Hace 50 años, lo que ahora es el Archivo Vasco de la Música, Eresbil, nació por la necesidad de la semana de la música vasca de Errenteria, Musikaste, de tener un fondo de referencia de autores del país. Medio siglo después y tras un proceso de profesionalización, Eresbil cuenta con nueve trabajadores, entre administrativos y técnicos de archivo, y custodia 287.000 documentos. Su director es el donostiarra Pello Leiñena, que comenzó a trabajar en la institución en 1991. La dirige desde hace cuatro años.
Prepara un libro sobre los 50 años de Eresbil, una asociación que nació por el impulso de José Luis Ansorena y por la necesidad de Musikaste.
Tras dos ediciones, en 1974, José Luis Ansorena vio la necesidad de crear un archivo. Habilitaron un armario en el local de la coral Andra Mari y allí empezaron a guardar lo que encontraban. Fueron a colegiatas, parroquias, catedrales... en busca de música de autores vascos. Comenzaron con un listado de 300. La institución se trasladó después a los bajos de la iglesia de los Capuchinos de Errenteria. Allí las condiciones de trabajo eran duras, imagínate era un local sin ventanas, pero estábamos llenos de ganas y energía.
¿Qué recopilaban?
No sólo la música, también información sobre los autores, cada uno con su carpeta. También se fueron comprando libros. El archivo fue tomando cuerpo gracias al impulso, primero, del Ayuntamiento. Luego, la Diputación de Gipuzkoa se dio cuenta del valor de lo que hacíamos y se decidió a impulsarnos. Hay que tener en cuenta que nos encontrábamos en el postfranquismo y que teníamos ganas de reivindicar nuestra cultura y nuestra lengua.
Con la entrada del Gobierno Vasco en 1986 se conformó el actual patronato de Eresbil.
Fue cuando nos convertimos en el Archivo Nacional Vasco, y nos abrimos a Iparralde y a Navarra, aunque en los últimos ha cambiado la relación con esta porque cuenta ya con su propio archivo. Aún así, colaboramos entre nosotros. Fue en aquella época en la que entró mi predecesor Jon Bagués y en la que Eresbil empezó a coger velocidad. Nosotros habíamos estudiado musicología pero hubo que formarse en archivística y documentación, que es otra profesión.
¿Cuál fue el primer fondo que recibieron?
El de Norberto Almandoz, compositor de Astigarraga que fue maestro de capilla en Sevilla. Fueron más de 60 cajas.
¿Cuántos fondos almacenan en la actualidad?
Nosotros somos un archivo de archivos. Además de la colección que hicimos nosotros, nos entraron más de 220 fondos de compositores, intérpretes, instituciones, coros, bandas... La colección de compositores vascos propia se compone de unas 40.000 partituras y unos 2.200 compositores representados. A todo esto hay que sumarle que comenzamos a comprar libros, revistas y colecciones monumentales, entre otros. Pero hay que aclarar que aunque nuestro objetivo es la música vasca, la relacionamos con el mundo y, por lo tanto, también tenemos música de otras partes del mundo.
¿Cuántos documentos alberga Eresbil?
Alrededor de 287.000 documentos de todo tipo: partituras, libros, microformas, cartas, programas, carteles, fotografías, discos, rollos de pianola, carretes de cinta, casetes, discos compactos, minidisc, videos, DVD, Laserdisc...
Han pasado de un armarito en la sede de Andra Mari a 287.000 documentos...
(Ríe) Sí, se dice fácil pero no lo es.
¿Cómo será el libro del 50 aniversario?
Tendrá una doble vertiente. Por un lado, se contará la historia de los 50 años. Y, por otro, cada miembro del equipo de Eresbil dedicado a un tipo de documento escribirá un capítulo sobre cómo se han tratado esos documentos, que es una cuestión más profesional y técnica.
¿Cuáles son los retos del futuro del archivo?
Nuestra profesión ha cambiado en 50 años de manera radical debido a la evolución tecnológica. Al principio hacíamos fichas a manos, luego llegaron las primitivas bases de datos, luego las bases de datos relacionales... Ahora viene la ola de lo digital y nosotros estamos en un sistema mixto.
¿Qué me dice de la irrupción de la Inteligencia Artificial?
No sabemos si será para bien o si nos estamos pegando un tiro en el pie. Desde 2023, las máquinas están generando millones de canciones. Estamos verdaderamente preocupados porque vamos a tener que empezar a diferenciar qué a ejecutado una máquina y qué un ser humano.