El origen - Empecemos por el principio, la fecha. Iba a escribir que fue un error escoger el 27 de junio para homenajear a las víctimas del terrorismo en el Congreso de los Diputados, pero fue algo peor que eso. Se trató de una manipulación ventajista basada en un relato que ya cuando se tomó la decisión se sabía que era falso de toda falsedad. Pero quedaba muy emotivo vender que se conmemoraba la primera víctima mortal de ETA, que para más brillo fotogénico, era un bebé de 20 meses. Todavía hoy, cuando está certificado que los autores de la muerte de la niña Begoña Urroz fueron una panda de fanáticos que atendían a las siglas DRIL —Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación—, hay memos con pluma que persisten en la milonga. Ya saben, que la realidad no te jorobe el titular ni, en este caso, la crónica sobre la infinita dignidad del PP al brillar por su ausencia en el hemiciclo mientras se pretendía homenajear a las víctimas del terrorismo, o sea, solo a las de ETA. Las demás, como casi siempre, ejercían el papel de teloneras.

La excusa- La gracia, es decir, la desgracia fue que las asociaciones oficialistas de la cosa habían preferido montar su propio cirio en el exterior de la Carrera de San Jerónimo. Pablo Casado —de Vox ni hablamos— escogió ese frente para las fotos porque entendió que ahí se rascaban más votos, perdonen la rima. Como excusa, el comodín del público: no podía compartir homenaje con un gobierno que ha acercado decenas de presos de ETA a las cárceles vascas. Hay que tener los pelendengues blindados para escudarse en el cumplimiento de la legislación penitenciaria. Eso, sin pasar por alto que un gobierno presidido por su conmilitón y gurú José María Aznar, cuando le convino, acercó más reclusos de la banda que el Ejecutivo actual.

Era mentira - Por si faltara algo, el líder de los populares se vanaglorió ayer de haber roto el consenso frente al terrorismo y anunció que no acudiría a ningún acto de reconocimiento a las víctimas que contara con la presencia de EH Bildu. Quedaba así probada la gran mentira del mantra clásico. Se supone que lo que se reprochaba a los soberanistas desde tiempo inmemorial era que no asistían a los actos en memoria de las víctimas de ETA. Cuando sí lo hacen, resulta que están de más. El resultado final es que seguimos con la asignatura pendiente y, por lo que se ve, sin la menor gana de aprobarla porque a estas alturas hay quien estima que todavía procura réditos electorales y sirve para embarrar el campo. Para este viaje sobraban alforjas y pomposos actos pirotécnicos de presunto recuerdo.