zumarraga - La casa de cultura Zelai Arizti de Zumarraga acoge la muestra Instrumentos del mundo: música para ver. En esta exposición se pueden ver cerca de 100 instrumentos de 67 países. Forman parte de la colección del matrimonio formado por Kote Loidi y Lourdes Iartza. La exposición permanecerá abierta hasta el domingo. La sala de la casa de cultura abre sus puertas de 17.30 a 20.30 horas los días laborables y de 12.00 a 14.00 y de 18.00 a 20.30 los sábados y domingos.

Loidi y Iartza tienen más de 4.200 instrumentos de todo el mundo. Fue él quien comenzó en esto. Era miembro del grupo de danzas Atsegin de Irun y cada vez que salían fuera se traía algún instrumento. En 1982 conoció a la que hoy es su mujer. Para entonces tenía unas 200 piezas. La mayoría eran flautas y Iartza le sugirió coleccionar también otro tipo de instrumentos.

La primera exposición la montaron en 1992. La de Zumarraga es la número 115. Iartza comenta que jamás han montado dos exposiciones iguales y, de hecho, hay instrumentos de música que no han mostrado hasta ahora.

Cuentan con piezas traídas de todo el mundo. Cuando se le pide que elija una, Iartza menciona un tambor congoleño llamado monganze. “Tiene dos metros de largo y está hecho de una única pieza. Se trata de un tronco al que han dado forma y han vaciado. A Zumarraga hemos llevado un tambor de este tipo, pero más pequeño. Los instrumentos que mejor suenan son los europeos, pero los más bonitos son los africanos”.

Muchos de ellos se están perdiendo. “La globalización ha llegado también a este mundo. Se han impuesto la guitarra, el violín... Además, los chavales no quieren trabajar la madera. Prefieren jugar con los móviles”.

Saben que están llevando a cabo una lucha contra el reloj. Han viajado por toda Europa en busca de instrumentos. “La mayoría están ya en los museos o en manos de particulares. Los venden muy caros. En Europa, solemos ir a tiendas de arte tribal o a tiendas de antigüedades. Internet también nos está sirviendo de gran ayuda. Sobre todo, para conseguir instrumentos de Asia”.

El instrumento que más trabajo les ha dado es el mokinkhuur. Se trata de un violín de Mongolia. “No lo encontrábamos en ningún lado y, finalmente, se lo compramos a un grupo folklórico que vino a Donostia. Al poco, un amigo nos llamó para decirnos que había encontrado uno. Ese también lo compramos”.

Tienen instrumentos realmente curiosos: una caja cítara islandesa que solo fabrica ya una persona, un tambor hecho con una oreja de elefante, otro hecho con piel de camello...

El trabajo que realiza esta pareja de bidasotarras es digno de elogio. “No vivimos de ello. Los sábado y los domingos vamos al pabellón donde guardamos los instrumentos para poner al día las fichas, preparar las exposiciones... Al igual que otros van de bares, nosotros compramos instrumentos”.

Su sueño es que algún día se abra un museo con sus instrumentos de música. “De la mano de los instrumentos se pueden aprender muchas cosas: antropología, etnografía... Nuestro museo no sería peor que los que hay en Europa”.