El periodista vasco nacido en Irún tuvo que dejar en marzo su agenda laboral de lado y se sumergió en analizar los campos semánticos del miedo desde que empezó el confinamiento. Dos reportajes están a disposición de los espectadores en Movistar+ bajo un título común, Miedo, y abordados desde la oscuridad y la luz. Todos estamos cansados de despertarnos con la pandemia como compañera de vida, de escuchar cifras de contagios y de ver cómo nuestra existencia ha cambiado de la noche a la mañana. Con Jon Sistiaga como anfitrión, esta revista bucea en una realidad a la que nos ha enfrentado la crisis del coronavirus, y que incluye el miedo, la incertidumbre, las falsas noticias, ciertos comportamientos en redes sociales o cómo han desarrollado su labor los medios de comunicación durante estos últimos meses. Por no hablar de los políticos. Sistiaga ofrece visiones de serenidad en medio de la crispación por una situación que aún no tiene escrito su final. Se podría decir que el guion cambia cada día y se reescribe en cuestión de horas.

En su último trabajo televisivo habla del miedo, un miedo relacionado con la situación que vivimos. ¿No es una sensación que preside nuestras vidas desde siempre?

Lo que hemos descubierto con la pandemia es nuestra nula o escasa tolerancia a la incertidumbre. Hemos descubierto que no la soportamos a nivel personal ni a nivel social, y eso es lo que ha derivado en reacciones a las que yo llamaría miedo. Miedo es la palabra de la pandemia.

¿Nos estamos obsesionando?

Supongo que eso va con las personas. Hay quien niega que sea verdad, hay quien se sobreprotege y sobreprotege a los suyos, y hay quien piensa que la vida continúa y se ajusta a las circunstancias. Pero siempre sobrevuela el miedo. ¿Qué va a pasar en los últimos meses del año? ¿Cómo vamos a salir de esta? ¿Habrá vacuna? Hay tantos interrogantes como escasez de respuestas. Estamos ante lo desconocido y eso nos da miedo.

El miedo puede desarrollarse a través de muchos campos semánticos, ¿no?

Exacto. Unos han reaccionado con temor, otros con pánico, con horror, con pavor, con terror… Todos estos términos son sinónimos que nos llevan a los distintos campos semánticos que engloban lo que podemos llamar miedo. Es lo que nos ha igualado a todos.

El miedo es algo próximo, ¿quién no ha estado alguna vez aterrorizado?

Todos hemos tenido miedo porque hay situaciones que te llevan a sentirlo, pero a lo que te refieres son los miedos obvios. Pero este miedo que iguala al dueño de un yate en Puerto Banús y al homeless (sin techo) que dormita debajo de un puente en la M-40 es el algo que no habíamos catado ni tratado hasta ahora. Da igual cuántos guardaespaldas tengas o cuántos seguros de médicos privados te cubran; el miedo es el mismo que el que siente el mileurista que apenas cobra 800 euros al mes.

Usted confesó en una entrevista que cuando estaba en una guerra el miedo era necesario, un arma de defensa.

El último trabajo que he hecho para Movistar+ lleva el título de Miedo y son dos capítulos. El primero se llama Oscuridad y hablé con personas que estuvieron en primera línea en los momentos de confinamiento. No solo paladeaban su propio miedo, también el que sentían los que tenían enfrente. Hay un miedo que bloquea, un miedo que te deja quieto. Es un miedo malo, que le llamo yo, un miedo herrumbroso…

¿Un miedo muy peligroso?

Es el que te oscurece, te envilece y saca lo peor de ti. Ha pasado con mucha gente, y no hay más que mirar en los grupos de Whatsapp. Luego hay otro miedo bueno, un miedo más luminoso, y ese es el segundo capítulo, Luz, que es el que saca lo mejor de nosotros mismos.

Hablar sobre el miedo no estaría en su agenda de trabajo: su vida profesional iba por otros derroteros.

Tengas o no tengas agenda la pandemia ha trastocado todo. En mi caso ha ocurrido lo mismo: tenía tres historias que estaba preparando y preproduciendo, las tuvimos que paralizar, y en algunos casos no sé si las podremos retomar. Algunos proyectos significaban tener que viajar al extranjero, a países que no son muy recomendables, así que durante estos meses estuve pensando.

¿Pensar no da miedo?

Ja, ja, ja… Puede, a veces, pero no hay que dejar de pensar. Durante estos meses estuve rumiando mucho qué nos estaba pasando y hablé con Movistar+ sobre la posibilidad de hacer un programa sobre este tema.

¿Ha pasado usted miedo?

Yo estoy acostumbrado a sentirlo, pero no lo he pasado durante esta pandemia.

¿Es inmune?

No, por supuesto que no, pero creo que tenemos la piel muy fina como sociedad y como personas. Miedo es tener que estar 50 días en Afganistán comiendo arroz a diario y tener piojos, diarreas, talibanes disparando alrededor y no poder salir del lugar en el que estás.

¿Quiere decir que nos quejamos por vicio?

No, hay personas que realmente lo han pasado muy mal, pero estar en casa con wifi, con mil canales, con Movistar, con Netflix, con HBO, con papel higiénico desde la segunda semana y haciendo Zoom o Skype todos los fines de semana con tus colegas no era un confinamiento tan brutal.

Se supone que hay circunstancias que hacen más difíciles las situaciones a unos que a otros.

Eso está claro. Las condiciones de vida de cada persona, de cada familia, eran diferentes en el confinamiento y lo son ahora. Para muchos esto ha sido un disparo de realidad, nos ha demostrado que no éramos tan fuertes.

Por cierto, hablaba del papel higiénico. Se agotó. ¿Ha descubierto usted el motivo?

Ja, ja, ja… Luego no me titules por esto. Bueno, haz lo que quieras. En el momento en el que se agotó el papel higiénico fue cuando todos nos cagamos de miedo. Fue cuando nos dimos cuenta de que esto iba en serio. Que no hubiera papel higiénico no podía estar pasando en España, en Europa… No podía ser que recorrieras las tiendas de tu ciudad y no lo encontraras.

Y cuando se encontraba se compraba bastante más del necesario.

Claro, es parte de la condición humana, arramplar con todo por si acaso. Es que somos egoístas. Parece muy prosaico, pero que se agotara el papel higiénico fue el primer signo de nuestra debilidad.

Los datos no son buenos y ha dicho que alguno de sus proyectos a lo mejor no sale adelante por la dificultad para viajar. ¿Cree que volveremos a desplazarnos por el mundo tal y como lo hacíamos hasta el 13 de marzo?

Volveremos a viajar y volveremos a hacer nuestra vida tal y como la conocemos, pero no sabemos cuándo y eso también nos da mucho miedo. En los reportajes de Miedo que están en Movistar+, en el capítulo Luz, nos preguntamos si hemos aprendido algo como sociedad.

La memoria humana suele ser frágil.

Pues esperemos que no volvamos a cometer los mismos errores que antes. No sabemos hasta dónde van a llegar los movimientos que se están haciendo por parte de los antivacunas, los negacionistas, los pandémicos… Creo que el papel de las redes y los medios de comunicación ha sido clave.

¿Y cómo lo ve?

Las redes llevan ayudando a este tipo de movimientos desde hace años, son cuestiones se mueven a través de las redes subterráneas. Una pandemia mundial con confinamiento y escasez de papel higiénico es la tormenta perfecta para decir que ellos tenían razón, que hay una conspiración mundial para acabar con no sé qué parte de la población.

¿Y los medios de comunicación?

Creo que tenemos que hacérnoslo mirar. Me parece que no es razonable que durante tres meses, televisiones, radios y periódicos hayan dedicado el 98% de sus contenidos a hablar de la pandemia. Entiendo que un periodista de cultura no tuviera exposiciones, ni presentaciones de libros, ni estrenos de cine, o que para uno de deporte, no había fútbol, pero no se hizo el suficiente esfuerzo para tratar de buscar otros temas que aminorasen la presión psicológica que se derivaba hacia la población. También los periodistas estábamos confinados y teníamos miedo de contagiar o de haber sido contagiados. Todos nos imbuimos de ese espíritu de la cabaña. Los periodistas no hicimos el esfuerzo suficiente.

Seguimos igual, y no hay más que enfrentarte a diario a las aperturas de informativos, de magacines de actualidad o la prensa escrita, por no hablar de los diarios digitales.

Es cierto, aunque hay algunos temas más, pero podemos volver a tropezar con la misma piedra: la indolencia periodística. Podemos volver a pensar que a la población le interesan los mismos temas, o más que en plural, en singular, el monotema de la pandemia. Podemos hablar de lo mismo y, además, se conecta con cuatro centros escolares diferentes cuya historia es la misma. Si se confinan pueblos y ciudades, las historias son las mismas. Todo es igual y las frases las mismas: “Ahora conectamos con...”, “Ahora conectamos con...”; “Hemos estado en...”; “Hemos estado en…”. Es todo una repetición de lo mismo, así que sería un error hacerlo de nuevo.

En la calle, en los medios de transporte o en las terrazas se oyen menos estornudos y toses que antes del 13 de marzo.

Es cierto. Cuando apareció el sida llegó el preservativo en las relaciones sexuales y nos volvimos más cuidadosos. Su uso llegó para quedarse. ¿Qué va a llegar para quedarse con esta pandemia? No lo sé. ¿Quizá seremos menos cariñosos? ¿Nos daremos menos besos? ¿Procuraremos no estornudar en medio de un autobús sin taparnos la boca con el codo? Quizá vayamos más a las tiendas de al lado, seamos más de consumo de proximidad o moderaremos el consumo excesivo, no lo sé, pero espero que algo de lo bueno quede.

Hemos considerado esta situación como apocalíptica, realidad paralela o incluso distopía. ¿Cree que es posible que pueda ocurrir algo peor?

Siempre quedará una catástrofe nuclear o un virus que sea absolutamente letal…

O que Donald Trump gane de nuevo las elecciones.

Ja, ja, ja… Sería también un verdadero problema. Esto que ha ocurrido es un sopapo en nuestra soberbia intelectual y civilizada. Pensábamos que éramos superiores a todo y ha venido algo, invisible y microscópico, para demostrarnos que puede acabar con nosotros. Ocurre que tenemos poca memoria histórica, porque esto ocurrió en el 18 del siglo pasado, pero nos quedaba tan lejos que olvidamos. Siempre hemos puesto el foco en la Primera Guerra Mundial, pero se nos ha olvidado que tres años después de iniciarse, muchos países estuvieron durante tiempo con mascarillas por la gripe española.

¿Nos tapamos los ojos o es que nos documentamos poco sobre lo ocurrido a lo largo de los siglos?

Las dos cosas. Pero no hay más que darse una vuelta por el Museo del Prado para darnos cuenta que estas tribulaciones o conmociones antropológicas han ocurrido a lo largo de la historia. Epidemias de cólera, rabia, peste… forman parte de la historia de la pintura. Bruegel el Viejo, El Bosco o Goya, y hay más, han retratado el paso de estas enfermedades. Lo pintaban a su manera, pero te das cuenta de que es lo mismo que nos está pasando a nosotros.

Hay una película que es historia del cine: Por un puñado de dólares. ¿Cree que la versión de 2020 podría ser Por un puñado de dólaresPor un puñado de voto

Algo que ha diferenciado a España de otros países cercanos ha sido la polarización política. Suspenso para los políticos. No ayudan a bajar la sensación de angustia de la sociedad que los eligió. Es de primero de acojone. Si tienes a alguien asustado y en pánico hay que calmarle, no se puede azuzar los miedos. La clase política no ha hecho ese curso, y si lo ha hecho habrá un Rasputín en todos los partidos que está pensando que el miedo es una buena ventana para conseguir votos.

Hablemos de usted, ¿a qué teme o tiene más miedo Jon Sistiaga?

A la insensatez humana, a eso es a lo que más miedo tengo. Yo conozco muy bien el miedo porque lo he tratado bastante en mi vida con tanto conflicto, guerras, desastres naturales, catástrofes humanitarias… Conozco al miedo muy bien, y lo que más miedo me da estando en casa es la estupidez humana y la insensatez de muchos gobernantes. El hecho de que personas supuestamente racionales no sepan comprobar algunas informaciones y den por hecho noticias falsas. Me da miedo el que se transmita una sensación de debacle y desasosiego. En el fondo, tengo miedo a que otros tengan miedo.

PERSONAL

Edad: 53 años (2 de abril de 1967).

Lugar de nacimiento: Irun (Gipuzkoa).

Familia: Está casado y tiene dos hijos.

Formación: Es licenciado en Ciencias de la Información por la UPV.

Trayectoria: Hablar de los reportajes, conflictos o guerras que ha cubierto el periodista guipuzcoano es llegar al infinito. No le ha gustado nunca el término corresponsal de guerra. Ha recorrido más de medio mundo: Ruanda, Irlanda del Norte, Colombia, Oriente Próximo, Kosovo, Afganistán, Tailandia, Honduras, Mali, Tanzania, Estados Unidos, Ucrania, México, Corea del Norte, Guinea Ecuatorial y Argentina.

Sucesos: Su trabajo le ha reportado muchas satisfacciones, pero también ha convivido con el miedo y la angustia. En abril de 1999 fue detenido en Serbia junto al cámara Bernabé Domínguez cuando filmaban en la frontera entre Kosovo y la República de Macedonia la llegada de un tren cargado de refugiados. Fueron liberados días más tarde. En 2003 narró la guerra de Irak, en la que murió su amigo y compañero el cámara José Couso.

Programas de televisión: Informe Cuatro (2005), Cuatro x Cuatro (2006), Especial Noticias Cuatro (2006-2009), REC Reporteros Cuatro (2010-2011), Reportajes Canal+: Jon Sistiaga (2011-2015), W!ness (2014, Canal+) y Tabú (2016), ETA: el final del silencio (2019) y Miedo (2020), en Movistar+.

Libros: Ninguna guerra se parece a otra (2004) y José Couso: la mirada incómoda (2004).