Los accidentes de tráfico y los atropellos siguen en cifras muy elevadas y están a la orden del día pese a la mejoría de los coches y de sus sistemas de seguridad, pese a la renovación de las carreteras, pese a la multiplicación de radares y demás medios de control y pese a las continuas campañas que realiza la Dirección General de Tráfico con la intención de concienciar a conductores y peatones del peligro que supone ponerse al volante.

Líneas pintadas de colores

Uno de los problemas recurrentes, y causa de muchos de los accidentes, es el exceso de velocidad, y cada vez se buscan nuevas fórmulas para obligar a los conductores a reducirla. En los últimos años se están probando elementos que puedan sorprender a quienes están al volante y les hagan ponerse en alerta en unos tramos concretos. Por ejemplo, la línea roja central para reforzar la prohibición de adelantar en zonas especialmente peligrosas en diferentes puntos de España.

También unas líneas verdes en ambos lados de la carretera (se pintaron por primera vez en varias vías de Castilla y León) que producen al conductor una sensación de estrechamiento de la calzada que lo lleva inconscientemente a aminorar la velocidad. Y que parece que han tenido éxito.

Líneas quebradas y dientes de dragón

Otra de las soluciones que se están probando son las líneas de borde quebradas, que se pintaron por primera vez en 2021 en la travesía de la N-122 en Nava de Roa (Burgos) a iniciativa del Ministerio de Transportes, que es el que les puso el nombre. Como con las líneas verdes, el objetivo es estrechar la calzada de forma imaginaria para que el conductor sienta la necesidad de reducir la velocidad. En este caso lo hacen con un zigzagueo junto al arcén. Como el experimento funcionó, esas líneas quebradas se han pintado también en otras carreteras, por ejemplo, de Caldas de Reis, Cuntis y Castro Loureirlo, en Pontevedra.

Además de las líneas de borde quebradas, y con una intención similar, se instalaron, también de forma pionera en Nava de Roa, los llamados dientes de dragón, unos picos de sierra que provocan que el conductor se sienta encerrado en su carril y extreme la precaución. En ambos casos, esas nuevas señales horizontales se ubican antes de llegar a pasos de cebra que no cuentan con semáforos, con la intención clara de reforzar la seguridad de los peatones, que tienen todas las de perder ante un coche que circula a gran velocidad.