Síguenos en redes sociales:

“Te pido perdón; lo hago para que no entre en un centro de acogida”

El próximo 27 de marzo comienza el juicio por el crimen en el que murió una niña de diez años estrangulada por su abuela en Errenteria La fiscalía le imputa un delito de asesinato y solicita 25 años de prisión

“Te pido perdón; lo hago para que no entre en un centro de acogida”

donostia - Anne habría cumplido ya once años si su abuela no hubiera decidido poner fin a su vida aquella tarde de sábado. Ha transcurrido un año y tres meses de aquel dramático suceso, y ya hay fecha para un juicio que no va a ser fácil. La vista oral, con jurado popular, comenzará dentro de dos semanas, el lunes 27 de marzo. La Fiscalía de Gipuzkoa solicita para la acusada una pena de 25 años de prisión, mientras que la acusación particular que ejercen los padres de la niña eleva el reproche penal a 30. La defensa pide la absolución “por la alteración psíquica” que padece la autora del crimen.

Los hechos ocurrieron el 5 de septiembre de 2015. El escenario del crimen se sitúa en el barrio de Beraun, en Errenteria, donde residían los abuelos de la pequeña. Aquel fin de semana se celebraban las fiestas del barrio y el marido de E.P., de 66 años, se desplazó a Irun, al domicilio de su hija, para recoger a su nieta de diez años de edad y llevarle consigo para disfrutar del programa festivo. La niña pasó lo que restaba de mañana en compañía de su abuelo, y ambos se dirigieron después a la casa familiar, donde comieron con la acusada.

De acuerdo con el escrito de calificación del ministerio público, al terminar de comer, la niña comenzó a jugar a cartas con su abuelo en la sala de estar del domicilio. Pero este se tuvo que ausentar después. Con motivo de las fiestas, había quedado para cantar en el coro, y se marchó de casa sobre las seis de la tarde. Su esposa le dijo que se quedaba jugando a cartas con Anne y que luego volverían a reunirse los tres.

En cuanto el marido abandonó el domicilio familiar, detalla el texto de la fiscalía, la acusada se dirigió a una de las habitaciones de la casa, tomó un cuaderno, fue a la cocina y escribió a su esposo: “Chema te pido perdón, cuida del resto de la familia”. “Lo hago para que no entre en un centro de acogida”.

Acto seguido se dirigió a la sala, en la que se encontraba la menor jugando “plácidamente”. Según sostiene la acusación, la abuela ya había decidido para ese momento acabar con la vida de Anne.

Así, cogió el cinturón de una gabardina que se encontraba en el respaldo del sofá y se lo enrolló a la niña por el cuello haciéndole creer que se trataba de un juego. Ambas se dirigieron poco después a la habitación de matrimonio de la acusada. Anne confiaba en el supuesto juego en el que estaba participando con su abuela.

La menor andaba de espaldas mientras que la acusada fue detrás de ella. Al entrar en la habitación la pequeña se detuvo. Su abuela se situó detrás. Le colocó el cinturón en torno al cuello y tiró hacia atrás con fuerza, haciendo palanca con su propio peso. Para asegurarse de que cumplía con su objetivo, se apoyó en la cama para tirar del cinturón aún con mayor intensidad, apretando hasta que la niña quedó inconsciente a los pies de la cama.

confesión de los hechos A continuación, según el escrito fiscal, la acusada llamó a la comisaría de la Policía local de Errenteria diciendo que había matado a su nieta. Los agentes llegaron al domicilio a los pocos minutos. Trataron de reanimar a la niña. Todavía estaba con vida, y fue trasladada a la Unidad de Pediatría del Hospital Donostia, donde falleció al día siguiente. Tanto la Fiscalía como la acusación particular entienden que la acusada, en el momento de los hechos, padecía un trastorno de ideas delirantes que limitaba de forma grave sus capacidades intelectivas y volitivas. Le imputan un delito de asesinato, y sostienen que concurre la atenuante de confesión, la agravante de parentesco y una “eximente incompleta” de alteración mental.

El Ministerio público solicita una pena de 25 años de prisión, y que se imponga a la acusada durante ese tiempo una medida de internamiento en establecimiento médico “adecuado a la anomalía o alteración mental que padece”. La acusación particular eleva la pena a 30 años de prisión. Ambos solicitan además que indemnice a los herederos legales de Anne con 150.000 euros.

La defensa, por su parte, entiende que padecía un trastorno de ideas delirantes, y que ya había sido diagnosticada con anterioridad de un “episodio depresivo grave con síntomas psicóticos”.

El escrito recoge que no conservaba el juicio de realidad. “En su convicción delirante estaba segura de que el futuro de su nieta sería muy malo, que no había solución para los problemas de su hija, ni tampoco los habría para su nieta, estando segura de que tendría que ingresar en un reformatorio”.

Esa certeza delirante fue la que, según la defensa, llevó a la acusada a acabar con la vida de su nieta. Entiende por ello que procede su absolución, imponiéndole una medida de internamiento en un establecimiento adecuado para su tratamiento médico “que no exceda del límite máximo de cuatro años”.