- El paso de encarnar al pulcro Profesor en La casa de papel a dar vida a un tosco cocinero aislado en la Antártida en un tiempo récord supuso un "reto" para Álvaro Morte, que habla con Efe de su participación en la serie The head: "Fue muy complicado construir un personaje en tan poco tiempo".

La hostilidad de 179 días sin ver el sol hace mella en un equipo de científicos que, aislados en la estación internacional Polaris VI durante el gélido y oscuro invierno antártico, se ve abocado a participar en un atormentado juego por descubrir quién está detrás de una serie de crímenes que tienen su punto de partida en el hallazgo de la cabeza de uno de ellos, congelada en la fría noche polar. Con esta absorbente premisa arranca The head, serie con guion de los hermanos Álex y David Pastor e Isaac Sastre y dirección de Jorge Dorado que se estrenó ayer en mercados de todo el mundo -en Orange TV para España-, y disponible en 15 idiomas.

Dentro de ese particular equipo que permanece en la estación a lo largo del duro invierno antártico está Ramón, un peculiar cocinero, aparentemente primario pero con inimaginables secretos escondidos detrás de una tosca fachada, al que da vida Álvaro Morte. El actor habla de la rápida transición desde El Profesor hasta Ramón y del reto que supuso llegar a un rodaje, que se realizó entre Tenerife e Islandia, que ya había comenzado un mes atrás y en el que, además, se hablaba en inglés.

"Fue muy complicado construir un personaje en tan poco tiempo, porque justo dejé La casa de papel y a los dos días estaba en Canarias para empezar a grabar The head", explica. "Era un reto hacer un primer trabajo en inglés. Más o menos me arreglo, pero tener que defender todo un personaje, no desde ti mismo, sino creando el personaje, me parecía un reto muy chulo", completa.

Relata cómo llegó al plató en Tenerife y lo frenética que fue su incorporación al rodaje, que se produjo al día siguiente de llegar: "Yo llegué un jueves con idea de empezar a grabar un lunes. Pasé por el plató ese día para ver un poco cómo era la atmósfera y, de repente, Jorge me dijo: Vas a empezar a grabar mañana". No obstante, Morte asegura haberse sentido "cómodo" en la grabación puesto que el equipo era como "una familia": "Se respiraba esta cosa de ser una familia, de un equipo muy bien cohesionado y notabas que era fácil entrar ahí".

"Me sentí más cómodo de lo que yo esperaba. Había como un espíritu de ir todos a favor para que saliera perfectamente", argumenta el actor, que valora el trabajo tanto de sus compañeros como del propio Jorge Dorado, al que conocía de anteriores proyectos. "Fueron varias cosas. Por supuesto, el guion, solamente el primer capítulo me pareció impresionante. Eso ya fue muy determinante. Y luego, más allá del elenco y de poder enfrentarte a un John Lynch, entre otros, es que, además, estaba Jorge", señala. "Hacía una cosa muy inteligente y era que nos llevaba a todos desde primera hora. Él tenía pensada una puesta en escena, pero si había un solo actor que no estaba del todo cómodo, por cualquier motivo, le seguíamos dando una vuelta y otra hasta que definitivamente todos los actores decían vale, ahora sí", relata. "La aventura era perfecta", resume el actor, que alaba al "estupendo" elenco y destaca el trabajo del director de fotografía, David Acereto.

Finalmente, habla de la doble cara y los secretos que esconden todos los personajes, Ramón incluido, algo que, según él, es la clave para crear una historia "potente" que absorba al espectador: "Cuando tienes a gente en un sitio como la Antártida, imagino que esto de tener varias caras se acentúa. Se genera una especie de familia rara, pero no dejas de estar completamente solo y tienes tu pequeño habitáculo, que es casi como una celda en la que buscas tu sitio para ti mismo. Eso, de entrada, te da como dos caras muy diferenciadas, sin que tenga que ser un thriller psicológico, solo esta situación es ya bastante potente", concluye.