Una ‘noche buena’ de trabajo
Cuatro profesionales, que no dejan su puesto en la velada más familiar del año, relatan la experiencia de “una jornada tediosa” que depara alguna que otra sorpresa.
Puede interpretarse como una faena, o más bien todo lo contrario, la coartada perfecta para escapar de una sobremesa que agoniza hasta el muermo. ¿Qué pueden tener en común un bombero, un taxista, una farmacéutica y el director de un hotel? Son profesionales que están curtidos en trabajar cuando los demás se entregan a la fiesta. Ellos se lo toman con deportividad y paciencia, puesto que la velada en familia tendrá que esperar a mejor ocasión. “Si con mi edad no lo tengo asumido ya... Es lo que toca. Hay que trabajar y no solo no vengo a regañadientes sino que lo hago contento”. Luis Mari Zabala, sargento jefe de guardia del Cuerpo de Bomberos de Donostia, le tiene ganado el pulso a la nostalgia. A sus 53 años, la mitad de ellos apagando incendios, acumula tantas Nochebuenas que ha perdido la cuenta.
Entrará a trabajar hoy a las 14.00 horas y no saldrá hasta el mediodía de Navidad. “Somos trece compañeros. Cenamos juntos, pero no se trata de una cena formal en familia al uso, ni mucho menos. Hay que estar pendientes de lo que pueda ocurrir, dispuestos a salir en cualquier momento”, advierte el profesional.
Aunque no hay cohetes de por medio y todo discurre con más tranquilo que en fin de año, la Nochebuena también depara sorpresas. Ocurrió en Donostia hace algún tiempo. Les avisaron de que se había desplomado el techo de una casa mientras cenaba una familia. “Fuimos pensando que sería un falso techo de escayola, pero la sorpresa al llegar fue tremenda tras comprobar que era un derrumbe en toda regla. El tejado se había desplomado justo en la habitación de la abuela, que milagrosamente salvó la vida porque en ese momento estaba cenando. Había caído el techo de la terraza, desplomándose todo el hormigón encima de la cama de la habitación. Fue una escapada tremenda”, recuerda.
Heridas “llamativas”
Sustos de última hora conoce también María Jesús Bois, una donostiarra de 57 años que trabaja desde hace tres décadas como farmacéutica en el servicio de urgencias nocturnas. Por sus manos pasan buena parte de las personas que salen pitando de casa tras sufrir un accidente doméstico cuando todo está dispuesto para sentarse a la mesa. “He estado al pie del cañón durante muchísimas nochebuenas, unos 20 años prácticamente seguidos. Hay una franja horaria muy concreta, entre las 22.00 y las 24.00 horas, en la que te vienen diciendo que se han quemado con el sofrito del besugo, o con el horno. Algunos muestran heridas que llaman la atención. Son accidentes de última hora que ocurren cuando todo parecen ser prisas: unos se cortan, a otros les salta el aceite... Buscan consejo y atención y, claro está, aquí lo encuentran. ¡Cuántas veces he atendido problemas de ese tipo!”.
Desde la atalaya de la farmacia Elena Imaz, en el número 3 de la calle Bergara de Donostia, esta profesional de dilatadísima experiencia percibe unos usos y costumbres cambiantes. Lo que era una velada de recogida, una fiesta familiar en la que todos se quedaban en casa, es ahora un constante trasiego de gentes, sobre todo a partir de medianoche. “Todo ese movimiento de la calle se acaba notando en la farmacia. Por estadística, hay más trabajo en Nochebuena que en Nochevieja. Es una labor más técnica. Atendemos un montón de recetas. Hay padres y madres que vienen porque el niño se ha puesto malo, y en ese momento da igual que sea Nochebuena o cualquier otra festividad. Vienen apurados desde urgencias, o desde la casa de socorro, y la farmacéutica de guardia tiene que ofrecerles siempre la mejor atención”.
El hernaniarra Jose Mari Fernández estará hoy en la parada acostumbrada, en la calle San Francisco de Tolosa, a partir de las 23.30 horas. “Todavía estoy haciendo el rodaje”. Se estrenó como taxista hace dos años. “Me pasaré toda la noche trabajando. Esta va a ser mi tercera Navidad, todavía soy de los novatos, aunque llevo el tiempo suficiente como para haber comprobado la cantidad de gente que se anima a salir”.
Según explica este taxista de 48 años, el 80% de los usuarios que acaban recurriendo a sus servicios tiene entre 18 y 26 años. Son jóvenes que se desplazan desde los 28 municipios de la comarca de Tolosaldea. “Quienes viven en las zonas más alejadas o rurales no suelen coger el coche. Nos llaman desde Alegia, Orendain, Abaltzisketa, Amezketa, Alkiza... Bajan en taxi, y a partir de las 4.30 horas, cuando los bares de la zona empiezan a cerrar, atendemos a dos tipos de clientes: los que se retiran a casa, y quienes quieren seguir la fiesta a toda costa y se van a Donostia”.
Y allí que se marcha con ellos, cubriendo esos trayectos de ida y vuelta. “A partir de esa hora es cuando la gente comienza a estar pasada. Quienes a las 4.30 o 5 de la madrugada siguen en la calle suelen estar bastante perjudicados. No se trata del típico fin de semana que cenas en casa y sales de fiesta. En estos casos la gente ya viene cargada desde la tarde. El poteo, luego la cena en casa... beben más y más hasta que algunos a eso de las 4.30 horas revientan”.
Dice que no ha tenido percances serios, aunque siempre está “el típico” que se pone un poco pesado. “Alguno se llega a escapar sin pagar, o te dice que no tiene dinero cuando ya le has dejado en el portal de casa. No merece la pena montar el cristo a esa hora, teniendo en cuenta el trabajo que pierdo si me entretengo. Por eso les suelo decir que ya haremos cuentas, que tranquilos”.
Tranquilos van a estar también esta noche en el Hotel Amara Plaza. Raúl Fernández, su director, sabe bien lo que es trabajar en Nochebuena. Lleva un cuarto de siglo en el sector, donde ha recorrido todos los puestos: desde botones a recepcionista y jefe de recepción, hasta alcanzar la dirección que actualmente ocupa. “Desde el punto de vista laboral, hasta ahora, ha sido una noche que puede resultar tediosa. Alojamos a clientes que, generalmente, van a ir a cenar a casa de familiares y duermen aquí porque no tienen sitio. Se marchan pronto, cenan, y vuelven”, explica este hombre de 54 años.
Pero como el resto de profesionales que figuran en el reportaje, él también ha comenzado a percibir ciertos cambios. “Hasta ahora siempre había sido así, pero cada vez se mezcla más ese tipo de cliente con otros perfiles. Hay quienes renuncian a quedarse en casa, se cogen puente y vienen a la ciudad a pasar unos días. Lo hacen con una actitud bien distinta, más activa, demandando servicios. Antes era pecado salir en Nochebuena. Ahora se percibe un número creciente de personas a las que no les interesa la celebración familiar y vienen con ganas de ocio. Es por eso que se ha ampliado tanto la oferta de bares y restaurantes en los últimos tiempos”.
Más en Actualidad
-
Zelenski confirma el envío de una delegación ucraniana a Estambul pero descarta asistir al encuentro
-
Detenidas cuatro personas por una agresión con arma blanca en el barrio de Amara de Donostia
-
Oñati: El barrio de Gesaltza no recuerda llover así
-
El PNV se suma a Euskaraldia y llama a cuidar el euskera con el "compromiso de todos"