Nos pasan por la derecha y por la izquierda y seguimos sin reaccionar y sin hacer nada. Una inacción que llega a sorprender si no se justifica por la existencia de intereses ocultos que nadie osa aflorarlos o, hablando en términos veniales, por un supuesto desconocimiento, que nunca está justificado cuando se trata de agentes políticos e institucionales. Sería inquietante que se haya podido llegar a esta situación por una cierta actitud refractaria a tomar determinadas decisiones para tratar de mover un calculado “status quo”.
La reciente conmemoración del 40 aniversario de la primera ley sobre las EPSV de Euskadi, que fue una norma pionera en todo el Estado al regular unas entidades que comenzaban a tener un importante protagonismo entre los vascos a la hora de prever posibles contingencias de futuro y complementar sus pensiones públicas, ha servido para mostrar que aquella capacidad innovadora que tuvo este país hace cuatro décadas en previsión social ya no existe. Desgraciadamente, en este terreno se está desandando el camino emprendido.
Seguimos anclados en la foto fija de hace 27 años cuando nació Geroa Pentsioak, la EPSV de empleo preferente, creada en Gipuzkoa, en virtud de un acuerdo entre la patronal Adegi y los sindicatos ELA, LAB, CCOO y UGT en el seno de la negociación colectiva, sin que el modelo, en su misión para reducir la pérdida de poder adquisitivo de los pensionistas y mantener la calidad de vida durante la jubilación, se haya desarrollado en favor del conjunto de los trabajadores de los otros dos territorios que componen la Comunidad Autónoma Vasca (CAV).
La indolencia, la inacción interesada y, en ocasiones, los palos puestos en las ruedas, por separado o de manera conjunta, por parte de agentes institucionales, políticos, empresariales, económicos, financieros y sindicales, ha dado lugar a que el modelo de previsión social de empleo de Euskadi haya dejado de ser un referente no solo a nivel internacional, sino también en el Estado.
Mientras el Gobierno Vasco lleva años y años ofreciendo el mismo discurso de desarrollar las EPSV de empleo que cubran al mayor número de los trabajadores vascos, sin embargo, la realidad es que sigue siendo incapaz de liderar un proceso de impulso del sistema de previsión social complementaria de la pensión pública, al igual que existe en muchos países europeos y que el Gobierno español acaba de hacer, “copiando”, precisamente, un ejemplo de éxito como es el Geroa Pentsioak.
El presidente de la Federación de EPSV de Euskadi, Ignacio J. Etxeberria, ha reconocido que el modelo “da muestras de cierto agotamiento y adolece de determinadas carencias”, por lo que el principal reto debe ser la generalización de la previsión social complementaria, a través de las EPSV de empleo preferentes, en el conjunto de la ciudadanía vasca para alcanzar el 70% de la población activa.
Partiendo de ese supuesto, habría que preguntarse porque se ha llegado a esta situación y cuáles son las causas que nos han traído a ese escenario de “cierto agotamiento”, cuando sobre el papel, no hay razones para realizar semejante afirmación y cuando el modelo de Geroa Pentsioak ha sido replicado por el Gobierno español con la puesta en marcha de su Plan de Pensiones, al que ya se han adherido cinco sectores económicos como el de la Construcción, del que son beneficiarios un total de 1.300.000 trabajadores de todo el Estado.
No es suficiente razón de peso para actuar de manera diligente e incentivar el sistema de cobertura complementaria en favor de las futuras generaciones, cuando asistimos ya a una población cada vez más envejecida y dependiente. La pregunta que hay que hacerse es si el sistema de protección social que van a tener nuestros jóvenes cuando se jubilen el día de mañana, va a venir por la vía del incremento de la presión fiscal, por la inacción de sus ascendentes, o por desarrollar un modelo de previsión complementaria más seguro con mayor cohesión social y con menos coste.
La respuesta no solo debe venir de la pendiente reforma fiscal para impulsar las EPSV de empleo preferentes porque el problema está en la falta de voluntad que se ha observado en todo este tiempo entre los diferentes agentes institucionales, políticos, empresariales, económicos y sindicales. Las Haciendas forales se han mostrado renuentes a favorecer fiscalmente este modelo con deducciones a los empresarios, a través del impuesto de Sociedades, y del IRPF, en el caso de los trabajadores.
¿Por qué hay un elocuente silencio de algunos agentes concernidos en las EPSV de empleo sobre la reclamación de una autodenominada Asociación de Perjudicados por Geroa de cobrar sus pensiones complementarias vía rescate de capital y no como renta mensual, tal y como figura en los estatutos y forma parte del espíritu y filosofía con la que nació, cuando existen 22 sentencias judiciales que dan la razón a la entidad frente a los demandantes?
También habrá que cuestionarse porque algunos plantean que la adhesión de los socios a una EPSV de empleo sea voluntaria y no como consecuencia de un acuerdo en la negociación colectiva que afecta al conjunto de los trabajadores de un sector o que se muestren reluctantes a incluir mejoras en las aportaciones, en incluso incrementarlas, a pesar de existir interés y acuerdo previo entre las partes.
Si el objetivo, tal como se plantea para salir del bache es que, al menos, el 70% de los trabajadores vascos tenga una pensión complementaria, habrá que inquirir cuales son las razones por las que el 43% de los trabajadores guipuzcoanos, en concreto, 138.651, están cubiertos por una EPSV de empleo, casi el doble de la media de la CAV, mientras en Araba el porcentaje llega al 20% y el Bizkaia solo al 16%. Y todo ello, cuando, tal y como se recogen en sus estatutos, Geroa Pentsioak, no es una entidad propiamente guipuzcoana, sino que puede desarrollar su actividad con total normalidad en Bizkaia y Araba.
Y la consecuencia de todo este dislate es que se va a dar la paradoja de que los trabajadores de la Construcción de Bizkaia y Araba van a tener que realizar sus aportaciones al Plan de Empleo estatal, en virtud del convenio sectorial firmado este verano por la patronal española y los sindicatos CCOO y UGT, mientras los guipuzcoanos lo harán en Geroa, con lo que los recursos de esos empleados vascos serán gestionados por entidades que nada tienen que ver con Euskadi y responderán a intereses y objetivos ajenos a este país. Se calcula que, en 10 años, ese fondo, administrado por una aseguradora, gestionará un patrimonio de 3.000 millones de euros. La misma situación se puede repetir en otros sectores como el de Textil y los que se adhieran en el futuro de seguir con esta inacción. Unos recursos en los que, Euskadi, por falta de perspectiva de futuro y desidia, no va a poder contar en beneficio de su economía y tejido empresarial.
Y la cuestión no es baladí porque en conjunto, las EPSV vascas, tanto las de empleo como las individuales, alcanzaron el año pasado un patrimonio de 26.887 millones de euros, lo que supone el 31,64% del PIB vasco, una cantidad nada despreciable que no solo se destina a renta fija y renta variable y otros productos, sino también a inversiones en el tejido empresarial vasco, que, como el caso de Geroa Pentsioak, supone el 7,64% del capital gestionado, en concreto, 198 millones de euros, tanto en empresas constituidas como en startups de Euskadi. Se hace ya tarde para que algunos den explicaciones ante esta constante pérdida de oportunidades.