En pleno San Valentín, llega a las salas de cine Hasta que la boda nos separe, una comedia romántica “con mala leche”, como la define su director Dani de la Orden, que dirige un elenco encabezado por Belén Cuesta, Álex García y Silvia Alonso.

Cuesta interpreta a Marina, una treinteañera organizadora de bodas que una noche conoce a Carlos -García-, con el que tiene una aventura. Pero él tiene novia: Alexia -Alonso-, quien cuando descubre la tarjeta de visita de Marina entre las cosas de Carlos, lo interpreta como una propuesta de matrimonio y dice que sí de inmediato.

“El cine es el máximo culpable de la idealización del amor”, asegura De la Orden, para avanzar que Hasta que la boda nos separe busca “quitar hierro a la infidelidad en los tiempos que corren” y, a su vez, huir de hablar de lo que está bien o lo que está mal. El catalán regresa a la gran pantalla tras proyectos como Litus (2019) y El mejor verano de mi vida (2018) -película con la que superó el millón de espectadores- y lo hace con la reciente ganadora del Goya a Mejor Actriz Protagonista, Belén Cuesta.

“Marina es una mujer un poco herida, resentida con el amor, que no confía en que ella vaya a tener pareja; dice que no lo necesita pero -lo típico de la vida- que si tú no quieres sopa, toma dos tazas”, explica la actriz sobre un personaje que se enfrenta a una lucha y a “ese viaje de admitir el amor y enfrentarse a él”.

Por su parte, Álex García define a su personaje como “un cobarde”, ya que está dispuesto a todo por no defraudar a su novia, pero al conocer a Marina, todo cambia: “Lo químico está, eso es lo que hace que el encuentro sea inevitable”, opina Cuesta, cuyo personaje se enfrentará a Alexia, la novia de Carlos y el último vértice del triángulo. Y si bien ésta podría ser la historia del “patito feo”, es también “la muestra de cómo el karma te devuelve cuando has sufrido. Me gusta que todos tienen su herida bien puesta y con eso se hace comedia, que yo lo veo fundamental para curar”, asegura Cuesta.

Una comedia que aplaude De la Orden ya que en su opinión, “cuando haces una película esperanzadora o donde intentas suavizar las dosis de crudeza que te da la realidad, la gente se te pone en contra”. Y aunque considera el género de la comedia romántica “muy ingrato”, se declara absolutamente fan. Prueba de ello son sus primeros largometrajes, Barcelona, nit d’estiu (2013) y Barcelona, nit d’hivern (2015). Y concluye: “Hoy en día las películas y las series presentan personajes que se comportan de manera transparente y muy honesta”. Incluso si una boda les separa.