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Una mañana entre vacas

Ni la leche viene de la taza, ni la miel se produce en el tarro. El programa Ongi Etorri Baserrira acerca el mundo rural a la ciudad y conciencia sobre la procedencia de alimentos cotidianos.

Una mañana entre vacas

los niños juegan entre la paja, las carretillas y los terneros. Los padres, mientras, escuchan con atención las explicaciones de Joxe Angel Uzkudun, propietario del caserío Agerresoro Haundi, en Aia. Lejos de un día en el parque, las familias que este fin de semana se han acercado hasta esta casa han visto en primera persona cómo se produce la leche. Esta es la imagen que ha dejado el programa Ongi Etorri Baserrira, que en su quinta edición acerca a 700 personas a 30 baserris guipuzcoanos.

El fin de semana Patricia ha acudido al caserío para que su hija “interiorice de dónde viene la leche, por ejemplo”. La madre de uno de los niños que corretea a su alrededor mirando con curiosidad cómo comen las vacas comenta que esa misma mañana preguntó al pequeño a ver si sabía de donde venía la leche. “De la taza”, le contestó.

Pili y Txus, un matrimonio donostiarra, han decidido brindar a su hija y a la niña de Chernobil que tienen en acogida la oportunidad de “tener contacto con el mundo rural” y valoran especialmente “que los txikis puedan conocer de dónde viene un yogur”.

A su lado, un grupo de la Fundación Goienetxe toquetea la paja y señala todo aquello que les llama la atención. Patxi, el más veterano del grupo, comenta que le “encanta” el caserío porque de joven trabajó en uno. María José escucha con atención el proceso de extracción de la leche porque “nunca lo había visto” y Marta se saca una foto mirando a un ternero. Mientras tanto, Andoni intenta tocar una vaca.

Susana, algo más alejada del grupo de visita, duerme a su hijo pequeño en la mochila. “La mayor se ha ido a jugar con la hija del casero”, comenta, sorprendida, y defiende que las visitas a los caseríos son una manera de “sacar del parque” a lo más pequeños para que vivan una mañana diferente.

La cita discurre por el establo, entre 215 vacas. Para Uzkudun estas visitas son el pan de cada día; aunque es la primera vez que participa en esta actividad, cuenta que siempre ha explicado su trabajo a quien mostraba interés por él. Según el coordinador del programa, Xabier Iraola, del sindicato Enba, el mayor desafío de esta iniciativa es, precisamente, que la gente de la ciudad se acerque al mundo rural.

CONSUMO RESPONSABLE El otro objetivo de este programa es el de fomentar un consumo responsable. Explica el coordinador de Ongi Etorri Baserrira que, cuando los consumidores escogen las ofertas de los supermercados, tienen que ser conscientes de lo que están comprando y de si eso supone un recorte en algún lado, ya sea de calidad, o que los productores cobren menos. “Hacemos política agraria cada vez que consumimos”, recuerda a los visitantes.También Pili ha sido consciente de ello y comenta que, “a veces, aunque sea más caro” hay que tener en cuenta de dónde viene lo que se consume. Defiende que la visita “pone cara a los productores” y que es una oportunidad para darles “protagonismo”. Cree que es importante entender la visión de los trabajadores que producen los alimentos que los consumidores cogen de la balda del supermercado para conseguir “cercanía” con ellos.

Durante la actividad, Uzkudun enseña las instalaciones y comenta cuáles son los trabajos que “día y noche” se llevan a cabo en el establo. “Los ordenadores han reducido el trabajo físico”, dice, pero matiza que su trabajo “requiere completa dedicación”. Recomienda a sus visitantes la mejor forma de tomar la leche y explica los procesos de control por los que pasa el producto antes de llegar a un hogar.

La visita termina pero los más pequeños siguen jugando. En la hora que dura el recorrido, se han consolidado amistades entre los niños que vienen de la ciudad y los hijos de Uzkudun. Un grupo de padres comentan lo que les han explicado y Pili reflexiona sobre el trabajo en el caserío: “Tiene que producir durante 24 horas para que salga rentable”. Un dato que, por su tono de sorpresa, desconocía hasta este fin de semana.

La INICIATIVA Iraola recuerda que cuando Enba lanzó esta iniciativa en 2014 no esperaba que nadie se apuntara. La idea surgió de la propia necesidad. “Veíamos que había cada vez más distancia entre la ciudad y el caserío, y algo teníamos que hacer”. Así, se fijaron en un programa belga en el que la Administración organiza encuentros con el entorno rural.

Ongi Etorri Baserrira no solo pretende acercar a la gente de la ciudad a los caseríos, según comenta Iraola. El programa quiere impulsar también que los guipuzcoanos conozcan el territorio en el que viven. “Estamos acostumbrados a ir a Londres, pero no conocemos Arantzazu u Oñati”, reflexiona.

La cita termina con las promesas de los más pequeños de que volverán y con el deseo de los mayores de conocer más baserris. Alguna familia, como el caso de la de Patricia, tiene prevista otra visita. “La próxima toca ver cómo se produce la miel”.