada, en mi casa”. De puertas afuera, intentaba hacer “lo que la sociedad dictaba, porque entonces no era como ahora”: “Lo hacía simplemente por sobrevivir. Por ejemplo, estuve ocho años haciendo natación, entrenando cuatro días a la semana, dos horas diarias. Al menos de ahí saqué la disciplina que tengo”, cuenta a NOTICIAS DE GIPUZKOA mientras toma un café, después de una clase en su academia.

Su inquietud por el baile, por los disfraces y por la actuación hizo que se animara a apuntarse a carnavales con Eureka, la misma compañía que capitanea ahora. “Mi primer desfile fue un horror, siempre lo digo. Acabé con mi traje lleno de huevos, refrescos y mil cosas que me tiraron”, cuenta. Lo narra con entereza, pero no es difícil imaginar lo mal que lo tuvo que pasar cuando era un niño de 12 años a quien simplemente le gustaba bailar y que a cambio recibía mofas y lanzamiento de objetos. “Era el único chico de la comparsa. En ese momento quería bailar, pero no sé ni cómo acabé ese primer desfile”, admite: “Saqué fuerzas necesarias, el tiempo ha pasado y ahora estoy aquí. Yo me quería dedicar a eso y bailar, aunque al de enfrente no le gustara”.

Esos malos ratos en los desfiles no acabaron el primer año. “Hubo unos cuantos años más que también fueron igual de complicados. Igual hasta 2010 o 2011 no se empezó a normalizar, al menos en mi caso. Toda la adolescencia y juventud, desde los 12 años, es una época potente, en la que te descubres a ti mismo, tus luchas, y es difícil enfrentarte a situaciones así”.

Difícil etapa colegial

Algunos de esos chicos que se metían con él eran sus propios compañeros en el colegio: “Yo iba con la misma actitud a clase. Cuantas más armas des al enemigo, peor. Ellos no dieron la cara, yo sí porque iba en el desfile. Mi etapa en el colegio no ha sido bonita. Por las tardes pedía salir cinco minutos antes para evitar ciertas situaciones. Mi etapa feliz empieza en el instituto. Saco la valentía y me voy a un instituto al que no fueron ninguno de mis compañeros del colegio. Fue la mejor decisión de mi vida, porque me quité el lastre”. Todo eso fue moldeando su personalidad: “Ahora soy la persona que soy porque me he ido haciendo por el camino”.

Por parte de su familia sí se sintió apoyado: “La parte más dura de mi infancia no la contaba en casa porque quería preocuparles. Soy el pequeño de cuatro hermanos. Mis padres siempre me han apoyado. Mi padre, que murió hace cinco años, era mi mayor fan, pero él tenía que escuchar muchas cosas cuando yo pasaba desfilando. Yo le tenía dicho que no se enfrentara, que no entrara al trapo. Pero entiendo que escuchar algunos comentarios era complicado para él. En casa siempre me han apoyado. De hecho, mis hermanas han participado en el desfile conmigo y mis sobrinos lo siguen haciendo”.

Aquel niño es ahora un joven de 35 años del que se podría decir que es la cara visible del Carnaval donostiarra y también del de Errenteria, donde desfilará el próximo domingo por la mañana. “Yo me quería dedicar a esto”, asegura. Lo tenía claro. Sorprende, por tanto, que durante años trabajara “de contable en un centro médico”. “Pero estar sentado en una silla no es lo que quería”, admite entre risas. Ahora tiene su propio negocio, la academia de baile Oliber Nestar, que abrió en 2015: “Hasta entonces daba clases en polideportivos, asociaciones de mujeres o colegios. Me dedico al espectáculo: fiestas con animación, galas benéficas, coreografías para eventos, clases y exhibiciones de zumba y danza... Siempre intentando que la gente lo pase bien. Y doy clases en mi estudio de lunes a viernes”.

“Comprometido y pasional”

Además de ser el rostro visible de Eureka, Oliber es uno de los más implicados en sacar adelante el trabajo de preparación de una comparsa de casi 200 personas, lo que incluye el baile, los vestuarios, la carroza... “Al final sin querer va un poco unido a mi academia de baile, pero el Carnaval no sale de la escuela, sino de la Asociación Juvenil Eureka. Somos 15-20 voluntarios los que llevamos la organización y sostenemos el equipo humano de la comparsa”.

Además de continuar con su día a día en la academia, de septiembre a febrero Oliber se vuelca en el Carnaval: “En agosto descanso, desconecto y cargo pilas. En septiembre vuelvo reseteado y empiezo a montar la temporada en la escuela y en el carnaval”. Los ensayos comienzan en octubre, con sesiones los sábados y domingos. “Es poco tiempo porque paramos los puentes y Navidad. Normalmente el domingo repetimos lo del sábado. Es para que la gente aprenda y disfrute con los bailes”.

La comparsa Eureka, en su ensayo de ayer. Javi Colmenero

El principal objetivo es pasarlo bien, porque ese es el espíritu de los carnavales, pero Oliber se lo toma en serio y es exigente: “Soy muy disciplinado. Me gusta hacerlo bien, me comprometo mucho. Es mi forma de ser en todo. Soy muy pasional, soy así para todo. Hacemos diseños y coreografías elaboradas. Me da mucho trabajo, pero también mucha satisfacción. El Carnaval me permite crear fantasía, no hay límites, puedes ir hasta donde quieras. Lo que me gusta es la libertad plena. Es mi trampolín a la creatividad”. Los preparativos le hacen sentirse “agotado” en las semanas previas, pero el cansancio se le pasa “en cuanto llega el primer desfile”. Se pone en primera fila, se coloca el micrófono y empieza el show, que incluye bailar e interactuar con el público.

Charlas a adolescentes

Al margen de su participación en el Carnaval, su autobiografía le ha permitido mostrarse tal y como es y contar su historia, por ejemplo, a chavales, ya que le están llamando para dar charlas en colegios e institutos: “El libro lo he hecho por mí, por sanarme yo, recordar algunos episodios ha sido una terapia. Está calando entre la gente y hablar con chicos y chicas de Bachiller está siendo impresionante. Entro en el aula con miedo, porque ponerme delante de adolescentes hace que vuelvan mis viejos fantasmas, pero les voy contando mi historia y estoy seguro de que sus mentes empiezan a trabajar, no pensando en mí, sino en casos que tienen a su alrededor”.

La respuesta de estos chavales está siendo muy positiva: “Les cuento cómo salí del armario, les hablo del respeto, de la diversidad, de la amistad. Yo, por ejemplo, del colegio mantengo dos amigos, el resto me los he ido encontrando en el camino, eso es importante que lo sepan. Si les puedo ayudar un poco, ya estoy contento. Algunos luego me escriben por mail o por las redes sociales contándome sus experiencias y eso me encanta”.

Cada persona tiene su brillo. A mí me lo intentaron apagar y sé que, como yo, hay un montón de gente.

Oliber Nestar - Miembro de la comparsa Eureka.

“Mi vida es esa. Me gustaría que la gente no solo se quedara en el personaje, porque la mayoría me conoce del Carnaval. Ese niño diferente, al que le gustaban otras cosas, con el paso del tiempo se ha convertido en lo que soy ahora. Cada persona tiene su brillo. A mí me lo intentaron apagar y sé que, como yo, hay un montón de gente”, concluye Oliber, que avisa de que la creación de Eureka para este año, basada en Memorias de África, es “maravillosa”.