- José Antich (La Seu d´Urgell, 1955) tiene un aire de veterano periodista anglosajón. Lleva en la brecha desde los 22 años, está cerca de cumplir 67, pero no ve cercana la jubilación siempre que la salud le acompañe y ElNacional.cat, su medio, siga teniendo la confianza de sus lectores. Reconoce que no era fácil sacar un nuevo medio de comunicación tras haber dirigido La Vanguardia de 2000 a 2013. Él lo hizo."Queremos informar para que el espacio independentista, el nacionalismo catalán, tenga una voz importante en la que se pueda reconocer", explica. Hoy El Nacional.cat se proyecta también fuera de Catalunya, con "8,2 millones de usuarios únicos en España". En su balance político Antich va dejando aldabonazos. "Los que tenemos cierta edad vimos el poder de los militares durante muchos años, aunque hubiera un Gobierno democráticamente elegido, ahora los jueces han cogido su bandera, y conducen buena parte de la política de España. Esa es una anomalía que hay que denunciar".

Ha escrito que España es un "Estado cloaca donde se obtiene información por todo tipo de vías ilegales".

-Estamos ante una situación claramente anómala en un país democrático. Lo que empezó como Catalan Gate, un caso de espionaje masivo utilizando Pegasus contra el independentismo catalán y algunas otras personas, ha acabado derivando en una serie de espionajes y de posiciones políticas que son absolutamente impropias de un Estado democrático,; los demócratas españoles tendrían que rebelarse.

Da la sensación de que el escándalo se irá diluyendo. El defensor del Pueblo ha dicho que el espionaje a 18 líderes fue conforme a la Constitución, y parece que Esquerra no quiere romper la baraja.

-Hay un enorme interés por que este tema desaparezca lo más rápidamente posible de la agenda política y mediática. Creo que a diferencia de otros casos donde el Gobierno ha podido controlar la agenda, en este caso no va a ser exactamente así, primero porque el escándalo es mayúsculo no solo a nivel español sino también internacional. Y porque es evidente que la primera información de Citizen Lab de 65 personas confirmadas no es el número total que va a acabar dando, creo que se va a multiplicar en los próximos meses, y eso va a ser una constante. El Gobierno español ha tratado de poner esparadrapo en este tema cuando la herida necesita una operación quirúrgica y sacar todo lo que se ha gangrenado dentro. El Gobierno se resiste a eso, y para ello tiene el apoyo del PP, de Vox y de Ciudadanos. Pero creo que el goteo de noticias que va a haber en las próximas semanas va a llevar al Gobierno español en este tema a un callejón sin salida.

Moncloa ha pedido a Pere Aragonès fecha para retomar la mesa de diálogo. ¿Un movimiento suficiente?

-Yo doy la legislatura española en estos momentos por bastante acabada. No quiero decir que Pedro Sánchez no intente llegar como sea hasta el final de la legislatura, pero la etapa de acuerdos importantes creo que no va a pasar, entre otras cosas porque el Gobierno español está hablando de una mesa de diálogo que no existe. No hay comensales, no está la comida, ni los platos, ni el mantel, ni la mesa. Es una entelequia. Esquerra no lo tiene fácil para activar de nuevo la mesa, entre otras cosas porque sentarte con los que te han espiado es una cosa relativamente difícil.

Un riesgo para este Gobierno el ir durante año y medio medio grogui o muy desgastado con las elecciones que hay en el horizonte...

-Yo creo que Pedro Sánchez desaprovechó su buen momento para convocar elecciones, y ahora está seguramente maniatado hasta final de la legislatura a esperar un voto de suerte, porque las elecciones andaluzas le irán entre mal y muy mal, el PSOE no será el primer partido ni tendrá posibilidad de conformar Gobierno. El único interrogante para Sánchez es saber si el PP va a tener mayoría absoluta, que creo que no la va a tener, pero sí una mayoría holgadísima con Vox, cuando Andalucía es el granero electoral del Partido Socialista.

Para Sánchez, que juegue la selección española en Catalunya, es la prueba del algodón frente al PP.

-Es ser muy ingenuo pensar que el problema catalán está resuelto, sigue vivo, aunque esté durmiendo. Es evidente que en estos momentos no hay la pulsión en la calle de los años fuertes del procés, pero eso no ha resuelto el problema y no es descartable que en un plazo razonable, depende de cómo actúen el Gobierno español y los partidos catalanes, la maquinaria se pudiera volver a activar.

Hace días una encuesta cifró en más del 70% de catalanes que no consideran una prioridad la independencia. Sánchez ha laminado al independentismo en medio de un contexto endiablado como la pandemia.

-Sin duda, la situación política y sociológica ha cambiado, hay cansancio en el movimiento independentista, pero si el Gobierno español considera que ahora es el momento más bajo de lo que han denominado suflé, a lo mejor sería el momento para convocar un referéndum en el que el Estado español ganara por el 60 o el 70%, y de alguna manera acabara con la cuestión al menos para un par de décadas o una generación. Yo les animo a que si están tan convencidos de eso que lo hagan.

Se ha conocido que se espió en 2019 a Esquerra ante la posibilidad de que llegara a la alcaldía de Barcelona. ¿La imagen de Colau ha quedado desgastada por su gestión o por estas informaciones?

-Ella tiene una enorme capacidad para movilizar a los suyos, y una masa de fieles muy alta, lo único que consigue es que los que no son suyos cada vez estén más irritados. ¿Eso cambiará las próximas elecciones? Dependerá sobre todo de si el Partido Socialista da con un candidato con posibilidades reales de disputarle la alcaldía. Si es así, creo que las próximas elecciones serán entre el Esquerra y el Partido Socialista. Si no, entre Esquerra y los Comunes.

Para un sector del Estado o de la política, contra el independentismo todo vale.

-Hemos sabido que las elecciones catalanas de 2012 estuvieron intervenidas por el Gobierno español a partir de la divulgación de noticias falsas elaboradas en el Ministerio del Interior, y publicadas en medios de comunicación empezando por El Mundo. La confirmación de que aquellas fake news alteraron los resultados es de una gravedad enorme, porque en aquellas elecciones Convergència i Unió pasó de 62 a 50 escaños, cuando tres semanas antes le daban mayoría absoluta. Hubo una intervención política que alteró los resultados democráticos. En 2015 se repitió una segunda operación de fake news, y el alcalde Xavier Trias perdió la alcaldía. Cabe preguntarse cómo se puede seguir alterando procesos democráticos con noticias falsas desde el poder del Estado.

Usted estuvo en el grupo fundador de El Periódico, dirigió La Vanguardia... su trayectoria simboliza el cambio sociopolítico de una parte sensible de Catalunya.

-Yo llegué a La Vanguardia en el año 2000, en la mayoría absoluta de José María Aznar, transité con tres presidentes del Gobierno de España, sacamos la edición en catalán en 2011, y mucha gente pudo pensar que era simplemente hacerla en lengua catalana. Nunca estuvo en mi ánimo ni pensamiento hacer eso. Lo que quisimos, o al menos intentamos, es que el diario se pareciera cada vez más a la sociedad catalana que quería representar, con una mirada propia sobre los temas, no pasada por el filtro español.

Ha sido testigo de la historia política contemporánea. ¿Qué sensación le dejan estas décadas?

-Yo creo que la Transición fue válida hasta el 23 de febrero del 81. Aquella fecha fue el primer intento de que la reforma simplemente fuera un ajuste. Y quedó implementado el primer parón de lo que hubiera podido ser una España diferente.

¿Fue la primera sombra de seria duda sobre Juan Carlos I?

-Exactamente. Aquel fue el primer momento en que se detuvo lo que seguramente personas como Jordi Pujol o Xabier Arzalluz habían pensado que podía ser una España diferente. El 23-F ya delimitó un perímetro distinto a lo delimitado en 1977 y 1978. El segundo parón importante se produjo con la mayoría absoluta de José María Aznar, el inicio del dibujo de una España diferente, en la que el centro sería más importante que la periferia, y donde esta iría perdiendo poder político a medida que avanzara el tiempo. Entonceel Partido Popular puso la proa en la lengua catalana, que no podía ser la única vehicular de la educación, y ahora estamos viendo los frutos de aquello. Estamos a punto de perder uno de los valores importantes de la escuela catalana, la inmersión. Todas esto en el día a día no tiene importancia, pero mirado con perspectiva de 40 años sí.