Vivir sin miedo
Cuatro mujeres deportistas se rebelan contra el machismo “recalcitrante” que ahonda en el mensaje del temor y defienden una “educación igualitaria” que acabe con “desgraciados” como el asesino de Laura y les permita hacer deporte sin estar alerta
No son diferentes del resto de las mujeres, pero su apuesta por el deporte y el siempre difícil encaje de los entrenamientos diarios con el trabajo las sitúa en un grado mayor de exposición ante “desgraciados” como el que acabó con la vida de la profesora Laura Luelmo en la provincia de Huelva. Maite, Arantza, Eneritz y Alizia son mujeres solventes, empoderadas, deportistas, pero sienten en lo más hondo la congoja social que ha provocado el asesinato de la joven de 26 años. No están dispuestas a sacrificar su libertad, pero admiten los temores, a veces inconscientes, que asaltan a la mayoría de mujeres cuando salen a hacer ejercicio solas y atraviesan zonas con poca visibilidad o sin gente. No solo corriendo, sino en otros aspectos de la vida, como “cuando vas de noche sola a casa o te cruzas con alguna persona rara”. Desgraciadamente, admiten, una mujer tiende a estar “más alerta” porque a menudo “pasan cosas”. La solución pasa por la “educación y el respeto”.
Cuatro mujeres deportistas cuentan su experiencia. Se resisten a entrenar condicionadas, a alterar rutas o cambiar de ritmo para mantener distancias. Valoran el entorno en el que se mueven. Su percepción del riesgo en Gipuzkoa es menor, admiten, pero todas se han tenido que enfrentar alguna vez a actitudes o comentarios machistas que les cabrean en muchos casos. Exigen un compromiso social e institucional para educar en valores de igualdad y sueñan con un futuro mejor. “No podemos vivir con miedo”, reivindican.
En alerta, “sin querer”
Maite Maiora, de 38 años, no parece encajar en el perfil de víctima. Corredora de montaña de elite y policía municipal de profesión, tiene recursos para hacer frente a cualquiera, pero admite que “en el monte soy igual de vulnerable que otra mujer porque tampoco tengo mucha fuerza” y, si ve un coche solo aparcado donde no debe, se pone en alerta. Pese a su profesión, reconoce que crímenes como el de Laura “sí dan que pensar. Yo, lo que digo, es que al final las mujeres tenemos que tener un atención que no tienen los chicos. Sin querer, nos sale esa alerta y eso es muy triste”, asegura.
Pocos hombres pueden seguir en carrera a Maite, campeona mundial de maratón de montaña en 2016. Sus logros le han otorgado seguridad en sí misma, pero cuando empezó a correr con 23 o 24 años “tenía menos confianza y me preocupaba más. Con el tiempo he ido mejorando; ahora voy más tranquila, pero según en qué puntos o momentos, suelo llevar el móvil en la mano con el WatshApp y con la ubicación en tiempo real. No me gusta que me controle la gente, pero pueden ser herramientas útiles”, reconoce.
“Es cierto que en el sitio donde vivo, en Mendaro, no tengo puntos malos y ando sin miedo. Hay un polígono donde hace unos años no había farolas y si era de noche, no iba, pero luego las pusieron y ya tengo superado ese momento”, añade.
Noticias como la de Laura Luelmo, más que impotencia, le provocan “enfado” y la respuesta, dice, “no puede ser tomando nosotras medidas, sino a través de la educación de algunos hombres”, insiste. “Yo, por ejemplo, una cosa que no aguanto es que vayas corriendo por un bidegorri y pase un grupo de chicos en coche y toque la bocina. Me cabrea mucho. ¿Vivimos en el siglo XXI?, me pregunto. Son cosas que suceden de vez en cuando”, dice.
“Me rebelo contra eso”
Arantza Rojo es la responsable de comunicación de la Behobia-Donostia, una prueba que se ha planteado como objetivo de cara a 2025 lograr una participación paritaria, con tantas mujeres atletas como hombres. Ella misma lleva más de quince años haciendo deporte y tiene una hija de trece que también hace atletismo y a la que anima a vivir sin temor. En su opinión, hay que huir del mensaje del miedo y avanzar en educación.
“Para empezar, yo voy a correr sola a veces y no creo que para nada sea imprudente. Vivo en Hondarribia y la verdad es que corro tranquilamente, lo mismo asfalto que montaña, aunque es verdad que las que viven en una ciudad y corren de noche, hay sitios en los que sí te sientes más amenazada, pero también cuando vuelves de farra, o en la universidad”.
Rojo critica a los que “educan en tener miedo”, aunque este te sirva de “protección”. “Yo me rebelo contra eso. El miedo te protege, pero tampoco evita nada y no podemos vivir atemorizadas siempre. Hay que tener una conciencia de las cosas, pero considero que salir a correr en una de nuestras ciudades no es arriesgarse tontamente”.
“No podemos trasladar esos miedos a nuestras hijas. Correr y hacer deporte, lo que te hace es hacerte tener más conciencia de ti mismo, mejorar la autoestima y, de alguna manera, te empodera”, explica. “Ahora está todo el mundo hablando de si las niñas deberían volver solas a casa... Si creamos princesitas y machitos violentos, al final tenemos eso. Sobre todo es una cuestión de respeto y de contarles a nuestros hijos e hijas lo que son las normas de comportamiento; y no de castigos ejemplares”.
En su opinión, a Laura le ha pasado esto porque “sencilla y llanamente, alguien ha pensado que podía hacerle cualquier cosa con impunidad. No se trata de que ella corra o vaya en pantalón corto. Un sitio peligroso puede ser cualquiera. Aquí hay una tía estupenda, inteligente, y un colgado, un desequilibrado que tiene un historial largo. Da igual si iba a correr o no. Lo que subyace es un machismo recalcitrante y a mí me preocupan seriamente chavales de 18 que veo con conductas absolutamente machistas y poco respetuosas con las mujeres”, esgrime.
Un desgraciado suelto
Alizia Olazabal (Irun, 49 años) es una veterana corredora de carreras de montaña y ya sabe lo que es romper la cinta de meta al llegar en primer lugar. Considera “vergonzoso” un crimen como el de Huelva. “Al ser mujer, siempre tienes que ir, por desgracia, con más cuidado, pero yo no voy pensando en que me puede pasar algo, si no me tendría que quedar en casa y eso sí que no”, zanja.
Olazabal está convencida de que no se puede vivir tan condicionados por “unos desgraciados que andan por ahí sueltos. Y esa persona en concreto, la que ha matado a Laura, que estuviese tan campante, es lo que me preocupa”, pero al mismo tiempo “no puedes vivir con miedo y sin hacer tus cosas, que son las que te gustan. A mí en el trabajo ya me suelen decir: ¡ostras pues tú sueles ir sola! Pero tampoco es eso. Mi libertad es mi libertad y yo tengo que mandar en ella. No estoy dispuesta a quedarme en casa por si acaso. A mí lo que me preocupa es que esa persona haya estado en la cárcel después de hacer todo lo que ha hecho y no tenga un seguimiento de la Guardia Civil o la Policía”, lamenta.
Porque es mujer...
Madre de un niño de dos años y una niña de siete meses, a Eneritz Sein nadie le quita el atletismo de la cabeza. En la última Behobia-Donostia hizo de liebre para el grupo de corredores de 1h45, un buen comienzo pocos meses después de dar a luz. El golpe de Laura lo ha sentido cerca. “Cuando sales a correr muy pronto por las mañanas, cuando apenas hay gente, sientes respeto”, admite. Y lo cierto es que, “por las cosas que se escuchan, me siento más cómoda cuando entreno en grupo” porque al ir sola, “sin darte cuenta, te viene esa duda y tienes que pensar por dónde ir”. Una realidad “muy triste”, admite Eneritz. “Creo que hemos avanzado, pero todavía hay gente que no tiene cabeza y siguen sucediendo cosas y seguirán pasando. Me gustaría ser positiva, que termine esto y podamos salir a la calle a cualquier hora con tranquilidad, pero a día de hoy tengo dos hijos y me preocupa más la niña porque es mujer. Me gustaría que en el futuro pueda vivir sin estas preocupaciones”, añade.
Más en Actualidad
-
Koldo guardaba un teléfono con todo el material grabado y "dos móviles de Santos, de todas las barbaridades"
-
Tres detenidos por agredir a un 'youtuber' que se dedica a difundir vídeos atacando a inmigrantes
-
Habrá servicio especial de autobuses para los conciertos de Bruce Springsteen
-
Pedrosa defiende el desarrollo de la lengua escolar para "la equidad" y el éxito educativo