Se duplica en un año la entrada a Gipuzkoa de menores extranjeros no acompañados
Cuatro de cada diez inmigrantes tienen 17 años de edad y casi TODOS PROCEDEN DE | Marruecos Las entidades públicas de protección muestran su preocupación ante una realidad que les ha cogido “por sorpresa”
Llegadas. Durante el año pasado se registró en Gipuzkoa la entrada de 561 menores extranjeros no acompañados. Diez eran chicas y el resto varones.
Procedencia. Respecto a las nacionalidades de origen, la mayor parte (412) son originarios de Marruecos. También consta la entrada de dos de Afganistán, otros dos de Albania, 62 de Argelia, tres de Camerún, 18 de Costa de Marfil, cuatro de Ghana, 33 de Guinea, siete de Mali, tres de Pakistán, cuatro de Senegal y uno de cada uno de estos países: Cabo Verde, Congo, Etiopía, Gambia, Guinea Bissau, Liberia, Libia, Mauritania, Palestina, Sáhara y Sudán.
Edades. En lo referente a las edades, la mayor parte tienen 17 años (209). Además, hay tres de diez años y uno de doce. Se han contabilizado 46 de catorce años, otros cien de quince y un total de 190 con 16 años.
donostia - La entrada a Gipuzkoa de menores extranjeros no acompañados (MENAS) ha sido constante durante el último año. Tanto es así que prácticamente se ha duplicado en los últimos meses. Durante 2017 se constató la presencia de 561 inmigrantes, la mayor parte de ellos de 17 años de edad y procedentes de Marruecos, muy por encima de los 358 contabilizados en 2016 y los 195 un año antes. Actualmente existe una saturación de recursos y cierta preocupación. “En Gipuzkoa no se ha registrado ningún problema y la gestión se realiza con arreglo a la normalidad, pero es cierto que se trata de un incremento inusual de llegadas que no lo esperaba ninguna entidad pública de protección. Por eso nos ha cogido tan sorprendidos en este momento”, reconoce a este periódico Patxi Agiriano, jefe de servicio de Protección a la Infancia y la Adolescencia de la Diputación de Gipuzkoa.
En consonancia con lo que viene ocurriendo en otros territorios y comunidades del Estado, el fin del ciclo de la crisis explicaría en buena medida el registro inusual de llegadas, aunque, según advierten los expertos, por el momento no se dispone de ningún estudio fiable que aborde esta realidad puesto que no ha transcurrido el tiempo suficiente para estudiarlo en toda su dimensión.
En algunos puntos del Estado la llegada de menores ha hecho saltar las alarmas de las organizaciones de acción social, de las instituciones y hasta de la Fiscalía General del Estado, preocupados por la falta de medios para su acogida. Esta peculiar inmigración de menores de edad que llegan a Euskadi -y a otras comunidades autónomas- sin ninguna tutela familiar no es nueva, pero tras unos años en los que se redujo de manera significativa, ahora se ha reactivado y los recursos establecidos para atenderles no parecen suficientes.
En Gipuzkoa durante los últimos años se habían reordenado los recursos orientados a los menores extranjeros debido a la menor presión ejercida por los flujos migratorios. Según recalcan desde el Ejecutivo foral, a pesar de todo, estos servicios “no se han desactivado como ha ocurrido en otros territorios”. La situación planteada, en cualquier caso, exige mirar con nuevos ojos a esta realidad. “No estábamos preparados para esta avalancha”, admite Agiriano.
La llegada de menores coincide en el tiempo con una red de acogimiento residencial saturada en estos momentos. Prácticamente las 301 plazas existentes están ocupadas, lo que ocasiona “ciertos problemas de gestión” a la hora de responder de forma precisa y adecuada a los perfiles que recalan en el territorio.
A pesar de la saturación de la red, no está previsto habilitar nuevos recursos dirigidos específicamente a los menores extranjeros, aunque sí se ofrecerán 42 nuevas plazas en acogimiento residencial, incluidas en los presupuestos de 2018.
Atención inmediata Los centros están prácticamente llenos, una situación derivada del aumento de casos de desprotección detectados, entre los que destaca el recurso Uba en Donostia, destinado a la acogida de menores extranjeros y su atención inmediata.
Durante el primer trimestre del año pasado la Diputación anunció la puesta en marcha de una batería de medidas en materia de atención a la infancia y adolescencia para hacer frente al creciente número de MENAS y de menores guipuzcoanos tutelados en centros forales.
Estas medidas consiguieron que el número de llegadas al centro de acogida Uba en Donostia descendiera a la mitad, pasando de una ocupación de 46 plazas en febrero a 23. El centro dispone de 26 plazas pero ha habido de nuevo picos puntuales, como el registrado en junio, en los que se llegaron a superar los 40 menores.
Agiriano admite que “llevamos más de un año con sobreocupación”. En la actualidad se está modificando el contrato para ampliar a 31 el número de plazas. Según informan desde la Diputación, el centro cuenta con un equipo “muy sólido y capaz” con unos procedimientos de trabajo “muy perfilados”, lo cual está permitiendo solventar la actual situación. El problema es que Uba “lleva muchos meses sin tener un respiro,” lo que puede amenazar a largo plazo con provocar un desgaste del equipo educativo.
En este centro se les atiende en primera instancia con el objetivo de abordar las “limitaciones lingüísticas” y las especificidades de su atención, con un plan semanal “muy estructurado”.
Tras la primera atención pueden ocurrir dos cosas: “Por un lado vienen indocumentados y hay comprobar sus datos; y por otro sucede que estos jóvenes no suelen querer permanecer en el centro más allá de una primera acogida, porque su destino son países del norte de Europa. Se trata por tanto de estancias cortas en muchos casos”.
Otra de las razones principales que explica el aumento del número de MENAS que llegaron a Gipuzkoa el año pasado fue “el férreo control de la frontera realizado por Francia, lo cual prolongó algún tiempo la estancia de inmigrantes que pretendían ir a Francia y a otros países de Europa”. Pero más allá de los controles en la muga, durante los últimos meses se han detectado nuevas llegadas que parecen obedecer a otras razones. En concreto, hubo un fin de semana en el que entraron quince chavales. “Es imposible saber las lógicas a las que responden estas entradas y salidas. La diferencia de Gipuzkoa con otros territorios es que se registran muchas entradas pero también se van muchos. Las estancias suelen ser cortas. Hay menores que se quedan unos días, incluso unas horas. Por lo general, después de un par de semanas a lo sumo continúan con su itinerario migratorio”.
“La previsión es que no vamos a dar abasto para atender a todas estas personas y estamos un poco asustados”. Son palabras de Ignacio Fariña, coordinador de intervención social de Peñascal Cooperativa, y miembro de la junta directiva de Harresiak Apurtuz y de la Comisión de Jóvenes Extranjeros. El coordinador reconoce que desde comienzos de 2017 detectaron que estaban llegando muchos menores no acompañados y que venían a quedarse, que no estaban en tránsito hacia el norte de Europa como ocurría en épocas anteriores. “Advertimos de la necesidad de soluciones, pero la verdad es que hemos notado poca capacidad de maniobra”, sostiene el coordinador.
La Diputación insiste en que a diferencia de los territorios más cercanos, Gipuzkoa sigue siendo para los menores una zona de tránsito. Los menores que deciden prolongar su estancia en el territorio se sitúan por debajo del 10%. De cada diez que llegan se queda uno, según estudios realizados por el Ejecutivo foral en los últimos años.
Aunque han sido 561 los que han entrado a lo largo del año, en este momento están siendo atendidos 73. En concreto, se trata de tres chicas y 70 chicos.
La mayor parte de ellos originarios de Marruecos (66), cinco de Argelia y uno de Camerún y Pakistán, respectivamente. Tienen edades comprendidas entre los dos y 17 años. Uno se encuentra en acogimiento familiar y los otros 72 están acogidos en centros.
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