Madrid – La nueva directora de la Guardia Civil, Mercedes González, reivindicó ayer la “honradez y honestidad” de su predecesora en el cargo, María Gámez, por encima de “cualquier ataque o descrédito”, y cuya línea de trabajo se compromete a continuar. Gámez presentó su dimisión al frente de la Guardia Civil el pasado 22 de marzo tras la citación judicial de su marido en una pieza del caso ERE y en medio de la polémica por el caso Cuarteles, basado en las investigaciones judiciales por las presuntas irregularidades en obras en trece comandancias del cuerpo policial. A ello hay que sumar el caso Mediador, que afecta a dos generales retirados, Pedro Vázquez Jarava y Francisco Espinosa Navas, este último en prisión por las mordidas en las que también está imputado el exdiputado socialista Juan Bernardo Fuentes Curbelo, alias Tito Berni.

La toma de posesión de González estuvo marcada de forma irremediable por los recientes escándalos que han convulsionado las altas instancias del Instituto Armado, episodios que obligaron al cuestionado ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, a garantizar que se tomarán medidas contra aquellos que manchen o hayan manchado el nombre de la Benemérita. “Esas reprobables acciones no quedarán sin sanción. Manchan el prestigio del cuerpo”, advirtió pese a limitar todos estos casos de corrupción a un grupo “muy reducido” de guardias civiles, y a precisar que hay “mecanismos suficientes para corregir estas desviaciones con respecto a las normas deontológicas. Somos los primeros interesados. Superaremos este momento”.

La exdelegada del Gobierno en Madrid tiene por delante el reto de limpiar la imagen de la cúpula del Cuerpo, donde varios de sus integrantes han acabado salpicados. Al igual que el ministro, prometió que será inflexible contra esas actitudes. “Nada ni nadie, ninguna estrategia política y ningún abuso particular puede marchar la inmensa limpieza de la Guardia Civil”, sostuvo, contraponiendo estos hechos con otros modelos a seguir, “los agentes asesinados por ETA durante sus más de 40 años de asesinatos. En ellos pienso ahora”. González remarcó que los mecanismos internos han sido los que han permitido descubrir cualquier actuación “objeto de reproche penal y ético”, lo que cree que demuestra que el control interno “funciona, ha funcionado y seguirá funcionando”.

En este contexto, Vox registró una proposición no de ley en el Congreso para intentar que la Cámara baja vuelva a reprobar a Marlaska tras la decisión del Supremo de anular el cese del coronel Diego Pérez de los Cobos como jefe de la Comandancia de la Guardia Civil en Madrid. El ministro ha sido objeto de numerosas peticiones de reprobación y todas las ha superado salvo la que se votó en febrero, donde la oposición de PP, Vox y Cs y algunos de los aliados independentistas del Gobierno unieron sus votos para censurarle por sus “mentiras” sobre la tragedia de Melilla.