Juguetes de silicona, unisex y renovables, que se pueden morder, que sirven para hacer estructuras, que adoptan varias formas y que además, se pueden utilizar para hornear bizcochos. Esta idea es la que tuvo el diseñador Roberto García tras regresar de un seminario sobre la silicona “aburrido e innecesario” y ponerse a jugar con su hijo mayor Mario. El donostiarra, que había trabajado en varias empresas de I+D, tenía, por fin, la idea que estaba buscando para lanzarse a la aventura emprendedora.
Así surgió dëna, unos juguetes pensados para estimular la creatividad de los niños de entre 0 y 6 años y que se pueden adquirir en más de 100 tiendas del Estado y próximamente se distribuirán en el Benelux, Alemania y Austria.
“El empeño por emprender está dentro de mi personalidad”, confiesa García. Gracias a ese empuje, en poco más de año y medio ha creado unos juguetes únicos en el mundo. Fabricados con silicona platino, mismo material con el que se crean las tetinas de los biberones, las figuras -casas, muñecos y pinos- se pueden lanzar, golpear y hasta morder. Unos juguetes sin hojas de instrucciones con los que incentivar la imaginación y la creatividad y contribuir al desarrollo del niño en el ámbito psicomotriz.
Las piezas están ideadas con un material atípico con el que nadie se había atrevido. “Quería hacer unos juguetes como los de madera, pero blandos y que durasen mucho más tiempo, ofreciendo una garantía de diez años. Estuve indagando y vi que en ningún país habían apostado por algo así”, cuenta el diseñador, quien un martes y 13, tras más de un año diseñando y probando los juguetes, constituyó dëna.
Solamente lleva seis meses en el mercado, pero el despegue ha sido inmejorable. “Más de 100 jugueterías en el Estado los venden, incluidas Pinpilinpauxa y el Ekogunea en Donostia, y ya tenemos distribución para Benelux, Alemania y Austria”, cuenta, al tiempo que explica que aunque habla en plural, la empresa en realidad está formada solo por él.
García diseña dëna desde el vivero de empresas de Bic Gipuzkoa en Miramon. “Me siento mimado por las instituciones. Han apostado por mi idea, me han dado una incubadora y subvenciones a fondo perdido y me orientan y me guían”, explica, señalando que Euskadi es un privilegio para el emprendizaje. “Estas facilidades no existen ni en el resto del Estado ni en la Unión Europea. Como mucho en los países nórdicos. Un compañero inglés suele decirme que Euskadi es un territorio único”.
La familia, conejillo de Indias
Aunque García ha llegado a esta situación en muy poco tiempo, el proceso de creación se ha concretado poco a poco, y solo gracias a la participación e implicación de diferentes personas, entre las que destaca por encima de todas, la de su familia.
Su mujer Ana, su hijo Mario, de 6 años -para su padre “cocreador de los juguetes”-, y y su otro hijo, Pablo, de 3 años, han sido los conejillos de Indias muchas veces. “Mario probaba los juguetes y hasta daba ideas. Así, pensamos que podían utilizarse como molde para el horno. En realidad estoy solo en la empresa, pero mi familia tiene gran parte de la culpa de que saliera adelante”, confiesa.
La tienda de puericultura para bebés Pinpilipauxa de Donostia también tuvo mucho que ver. “Ellos abrieron la tienda casi a la par que nació Mario, así que yendo a ella nos hicimos amigos. Cuando diseñé los juguetes, quería que sus hijos también los probasen y me dieran su opinión. Les encantó tanto que querían venderlos en la tienda, pero les dije que no tenía a nadie que me los distribuyera. Justo ese día iban a la tienda unos distribuidores de juguetes, TincToys, y me propusieron decirles algo”, relata.
Desde la distribuidora catalana se mostraron encantados con la idea y aceleraron el proceso. “Creo que para emprender también hay que tener un punto de suerte en algún momento, y yo lo tuve ese día”, afirma el donostiarra.
Como regalo de Reyes, las ventas han ido muy bien. “Tenía miedo de que la gente no entendiese el juguete. Algo con lo que puedes construir y a la vez puedes meter en el horno puede ser raro, pero la acogida ha sido estupenda”, observa, y apunta que espera continuar en la misma línea los próximos meses.
Las características del juguete permiten pensar además en nuevas posibilidades. Muebles Lufe de Azpeitia ha comprado varios de ellos para utilizarlos como elemento estético y el diseñador ya piensa en futuros públicos. “Son piezas que pueden ir muy bien para chavales con educación especial o para personas mayores con problemas de memoria”, concluye.