ASOCIACIÓN DE IDEAS- Confieso que por mi mismo jamás habría llegado a semejante asociación de ideas. Ha sido la prensa de orden la que, no sé si hilando muy fino o tirando de la brocha más gorda del repertorio, me ha puesto en la pista de la relación entre el anuncio del fin de las mascarillas en exteriores y la excarcelación de los dirigentes del procés. Según he leído en más de una cabecera, lo uno es consecuencia de lo otro. La idea es que, en su afán de despistarnos moviendo los cubiletes para que no supiéramos dónde está la bolita, el trilero Pedro Sánchez ha adelantado el fin de los tapabocas. Así, sus administrados, que son una panda de tontos del haba sin cerebro, le perdonarían al inquilino de La Moncloa el indulto a los políticos soberanistas. En terminología clásica de conflictos, vendría a ser presos por mascarillas. O pasito a la Segunda Nueva Normalidad a cambio de pasito en la normalización política de Catalunya. Es una tontería que no tiene un pase, pero ahora mismo en Diestralandia se razona así. Pregúntenle al caballero de la columna de la derecha. Se ha convertido en malvado para los suyos solo por haberse en unos términos llenos de lógica.

CON O SIN INDULTOS- No, sinceramente, por retorcido que algunos vean al superasesor Iván Redondo -favor que le hacemos considerando así a un tipo que es más simple que el mecanismo de un silbato-, no creo que haya habido la menor intencionalidad ocultista en el anuncio de Pedro Sánchez. Con o sin indultos a la vista, el mengano habría obrado igual. De hecho, como señaló mordiéndose los cagüentales el lehendakari, Iñigo Urkullu, la difusión a todo trapo de una buena nueva sin consultar al resto de las autoridades es seña de identidad del individuo. Los marrones siempre se los comen los periféricos. Los bocados dulces se los reserva Su Persona. Algún día se estudiará esa vocación entre peronista y de tiranuelo bananero que adorna al resistente Sánchez.

LO QUE IMPORTA - Tampoco hay prisa. Ahora en lo que estamos los mortales de a pie es en la cuenta atrás hacia el día en que nos emancipemos de los tapabocas a cielo abierto. Lo que resta de aquí al sábado serán unos eternos minutos de la basura en los que nos preguntaremos por qué, si queda tan poco, no podemos adelantar ya la puesta en práctica de la medida. En todo caso, el verdadero reto vendrá a partir del día señalado en rojo. ¿Convertiremos la apertura parcial en apertura total y también dejaremos de cubrirnos en interiores? Anoto aquí y ahora mi pesimismo al respecto.