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Las instituciones acuerdan un modelo de intervención para los gitanos rumanos

lakua ensaya un sistema de trabajo coordinado con varios departamentosHay 350 personas en los asentamientos de Hernani, Irun Errenteria, Astigarraga, Zumaia, Arrasate, Donostia y Beasain

Las instituciones acuerdan un modelo de intervención para los gitanos rumanosR. Plaza

Donostia. Después de varios años en los que la exclusión y el rechazo social hacia los rumanos gitanos parecía un problema irresoluble en Gipuzkoa, las instituciones acaban de mover ficha para buscar soluciones. El Gobierno Vasco acordó ayer un nuevo modelo de intervención con este sector de población tan específico como vulnerable. En el territorio hay 350 gitanos rumanos viviendo en chabolas, repartidas en ocho asentamientos, según un informe al que ha tenido acceso este periódico. Sobre todos ellos sobrevuelan un sinfín de carencias. "Hace falta una respuesta coordinada, y a tal fin hemos establecido una metodología de trabajo para los próximos meses", indicó ayer a NOTICIAS DE GIPUZKOA Miguel González, director de Inmigración y Gestión de la Diversidad del Gobierno Vasco.

Representantes de todos los departamentos concernidos, como Educación, Empleo y Asuntos Sociales, Sanidad, Interior y Justicia, mantuvieron ayer una reunión inédita con la Diputación de Gipuzkoa y algunos de los municipios del territorio con mayor presencia de rumanos gitanos, como Astigarraga y Donostia. Errenteria estaba citada pero no pudo acudir por un problema de agenda. A partir de ahora se sucederán otra serie de encuentros con más consistorios.

La clave del nuevo sistema de trabajo pasa por una respuesta coordinada y una clara delimitación de competencias entre los ayuntamientos, la Diputación y los diferentes departamentos del Gobierno Vasco. Desde la atención sanitaria hasta el absentismo escolar, las necesidades son de todo tipo. Hasta ahora, y ante la ausencia de referencias, cada institución trataba de quitarse la patata caliente como podía.

Está previsto empezar a trabajar con los rumanos asentados en Astigarraga y Errenteria, para ir extendiendo el modelo de atención al resto del territorio. "Hemos estado hablando de problemas muy concretos para buscarles su solución: por ejemplo, cómo atender a un niño que se matricula fuera de plazo por haber viajado a Rumania", especificaba ayer el director de Inmigración, que se marca como principal objetivo "la inclusión social" del colectivo.

Se trata de un primer paso para abordar una realidad visible y preocupante en Gipuzkoa desde el año 2005. Una realidad a la que hasta ahora nadie había sabido hincar el diente. Las diferentes recomendaciones del Ararteko durante el año pasado, que pusieron de manifiesto "la necesidad de desarrollar protocolos de actuación" en los asentamientos, supusieron el tirón de orejas necesario.

Así, en enero de 2011, la consejería de Empleo y Asuntos Sociales del Gobierno Vasco solicitó un estudio sobre las condiciones de vida de los rumanos gitanos en Gipuzkoa, un colectivo con una presencia mucho más acusada aquí que en el resto de territorios vascos. El Departamento de minorías étnicas de Cáritas en Gipuzkoa ha coordinado y supervisado desde entonces el trabajo de la Asociación Romi Bidean, que ha elaborado un detallado informe de 72 páginas, titulado Erromantze Berria, el mismo que estuvo ayer sobre la mesa en la reunión del Gobierno Vasco, y que sirve como soporte para el trabajo de las instituciones.

Sin referencias Lo cierto es que no existen datos oficiales sobre este colectivo. En buena medida, estas personas no cuentan con un empadronamiento. Ni siquiera están inscritos en el registro general de extranjeros, por lo que no constan en ningún recuento: ni como gitanos ni como extranjeros.

La investigación llevada a cabo durante el último trimestre del año pasado por el trabajador social Aitor Martínez y la rumana Ileana Balaci, mediadora en todas las visitas realizadas a los asentamientos, ha tratado de arrojar luz al respecto. Es un trabajo realizado a pie de calle, en el que cada dato surge del contacto directo. Ambos se han tenido que ganar a pulso la confianza de unas gentes siempre tan remisas y suspicaces a los primeros contactos. "Tuvimos que empezar de cero. Nunca se había hecho un trabajo así y gracias a él hemos podido profundizar en el conocimiento de las situaciones de exclusión que viven", confiesan ambos.

Así, el informe revela que en Gipuzkoa hay unas 350 personas que viven en chabolas, de forma agrupada y, casi siempre, alejadas del centro de los municipios. Otras 300 personas de este mismo colectivo están en situación de vivienda normalizada, si bien viven "ciertas situaciones" de hacinamiento. La mayor estabilidad de unos sobre otros "puede ser debido a las diferencias en el proyecto migratorio", que para algunos es estable y definido y para otros es de carácter transitorio. En todo caso, "el vínculo familiar es muy fuerte, y sospechamos que el constante flujo migratorio está motivado por ese arraigo familiar", sospecha Conchi Franco, responsable del Departamento de minorías étnicas de Cáritas en Gipuzkoa.

Los asentamientos El sector poblacional peor parado sobrevive en ocho asentamientos, distribuidos por Astigarraga (el mayor de ellos, con un número que fluctúa entre las 80 y las 100 personas), Hernani, Errenteria, Irun, Zumaia y Arrasate. En Donostia y Beasain no es tanto un problema de chabolismo como de personas "en situación de calle". El entorno insalubre que les rodea, con la chatarra y la mendicidad como único modo de vida, es uno de sus rasgos distintivos.

Presentan carencias generalizadas en cuestiones vitales, y prevalece la presencia de los hombres sobre las mujeres. "Generalmente viene primero el padre, o cabeza de familia y, una vez que se acomoda en un asentamiento trae a su familia", explica Martínez.

Todas las mujeres con las que han trabado contacto "están casadas o tienen una relación de pareja". Apenas hay mujeres solteras. El porcentaje de hombres sin pareja es mayor.

La situación administrativa de buena parte de ellos es irregular. Apenas recurren a los Servicios Sociales, y casi todos proceden de Transilvania, en el centro de Rumania. Concretamente, de localidades como Blaj, Tatarlaua, Alba Lulia, Tirgul Mures, Ludus o Sibiu. En estos municipios es prácticamente imposible encontrar un empleo actualmente.

Normalmente regresan a su país cada tres meses. Las idas y venidas son constantes, salvo en otoño e invierno, cuando intentan limitar sus viajes debido al encarecimiento del nivel de vida en Rumania en esa época del año.

En verano se ha detectado que llegan a Gipuzkoa grupos reducidos de rumanos que responden a otro perfil. Son chicos que se mueven en el mundo de la noche, y que utilizan los asentamientos para dejar sus cosas, a pesar de no contar con el beneplácito de sus compatriotas.

Por edades, las personas que están asentadas en el interior, en municipios como Azkoitia, Ordizia o Zumarraga, son más jóvenes que las que se encuentran en Donostialdea. La edad predominante entre este colectivo va de los 30 a los 50 años.

l Presencia en Gipuzkoa. Se calcula que en Gipuzkoa hay unos 350 rromaníes viviendo en chabolas. Es un dato cambiante debido a la movilidad que presentan. Otros 300 rumanos gitanos residen en vivienda normalizada, con empleo o siendo beneficiarios de prestaciones económicas.

l Origen. Para conocer el porqué de su modo de vida hay que remontarse tiempo atrás. Desde el siglo XV los rromaníes fueron sometidos a esclavitud y servidumbre en propiedades de señores feudales o de monasterios. Los rroma nacían esclavos y podían ser comprados y vendidos. Fue así hasta que se abolió la esclavitud en 1864.

l Política de asimilación. Recuperada su libertad y hasta la Segunda Guerra Mundial, florecieron diferentes organizaciones políticas y culturales rromaníes. Pero tras la contienda, los gobiernos comunistas ejecutaron políticas de asimilación. Así, en los años 70, muchos de ellos pasaron a vivir una pobreza severa, de la que surgió un movimiento muy importante de los pueblos a las ciudades. Las oleadas racistas hacia ellos comenzaron en las décadas de los 80 y 90.

l Salir del país. Los gitanos fueron los primeros en abandonar Rumania después de los 90. Buscaban las posibilidades que ofrecían los países occidentales. A partir de ahí, se volvió a activar el carácter nómada de este pueblo, y empezaron a moverse por diferentes países de Europa central y oriental. De una cultura comunista llena de privaciones pasaron a países capitalistas, en los que las fronteras estaban abiertas.

l Unión Europea. Durante el nuevo siglo, Rumania fue avanzando hacia su entrada en la Unión Europea, el 1 de enero de 2007. Desde que un país se incluye en la UE hasta que se hace miembro del espacio Schengen tiene que transcurrir un plazo mínimo de siete años. Así, existe de momento una moratoria especial para ellos, por la que no pueden trabajar por cuenta ajena hasta el 31 de diciembre de 2012. Esta situación les provoca serias limitaciones para entrar en el mercado laboral regularizado.

l Llegada a Gipuzkoa. Desde el año 2005, la paulatina llegada de rumanos gitanos a Gipuzkoa se ha convertido en una realidad visible y preocupante que ha dado lugar a varias recomendaciones del Ararteko para que se intervenga. El Gobierno Vasco comienza ahora a dar sus primeros pasos para favorecer su inclusión.