Aintzane Murillo, en estos momentos, se dedica a sacar probetas de hormigón en un laboratorio de ensayos, pero ella es albañila. "Aparecí de rebote. A un compañero le hicieron la entrevista pero como tenía que hacerla dual, no pudo. Me la hicieron a mí y al día siguiente ya estaba trabajando, y como me gusta, ahí sigo", sostiene esta lasartearra de 30 años. Es consciente de que "no es habitual" ver a mujeres albañilas. "Los tres primeros meses era la comidilla en todas las obras ver a una mujer en la obra", confiesa. "Yo lo llevo bien. Es lo más normal del mundo. Ahora me llaman por mi nombre", quiere dejar claro. "No creas que tengo muchas anécdotas. Yo creo que ya está muy normalizado. Nunca me han hablado mal. Siempre he sentido el cariño y me han ayudado".

  • Lea más: El talento no entiende de géneros

Es de las que piensa que "cuando quieres trabajar y te gusta lo que haces, si quieres, lo sacas adelante. No es una cuestión de fuerza", sostiene. "Siempre me ha gustado la obra. Me saqué Delineación, primero, luego encargada de obra€ todo relacionado con la obra. Como no me salía nada, fui a hablar con los del centro y me saqué el curso de albañil y estoy muy contenta", se sincera. "No es el trabajo de mis sueños, pero me encanta", puntualiza.

Pide a las mujeres que no tengan miedo a ir a la obra porque "no le van a tratar mal. Si les llama la atención, y más trabajando con cosas de peso. Están más acostumbradas a ver jefas de obra, a topógrafas, pero para coger cosas de peso, que no tengan miedo". Entiende que eventos como los de esta mañana, sirven "para esto, que las niñas se animen a estudiarlo y a hacerlo. Muchas estudian y no lo hacen y es una pena". En su opinión, "muchas veces nos limitamos nosotras mismas y eso no tiene que ser así. Si te gusta y quieres hacerlo, hazlo. Tardarás, pero lo sacarás hacia adelante". Lo que también tiene claro que "en la construcción, o le echas morro o te comen".