Hasta en su temporada de confirmación, a Ander Barrenetxea le han seguido sacando punta. Esta vez han sido por sus repetidos problemas físicos, que le han hecho perderse muchos partidos y que; sobre todo le impidieron disputar la vuelta de la semifinal de la Copa ante el Mallorca. En este caso, y aunque después de visto todo el mundo es listo, parece que la gran mayoría de aficionados realistas coinciden en que el gran error de Imanol esta temporada fue arriesgar con Kubo y Barrenetxea en el partido de Liga previo al duelo que daba el pase a la final de la competición ante el Villarreal y que, para más inri, acabó en derrota. Como recordarán, el donostiarra no duró ni diez minutos al sufrir un latigazo en la espalda que le provocó un incómodo lumbago que, desgraciadamente se alargó más de la cuenta y le impidió regresar al once hasta la última jornada disputada en Vitoria.

 Lo cierto es que muchos tampoco entendieron los motivos por los que el técnico decidió darle minutos ante el PSG cuando la eliminatoria se encontraba ya sentenciada. Sí, es cierto que no le ayudaron las decisiones del cuerpo técnico, pero también lo es que una lesión de tobillo que sufrió en Vallecas y unas molestias musculares le dejaron fuera de muchos duelos. Por cierto tras ser apretado de nuevo por Imanol debido a la ausencia de Kubo al haberse marchado a la Copa de Asia, lo que acabó por obligarle a parar en otro momento crucial de la campaña a finales de diciembre e inicios de año.

Confianza de Imanol

Pero Ander por fin se ha metido en el bolsillo a los que dudaban de su nivel para triunfar en la Real al confirmar toda la calidad y la clase que venía apuntando en las categorías inferiores y que le hicieron debutar cuando solo tenía 17 años en el primer equipo. Es justo señalar que la confianza que ha demostrado siempre Imanol en sus posibilidades ha sido total hasta el punto de que esta temporada por fin ha movido ficha con claridad para hacerle hueco en el once. En el entorno del donostiarra existía una lógica preocupación porque el que estaba actuando en su posición natural de extremo izquierdo, que lo hace a banda cambiada, era Mikel Oyarzabal. Capitán y referente absoluto del equipo que juega siempre que se encuentra en buenas condiciones. Es por eso que la falta de éxito de los tres delanteros centros natos le ha ayudado al entrenador para inventarse un tridente mágico, con el 10 haciendo de 9 y con Kubo sembrando el pánico en el otro ala.

Barrenetxea está jugando más que nunca al llevar ya 1.688 minutos repartidos 31 encuentros, con cuatro goles y dos asistencias. Probablemente el momento de mayor felicidad y de pleno éxtasis fue su golazo al Benfica, que puso patas arriba Anoeta. Sin olvidar la jugada y el pase a Brais en Lisboa. El curso pasado, el de su recuperación, se quedó en 25 encuentros con tres goles y una asistencia. En la 2021-22, la de su lesión, se quedó en 16 encuentros, un gol y dos asistencias. La 2020-21 fue el curso que más encuentros disputó, con 40, en los que marcó tres dianas, para un total de 1.566 minutos. En la anterior, participó en 24 choques y tres goles y dos asistencias. Y en el curso de su estreno, el 2018-19, llegó a lograr en 19 encuentros dos tantos y una asistencia.

Más continuidad y superar sus registros

Ahora solo le toca saldar la asignatura pendiente de la regularidad y de mejorar las cifras, porque si Kubo quiere estar cerca de intervenir en 20 tantos por temporada, y viendo su nivel, Barrenetxea puede y debe pensar que tiene que ponerse su listón en la mismas exigentes cifras que la otra punta del tridente ideado por Imanol.