Tras haber interpretado "a todos los intensos del cine español", Juan Diego Botto acaba de rodar la película de superhéroes Suicide Squad 2 y está a las puertas del estreno de la nueva serie de Álex Pina, White lines. Coproducida entre la española Vancouver Media (La casa de papel) y la británica Left Bank Pictures (The Crown), White lines llega este viernes a Netflix. Es un thriller ambientado en Ibiza que arranca con la aparición del cadáver de un DJ inglés que llevaba 20 años desaparecido. El que fue protagonista en los 90 de películas que marcaron época como Historias del Kronen o Martín Hache, da vida en esta serie a uno de los personajes principales, Oriol Calafat, miembro de una familia de magnates que controlan la noche y el ocio en la isla.

¿Cómo le ha afectado personal y profesionalmente esta crisis sanitaria y el confinamiento?

-Estoy bien y mi familia está bien, que es lo más importante. Laboralmente tengo todo en el aire. En septiembre estrenaba un texto sobre Lorca dirigido por Peris Mencheta en el Teatro Español y ahora no sabemos bien, y en noviembre tenía previsto dirigir mi primer largo y ahora puede que sí o puede que no.

¿De qué trata ese largometraje?

-Es una historia que llevo un montón de años tratando de levantar, han pasado casi siete años desde la primera versión. La produce Morena Films y es un thriller social sobre la crisis, la anterior.

¿Los seguidores de La casa de papel encontrarán en White lines el sello de Álex Pina?

-Sin duda. Es una propuesta arriesgada, muy rock and roll, un thriller que te deja pegado en la butaca al final de cada capítulo, con mucha fuerza en la trama, los personajes pasan por montañas rusas espectaculares, la serie no tiene descanso.

¿Cuáles son sus principales ingredientes?

-Tenemos mucho de todo: sexo, drama, melodrama, comedia, melancolía, música. Cuando leía los guiones pensaba que había secuencias buenísimas pero me preguntaba si se podían juntar tantos sabores. ¿Nocilla, paella y caviar? Uf... Pero cuando vi los cinco primeros capítulos me quité el sombrero. Álex es como uno de estos magos de la cocina que te propone una ensalada de nitrógeno y te choca, pero luego la pruebas y es espectacular, funciona muy bien.

Su personaje en la serie pertenece a una familia de empresarios del ocio de las islas. ¿Se ha inspirado en algún miembro de la familia Matutes para crearlo?

-Ni confirmo ni desmiento que en algún momento fueran un referente de magnates ibicencos. Es una familia que se supone que son los grandes dueños de la noche y el ocio de la isla, y eso tiene sus implicaciones empresariales legales y no tan legales...

¿Qué otros referentes ha tenido?

-Mi personaje es un chaval que está completamente marcado por la relación con su familia. Por un lado tiene una relación edípica con su madre (Belén López) y por otro lado siente que haga lo que haga nunca estará a la altura del afecto de su padre. Todo lo que hace está motivado para recibir esa palmadita en el hombro que nunca llega. Es un personaje sufriente, que trata de alzarse y encajar en unos zapatos que le quedan grandes.

Llama la atención la elección de Belén López, sólo 5 años mayor que usted, para interpretar a su madre.

-La serie se desarrolla en dos tiempos, la actualidad y 20 años antes. A la mayoría de nosotros, de jóvenes, nos interpretan otros actores, pero en el caso de Belén ella hace también el personaje joven. Se prestaba a eso, es una mujer muy atractiva que te la crees en los 90 y con refuerzo de maquillaje te la crees siendo mi madre.

Netflix tuvo problemas con las autoridades locales con una producción anterior por la imagen que se daba de Ibiza. ¿Puede ocurrir de nuevo?

-Lo dudo. Casi todo lo rodamos en Mallorca y creo que por el contrario es una buena promoción tanto de Ibiza como de Mallorca, salen lugares bellísimos y se transmite la idea de que son las mejores fiestas del mundo, más allá de que haya tramas de drogas típicas del policíaco que entran dentro de la ficción. La isla funciona como una metáfora, una especie de Ítaca idealizada a la que los personajes quisieron ir y quieren volver.

Hace unos años estrenó su primera serie en Estados Unidos, 'Buena conducta'. ¿Fue eso lo que le abrió las puertas para que le fichara James Gunn para 'Suicide Squad 2'?

-Uno nunca sabe qué le abre puertas y tampoco pienso en los proyectos como llaves que te abren puertas más grandes. Disfruté mucho esa serie, conocer a su creador y a Michelle Dockery, una excelentísima actriz que venía de protagonizar Downton Abbey. Estuve tres años viviendo en Estados Unidos y fue muy enriquecedor personal y profesionalmente.

¿Y cómo ha sido la experiencia en 'Suicide Squad 2'?

-Ha sido una experiencia magnífica, nunca había participado en una película tan inmensa, con un presupuesto gigantesco, tan meticulosa y cuidada. Es la primera vez que tengo la sensación de estar en otra liga.

¿Puede avanzar algo de su personaje?

-No puedo, pero lo he disfrutado mucho. James Gunn es un tipo enormemente creativo, divertido, generoso y muy cuidadoso. Lo que yo tenía era casi todo con Margot Robbie que también fue muy generosa. Y nunca había trabajado con pantallas verdes y monstruos y movidas de esas. Yo que he hecho a todos los intensos del cine español pensaba que realmente podría disfrutar haciendo películas de superhéroes.