¡Por fin!

– ¡Lo largo que se nos ha hecho! Dos meses y tres días después del inesperado resultado del 23-J, por fin llega lo que todos sabemos que será el intento fallido de investidura de Alberto Núñez Feijóo. Da entre pena y vergüenza asistir hasta el último minuto a la apelación del PP al transfuguismo –“voto en conciencia”, lo llama Cuca Gamarra– de cuatro diputados socialistas. Esa actitud mendicante de sufragios turbios es un retrato demoledor de cómo entienden los populares los mecanismos de representación democrática. Y quien dice “los populares”, generalizando, dice, en realidad, el presidente del partido. Se comprende en lo humano su frustración, pero habla pésimamente sobre él la obcecación que está demostrando cuando sabe perfectamente que el viernes, cuando se consume la última votación, seguirá siendo lo que es ahora.

Favor a Sánchez

– Me apresuro a señalar que, en el fondo, tiene todo el derecho a proceder como lo está haciendo. Es verdad que su tozudez está suponiendo aumentar innecesariamente la incertidumbre. Pero también lo es que, si estuvieran las tornas cambiadas, el PSOE tampoco habría renunciado a sus tres jornadas de protagonismo mediático, que es, por lo visto, para lo que sirven las sesiones de investidura o las mociones de censura sin posibilidades de prosperar; en ese concepto nos tienen a la ciudadanía. Por lo demás, y esa es otra ilustrativa paradoja, al final, Feijóo le ha hecho un gran favor a Pedro Sánchez. Este retraso le ha servido al presidente español en (casi eternas) funciones para armar mejor la negociación con Junts. O sea, para articular algo que se parezca mínimamente a un proyecto de ley de amnistía de modo que, como exigió Carles Puigdemont, estuviera preparado para antes de sentarse a hablar de la investidura. Un mes ha ganado el PSOE con la tontería.

Pocas incógnitas

– Volviendo a la jornada de hoy y las sucesivas, lo cierto es que –salvo que se produzca esa sorpresa impensable que ustedes saben– hay más bien pocos alicientes. Las únicas incógnitas a esta hora son si será Sánchez en persona quien hable en nombre del PSOE o si le cederá los trastos a su portavoz y si Yolanda Díaz cederá algún minutejo de los que le corresponden a Sumar a Podemos; desde luego, los morados llevan reclamándolo por tierra, mar y aire. Y lo demás, pero ya rizando el rizo, será escudriñar en las intervenciones de PNV, EH Bildu, ERC y Junts los mensajes que no vayan para el candidato actual sino para el que se va a presentar dentro de cuatro o cinco semanas. Sería adelantar trabajo. l