Nos inventamos ciclos históricos con excesiva facilidad. Ansiar y trabajar por un cambio no necesariamente significa que vaya a nacer una nueva época, ni que esta sea a mejor. En Euskadi se ha hablado mucho durante la campaña de cambio de ciclo, alimentado por el auge electoral de EH Bildu. De la euforia –cuyo expresivo y revelador culmen fue la noche del recuento de votos– se ha pasado a cierto aire de frustración en la izquierda abertzale, que gestiona esa desilusión apelando de nuevo a mirar a cuatro años vista.

Hemos vivido en los últimos años otros intentos de convencer a la ciudadanía de la ilusión de un cambio de ciclo en Euskadi mediante el propósito de un simple cambio de gobierno. Recordemos 2001, cuando la entente entre PP y PSOE –o sea, Aznar y... ¡Rodríguez Zapatero!, ¿se lo imaginan ahora?–, con Jaime Mayor Oreja y Nicolás Redondo Terreros, generó una gran movilización con el objetivo de mandar al PNV a la oposición que a punto estuvo de tener éxito: los jeltzales, junto a EA y liderados por Ibarretxe, lograron 33 escaños frente a los 32 de populares y socialistas, con el PP como segunda fuerza. “La sociedad vasca no está aún madura”, dijo entonces Mayor Oreja, que se veía lehendakari. En 2009, otra alianza entre PSE y PP con Patxi López al frente sí logró dejar al PNV en la oposición. El nuevo ciclo no pasó de algo más de tres años.

Hay otros ejemplos fuera, lugares donde Euskadi se ha mirado por motivos obvios, como Irlanda del Norte, con quien compartía ciclo de terrorismo –con perdón–, Escocia y, con mayor cercanía, Catalunya, en los tres casos con el denominador común de la búsqueda de soberanía. Sería prolijo analizarlo, pero en ninguno de los casos andan muy boyantes últimamente. Miremos Catalunya, donde hay elecciones dentro de diez días y donde en los últimos tiempos se han sucedido ciclos de efervescencia independentista, otros con Ciudadanos como partido más votado, posteriormente ERC liderando la hegemonía nacionalista y en el Govern y ahora con las encuestas dando el triunfo a los socialistas. Así que mejor demos tiempo al tiempo.