Berna González Harbour es una periodista muy reconocida, en prensa escrita y en las ondas radiofónicas, además de escritora de novela negra. En El pozo reflexiona sobre la actuación de los medios de comunicación cuando se impone el morbo y la sociedad exige informaciones que no se atienen a la ética, algo que sucede mucho cuando hay niños de por medio, hecho que suele ser bastante común en la crónica de sucesos.

Hablemos de El pozo, su última novela.

Es una historia independiente de las otras. No es una aventura de la comisaria Ruiz y habla de una niña que se ha caído en un pozo. Pero El pozo no es solo el sumidero por el que se cae esta criatura, es cómo se desarrolla el periodismo y dónde queda la decencia de todos.

Una historia que parece tener mucho que ver con la realidad, ¿no?

Cierto. Habla del sensacionalismo en el que caímos en aquel suceso ocurrido hace unos pocos años. Está inspirada en la caída del niño Julen en Totalán (Málaga). Vivimos un sensacionalismo espectacular, un circo mediático impresionante donde todo se retroalimenta.

¿Le hace a estas alturas una crítica al periodismo?

Es una visión del supuesto periodismo que ofrece todo un show, y de la audiencia que está comprando y consumiendo esa comida basura que le da el periodismo sensacionalista. Esto es lo que hay dentro de El pozo: hay una víctima, sí, una niña, pero alrededor hay muchas más cosas que la sumergen en la profundidad. Fuera están unas personas que han convertido el periodismo en un espectáculo y la gente que desde sus casas sigue demandando más drama, más morbo.

¿Un sensacionalismo que se da más en la televisión que en la radio o la prensa?

Pienso que el sensacionalismo puede estar en todos los medios, pero también es cierto que en las televisiones se ha agudizado esta tendencia para buscar más audiencia, por la pelea que hay, por el morbo, o por convertir en entretenimiento todo, desde la política a los sucesos. Pero el sensacionalismo es una tentación que está en todos los medios por la búsqueda frenética de una audiencia de telespectadores, oyentes o lectores. No es exclusiva de una sola parte, es una práctica que tienta a muchos.

Muchos acusan a los medios de haber convertido en espectáculo la pandemia.

Ya, pero la pandemia también ha sido la ocasión de oro para mostrar el buen periodismo.

¿El buen periodismo basado en números y en guerra política?

Ha sido la ocasión para que la gente busque información de verdad. Es cierto que te puedes quedar con lo más fácil pero también con información científica, información humana o información que puede ayudar y que ha puesto en valor a determinados medios, a los medios serios. Prefiero quedarme con esa búsqueda de información seria y contrastada.

En las tertulias televisivas hay muchos periodistas convertidos en catedráticos de medicina y expertos virólogos. Incluso se atreven a hablar de la bondades y maldades de las diferentes vacunas.

Ja, ja, ja... Es verdad, tienes toda la razón, quizá es por eso que yo no veo tantas tertulias de televisión. Lo que dices ocurre y pienso que es un error. Las personas debemos hablar de lo que sabemos.

Sobre todo en una situación como la pandemia, en la que hay que evitar sembrar el pánico.

Han corrido muchos bulos en las televisiones y en el resto de los medios. En los que yo trabajo sí que hemos detectado un hambre de buena información como algo distinto de la basura que se ha dado en otros lugares.

¿Es necesario hacer revisionismo de la profesión?

Sí, es muy necesario, ese cambiazo que hemos dado del periodismo al entretenimiento, ese paso al infoshow, hay que revisarlo y hay que mirarlo. Se ha llevado a la política y a los políticos al lado del espectáculo, hemos llevado al límite casos como la pandemia o los sucesos. Parecía que estábamos vacunados contra el morbo con lo que ocurrió con las niñas de Alcàsser, pero no ha sido así. Todo vuelve.

Pero el regreso del morbo parece que tiene incluso más fuerza ahora.

Todo cobra más vigor por la presencia de las redes sociales. Se busca la inmediatez y se lanzan bulos.

Bulos que el periodismo denominado serio también lanza en ocasiones sin contrastar.

Es verdad. Tenemos mucho que hacer para que esto no ocurra y para mejorar. Lo de contrastar en periodismo es fundamental. Es una práctica que no debemos olvidar y que en muchos medios no se olvida y se sigue practicando, pero siempre están los que no lo hacen.

Las redes llegaron hace algún tiempo para quedarse y se han vuelto incontrolables en muchos sentidos. ¿Va a ser muy difícil hacerlo?

Sí que han venido para quedarse y son veneno puro. Es verdad que lo bueno también corre por las redes, pero predomina lo malo, porque hace más ruido y recibe más respuestas lo negativo. Se busca y se difunde lo provocador. Es una nueva realidad que ha entronizado a líderes como Donald Trump o Bolsonaro en Brasil.

¿Cómo se puede luchar contra esta nueva realidad?

Los profesionales y los medios que tenemos ética debemos articular las estrategias para hacer frente a todo este nuevo sistema de información desde las herramientas que nos dan precisamente los principios del periodismo. Pero es una tarea muy, muy difícil.

¿Los medios o las personas que trabajamos en los medios? Porque siempre te puedes negar a ciertos enfoques informativos.

Eso es lo que le pasa a Greta, mi protagonista en El pozo. Su jefe le está exigiendo más morbo, arrojar más sospechas sobre el entorno de este caso... Pero, ¿hasta qué punto estos jóvenes periodistas pueden plantarse ante las exigencias de morbo de sus jefes? Es importante la ética de los periodistas, aunque más importante aún lo es la ética de las empresas.

Y por encima de la ética casi siempre se impone la realidad económica.

No debería ser así. La realidad económica es importante, pero la empresas deben defender la independencia y el buen hacer del periodismo. El periodista solo no puede defender esos valores éticos.

¿Han estado los políticos a la altura de las circunstancias que ha traído consigo esta pandemia?

No sé qué decir salvo que posiblemente nos mereceremos a estos políticos, porque nosotros los hemos elegido, les hemos votado.

Sí, pero no para que se peleen en unos momentos muy delicados para la ciudadanía. Unos momentos en los que estaban, y están, en juego la salud y la economía.

Las redes están imponiendo sus ritmos y los políticos de cortas miras están actuando con simplismo en busca del tuit, en busca del titularcito de hoy. Han puesto la luz corta en su viaje y buscan el momento inmediato.

¿Cree que se puede reconducir la situación para que pongan las luces largas?

No se ha trabajado en el largo plazo, solo en el corto, y no, no están a la altura, no tienen el nivel, pero les hemos votado, así que tal vez nos los merecemos, ¿no estás de acuerdo?

En ocasiones votamos una estrategia que después de haber sido elegidos ellos desechan.

Eso también es verdad, y hacen cambios sobre la marcha, pero tampoco es que tengamos que creernos mejores que ellos. Pasa con los medios y su relación con la sociedad. No es mejor esa sociedad que demanda el morbo y el escándalo que los medios que se lo están ofreciendo. Estamos viviendo tiempos en los que los valores están difuminados y hay que luchar por abanderarlos.

¿Tiempos raros y revueltos?

Revueltísimos. Creo que la pandemia también ha contribuido a ello, pero ya vivíamos tiempos revueltos antes del coronavirus y ahora se han vuelto mucho más raros. Las protestas que estamos viendo en Colombia, antes en Chile, las hemos visto también aquí. Son consecuencia de la debilidad de los partidos tradicionales, de la llegada de partidos nuevos... Estamos en una Unión Europea donde el primer ministro italiano, Mario Draghi, es un tecnócrata elegido por todos los partidos, y en Francia Macron no representa ni a la derecha ni a la izquierda, sino a sí mismo.

¿Tiene solución?

Esperemos que sí. Son tiempos donde ha caído lo anterior, no se ha acabado de formar lo nuevo, la incertidumbre crece y con ella los recovecos donde la extrema derecha y el populismo encuentran su aliento.

PERSONAL

Edad: 56 años.

Lugar de nacimiento: Santander.

Formación: Licenciada en Periodismo por la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid.

Trayectoria: Es periodista en el diario El País, crítica literaria, además de colaboradora de Hoy por hoy en la Cadena Ser y de la revista cultural Zenda. Debutó en la ficción con un relato, Viaje al fondo de un embudo, que ganó el accésit del Premio José Hierro 1995. En 2012 salió su novela Verano en rojo, protagonizada por la comisaria Ruiz, personaje literario que ha protagonizado también Margen de error, Las lágrimas de Claire Jones y El sueño de la razón. Berna acaba de publicar El pozo, novela que es una reflexión sobre ciertas prácticas periodísticas.