stridente juez instructor del caso del pelotazo del material sanitario chungalí del Ayuntamiento de Madrid: Como imaginará, no albergo la menor simpatía por el par de pijos carotas que presuntamente (ejem) se lo llevaron crudo en la trapisonda con un empresario malasio intermediada (también presuntamente, ejem de nuevo) por el primo del alcalde Almeida. Espero que les caiga un buen puro y, desde luego, que tengan que devolver hasta el último céntimo arramplado del modo más miserable en lo más crudo de la pandemia. Eso no es óbice para que me sobren, señoría, sus formas chulescas, de puro energúmeno, en los interrogatorios. Con la toga puesta, ni puede ni debe comportarse así. Es juez, no justiciero.