¿Qué le lleva cada día a ponerse delante del micro a horas tan tempranas?

—La ilusión por compartir historias con esa persona que se toma la molestia de encender la radio y que decide escoger tu propuesta de entre todas las que hay. Ser consciente de eso es una responsabilidad tremenda.

¿Cómo están siendo estos primeros meses de renovación total en Onda Vasca?

—Absorbentes. Se ha cambiado todo. La radio ya no es ese algo intangible y etéreo de antes. Ahora es orgánica, tiene piel, casi se la puede tocar. Es un medio multiplataforma. Pero queda mucho, "Roma no se construyó en un día".

¿Qué oyente hay en su cabeza?

—El que se levanta por la mañana y se pone a currar o a hacer lo que tenga que hacer. Ese es el punto de partida. Me da igual que sea abogado, transportista o jubilado. Acogemos a todo el que quiera saber cómo se presenta el día y lo intentamos hacer de una forma cercana, cálida, que sienta que forma parte de una comunidad, que aquí está en su casa.

¿Cuándo siente que ha 'conectado'?

—Cuando recibo ese feedback. Eso es muy bonito, aunque también tiene un riesgo que hay que asumir. Nuestro trabajo es muy expuesto. La opinión que sueltes, para bien o para mal, te vuelve como un boomerang. Y claro, a veces te dan una palmadita en la espalda, y otras, un sopapo. Pero eso significa que el producto que estás haciendo está vivo. Lo que hay que evitar es la indiferencia.

¿Qué aportan las redes sociales a la radio?

—Mucho. La esencia de la radio está ahí y las redes sociales no la contaminan, al contrario, completan la propuesta.

¿Y no le han robado la magia?

—Si te refieres a ese aura que tenía la radio de antes, sí, un poco sí. Digamos al menos que ese atractivo de antaño ha sido sustituido por otros alicientes.

¿Qué papel le queda a la radio en un mundo donde hay tantos medios de entretenimiento?

—El mismo de siempre. Informar, entretener, acompañar. Pero adaptándonos a las circunstancias. ¿Qué haría Mozart ahora? Pues seguramente música electrónica y no dejaría de ser Mozart.

¿Tenía ganas de que bajara el flujo informativo de la pandemia?

—Ya lo creo que sí. Y ese momento de anunciar que cierran los vacunódromos, que ya no hay pueblos en rojo, que ya no hay emergencia sanitaria, ha sido emocionante.

¿Los medios hemos estado a la altura?

—Pues mira, sí. Todos hemos cometido errores: científicos, políticos, periodistas y por supuesto, la ciudadanía en su conjunto. Pero no nos flagelemos. Creo, en general, que los medios hemos hecho mucho y bien.

¿Hay algún contenido informativo que le dé pereza?

—Sí, pero prefiero no decirlo públicamente, sería un poco feo. Aunque tú ya te lo puedes imaginar, que ya nos conocemos.

¿En qué parte del programa se lo pasa mejor?

—Me encanta la entrevista de las 8.35. En mi opinión, la entrevista es el género periodístico más puro.

Y cuando sale del estudio después de tantas horas en antena...

—Todo muy costumbrista y sin glamur. Preparo el programa del día siguiente y me voy a casa a descansar, que los madrugones pasan factura.