- Desde su debut en Orgullo y prejuicio a los 20 años, la británica Carey Mulligan ha acumulado papeles de lo más variados, con un común denominador, la delicadeza de sus interpretaciones. Así es en la provocadora Una joven prometedora, que se estrenó ayer en los cines y que le ha supuesto su segunda nominación al Óscar.

Y ello pese a que es un personaje que tiene poco de delicado y mucho de ira escondida. Mulligan interpreta a Cassie, una joven que trabaja en un café y que dedica sus noches a simular borracheras para dar lecciones a hombres que tratan de aprovecharse de mujeres en estado de embriaguez. Lo que esconde Cassie, con un brillante pasado de estudiante de Medicina, es lo que se irá desvelando en una película que es un oportuno mazazo contra la violencia machista pero que raya en el oportunismo porque lo que empieza como una historia de consecuencias de ese tipo de violencia se convierte en una reflexión sobre la culpa, pasando por un intermedio azucarado que baja el nivel de la película hasta que se transforma en un caos final demasiado previsible.

Pero su interesante lado provocador y amoral en un momento en el que se recibe muy bien toda historia que empodera a las mujeres ha calado y ha recibido el aplauso unánime de la crítica, además de situarla en todas las quinielas de premios de la temporada. A la nominación al Óscar de Mulligan se unen otras cuatro para esta ópera prima de la británica Emerald Fennell, conocida por interpretar a Camilla Parker Bowles en la serie The Crown y cuya experiencia como guionista se limita a los guiones de varios episodios de Drifters y Killing Eve. Con su debut tras las cámaras opta a tres Óscar: mejor película (es coproductora), dirección y guion, categoría en la que acaba de ganar el Bafta, en una gala en la que también se llevó el galardón a mejor filme británico.

Si algo destaca en la película es el trabajo de Mulligan, una actriz infravalorada, que debutó en el cine en 2005 con Orgullo y prejuicio y que solo cuatro años después recibió una más que merecida nominación por An education. En aquella ocasión lo ganó Sandra Bullock por la más que olvidable The Blind Side. Un sueño posible. Bullock era la favorita, además de una de las actrices estadounidenses más queridas y nunca antes había sido nominada.

Este año, la londinense Mulligan se enfrenta a interpretaciones de mucho más nivel por lo que parece aún más difícil que se haga con el Óscar. Frances McDormand, por Nomadland; Viola Davis, por La madre del blues; Andra Day, por Los Estados Unidos contra BillieHoliday, y Vanessa Kirby por Pieces of a Woman. Antes de que se empezaran a fallar los principales premios de la temporada, Mulligan encabezaba -junto a McDormand- todas las quinielas, pero las cosas no han ido como se esperaba. En los Globos de Oro hubo sorpresa y se lo llevó Andra Day, en los Bafta salió victoriosa McDormand, el SAG (Sindicato de Actores) fue para Viola Davis y Kirby se queda con su Copa Volpi de la Mostra. Mientras, Mulligan ha ido conquistando un gran número de premios de asociaciones de críticos pero ha pinchado en los principales galardones.

A sus 35 años, esta actriz británica ha demostrado ser versátil y camaleónica, adaptándose a la perfección a papeles tan diversos como los de Shame (2011), El Gran Gatsby (2013), Sufragistas (2015), Mudbound (2017) o la serie Collateral (2018). Pero le faltaba un gran papel, que parecía haber encontrado en Una joven prometedora. Una rubia con aspecto inocente, inteligencia superior a la media y con un pasado complejo. Aunque la crítica se ha rendido a sus pies, le está faltando el empujón para situarla, como se merece, entre las mejores actrices del momento. Una calidad interpretativa que en Una joven prometedora brilla aún más frente al compañero de reparto que le ha tocado en suerte, Bo Burnham, cuyo trabajo está a años luz del de Mulligan.